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Patricio Zapata: la gran mayoría de los chilenos “tienen una enorme reserva de sensatez”

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Agencia Uno
POR Ana María |

El abogado conversó con Cristián Warnken sobre el debate de renovar la Constitución y el rol de los cabildos ciudadanos.

En medio de la crisis social que vive Chile, el abogado constitucionalista Patricio Zapata conversó con Cristián Warnken, en Desde el Jardín, de PAUTA.

Y el diálogo tuvo como punto de partida la figura de un prócer de la Patria tremendamente simbólico en los tiempos que corren: el general Manuel Baquedano, cuya estatua ubicada en un pedestal corona el centro de la Plaza Italia, el lugar protagónico en el que se han concentrado las marchas y manifestaciones en Santiago.

“En el caso de Baquedano, poca gente sabe que está en ese pedestal no tanto porque haya dirigido nuestro esfuerzo militar contra los hermanos de Perú y Bolivia y que fuera el ganador de Miraflores, sino porque él siempre puso su espada al servicio de la República. Tanto, que cuando en 1881 lo fueron a buscar los conservadores, que eran la oposición de Aníbal Pinto y le dijeron ‘usted tiene que ser el candidato presidencial, porque es el héroe del día’, dijo: ‘No. Yo soy militar. Estamos para cumplir funciones de defensa, subordinados a la Constitución”.

El académico y militante DC -quien fue presidente del Consejo Ciudadano de Observadores Ciudadanos que impulsó la expresidenta Michelle Bachellet con miras a un proceso constituyente-, recordó que ese gesto de Baquedano marcó una diferencia en la historia del país en su momento y Chile tuvo una elección y la ganó un civil, que fue Domingo Santa María.

Warnken comentó que lo de Baquedano fue un gesto de lucidez, pues en Latinoamérica muchas veces miltares han suplantado a civiles y políticos en la conducción de la sociedad. Y luego le refrescó a Zapata su frase, que dijo recientemente en Radio Cooperativa, donde es panelista, que “hacer Constitución no es un carnaval y no es una chacota”.

Zapata profundizó sobre esta idea. “Estos son momentos donde coexisten en los mismos barrios entusiasmos de personas que ven la posibilidad de que se cumplan ciertos sueños y anhelos que consideran largamente postergados. Y también hay miedos y temores de que cosas que se han conseguido se puedan perder, tanto en términos de estructura fìsica como de convivencia, como la amistad cívica”. 

Y añadió: “Antes de que veamos qué cosas puede solucionar un debate constitucional, es bueno tomarle el peso. No para no hacer nada, porque es algo serio. Y por eso la expresión de que no es un carnaval o una chacota, sino para dejar en claro que uno se lo toma con toda la seriedad que corresponde y en el que hay que hacer todos los esfuerzos para no equivocarse. Porque el error en estas materias no solo te afecta a ti y a tu comunidad, sino también a tus hijos y tus nietos. Esto, en un país como el nuestro, que algunas veces ha sido negligente, lo deberíamos tener claro”.

Zapata explicó que hacer bien el trabajo constitucional es muy importante: “Uno puede tener entusiasmo y energía, pero esto es serio”.

Consultado respecto de qué opina de la columna del rector de la UDP en El Mercurio, Carlos Peña, en la que dijo que hay un simplismo en creer que una asamblea constituyente es la clave de la solución de la crisis, y la llamó una “suerte de utopía halagadora” que puede generar sobreexpectativas, Zapata señaló que hay actitudes de las que tratataría de alejarse. “Una es, por supuesto, cifrar expectativas desmesuradas sobre lo que puede generar un buen texto constitucional, porque no están los tiempos para nuevas frustraciones”.

Agregó que “uno debiera ser súper responsable en el sentido de recordar cosas bien obvias, como por ejemplo, que porque uno tenga una mejor Constitución van a haber más camas en los hospitales públicos o los profesores van a tener automáticamente mejores sueldos. He tratado siempre de evitar ese tipo de ilusión o espejismo”.

“Pero tampoco me parece bien pensar que para el bien común de nuestra comunidad, la mayor o menor legitimitiad de las reglas de la convivencia dan un poco lo mismo. Quizás lo que nos disciplina en el día a día es el mercado, las reglas económicas, pero también hay una cuestión que es cultural, donde las constituciones pueden jugar un papel: la convivencia pacífica, el respeto por el que piensa distinto y el cumplir con las reglas. Eso es esencial para que el país progrese”, dijo Zapata.

“Las constituciones juegan un papel ahí, pues se supone que tienen un rol donde podemos expresar nuestras diferencias. Y siempre he pensado que es un problema que tengamos una cancha donde algunas chilenas y chilenos sienten que juegan de local siempre y otras chilenas y chilenos que juegan de visita”.

Sobre la Constitución actual, el abogado recordó que se han hecho esfuerzos “para que superara su característica de imposición violenta. Parecía por momentos que lo estábamos logrando. Hay etapas en que lo lográbamos y convivíamos con tranquilidad. Parecía que habíamos dejado atrás ese problema y nos podíamos dedicar a modernizar el Estado y abrir la economía al extranjero. Pero por una razón, vuelve a a aparecer, una y otra vez, esta cuestión”.

Escuchar a las nuevas generaciones

Ese sentido, explicó que con las personas menores de 35 años ha sido imposible “que aceptaran lo que fueron nuestras concesiones, decisiones, sacrificios, nuestras generosidades y debilidades. Pero la verdad es que llega un momento en que, más que seguir dándoles argumentos con ‘oye, dénse cuenta, miren el Producto Geográfico Bruto’, de repente hay que escuchar también a una generación que quiere poder ser parte del proceso y no simplemente sentarse en el lugar de la micro donde nosotros le tenemos asignado un asiento”.

Warnken le preguntó a Zapata sobre qué elementos positivos y negativos tiene la actual Constitución. En concreto, cuáles se pueden rescatar y cuáles no.

“Creo que es anómalo que en Chile exista un sector defienda la Constitución con enorme entusiasmo y otro que no. Eso no es normal”, dice Zapata.

Consultado si es prudente, en el momento que vive Chile, abrir un debate constitucional ahora, Zapata reflexionó: “En este momento es muy difícil que las personas se sustraigan a las imágenes de vorágine. Unos podrán indignarse por este joven que fue asesinado de un balazo y otros se indignarán al ver cómo se destruye un pequeño local comercial. El miedo indudablemente no es una fuente de tolerancia”.

Y continuó: “Mi experiencia es que la gran mayoría de nuestros compatriotas tienen una enorme reserva de sensatez. Eso lo pensaba en tiempos aún más difíciles que este, en los años 80, cuando había un millón de razones para desesperarse, rendirse, irse a la montaña, o para tirar bombas. Pero hay mucha sesatez”.

“No ayudan mucho las redes sociales ni las fake news, pero en ese sentido los cabildos, los encuentros locales autoconvocados, en lo que yo tuve algun rol y los que se están haciendo ahora, una y otra vez te muestran que cuando las personas se ven cara a cara, es muy diferente. Hay expresión del evagelio que dice ‘no lo conocí al caminar, ahora sí, en la fracción del pan'”. Porque el momento en que tú te sientas a compartir con alguien, yo lo viví. No hablo de una cosa ingenua o buenista, y el resultado de las conversaciones de los encuentros autoconvocados eran de una extraordinaria moderación”.

Y agregó: “El poner diques y frenos de mano, lejos de pacificar y calmar las aguas, creo que es una receta para que siga acumulándose descontento. Por eso dije que, ojalá en esta vuelta, haya mucha visión de futuro”.

Vea la conversación completa de Cristián Warnken y Patricio Zapata en Desde el Jardín: