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La mayor cirugía al corazón ministerial de los dos gobiernos de Piñera

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Agencia Uno
POR Eduardo Olivares |

Con un mayor peso relativo de Evópoli y un recambio generacional, Piñera intenta dar un giro que responda a las demandas sociales.

Nunca un Presidente de la República se había enfrentado a la magnitud y duración de las manifestaciones sociales desatadas desde el viernes 18 de octubre. Diez días después, Sebastián Piñera sumó una respuesta también mayor: sacó a ocho ministros de sus puestos (un tercio de todo el gabinete), pero lo más importante es que modificó a todo su equipo político y económico de primera línea.

Desde ese solo punto de vista, se trata de una de las mayores cirugías al corazón ministerial de los últimos 30 años. Solo rivaliza con el cambio de gabinete de Michelle Bachelet II, cuando tras reventar el caso Caval removió, en mayo de 2015, a nueve ministros, incluido todo el comité político y al ministro de Hacienda de entonces, Alberto Arenas. Por otra parte, en esa ocasión Bachelet realizó cambios en carteras clave, como Defensa, Justicia y Desarrollo Social, mientras que ahora Piñera hizo lo propio con ministerios sectoriales de menor envergadura, como Deportes y Bienes Nacionales.

Evópoli más cerca del poder

El menor y más joven de los partidos con representación parlamentaria de Chile Vamos tiene ahora, con los cambios, una relevancia relativa mayor en el Gabinete. No solo Gonzalo Blumel asumió como ministro del Interior, sino que también Ignacio Briones, militante de la tienda que lidera Hernán Larraín Matte, se hará cargo de Hacienda (que también integra el comité político). A ellos se suma Gloria Hutt, titular de Transportes y una de las sorpresas de esta jornada (en su caso, por haberse mantenido).

Así, los tres ministros de Evópoli ocupan posiciones de alta importancia estratégica en el Ejecutivo. Mirado por números, ahora los representantes de UDI se quedan con seis miembros, de quienes el más importante desde el punto de vista político es Felipe Ward, cercano a la presidenta de ese partido, Jacqueline van Rysselberghe. En todo caso, Piñera no ha modicado a su equipo de asesores, encabezados por Cristián Larroulet, exdirector ejecutivo del Instituto Libertad y Desarrollo.

Entre el gabinete actual y el anterior, RN también se queda con seis representantes. Además, en la vocería llega Karla Rubilar, exmilitante RN, quien fue bien evaluada por su desempeño como intendenta metropolitana sobre todo durante esta crisis. Reemplaza allí a Cecilia Pérez (RN) -otra exintendenta metropolitana durante la primera mitad del primer gobierno de Piñera-, quien recala en el Ministerio de Deportes.

El balance de poder ministerial dista de las fuerzas que los partidos de Chile Vamos tienen en el Congreso. En la Cámara de Diputados, RN tiene 34 escaños; UDI, 29, y Evópoli, seis. Hay tres independientes de Chile Vamos.

En cuanto al Senado, la UDI tiene una mayoría de miembros (nueve), seguida por RN (siete). Evópoli solo cuenta con Felipe Kast, y hay dos senadores independientes Chile Vamos.

El nuevo perfil económico

El equipo económico también tuvo un reordenamiento completo. Desde luego en nombres, pero también en características y sensibilidades. La profundidad del cambio en esta área del gabinete es incluso más profunda que la vivida en mayo de 2015, cuando la expresidenta Michelle Bachelet cambió a sus ministros de Hacienda (Alberto Arenas) y Trabajo (Javiera Blanco), pero mantuvo a Luis Felipe Céspedes en Economía.

En el caso de Hacienda, Ignacio Briones llega precedido de un currículum que ofrece garantías al mercado y a los inversionistas, pese a no ser reconocido como un experto macroeconomista. Fue coordinador de Finanzas Internacionales en Hacienda durante la primera administración de Sebastián Piñera y fue también embajador de Chile ante la OCDE. Además, posee una amplia experiencia académica -hasta ahora era decano de la Escuela de Gobierno de la Universidad Adolfo Ibáñez- y también en directorios, al ser parte de la mesa directiva de Codelco.

Las dudas o inquietudes vienen desde dos frentes. La primera es cuál es su capacidad real de influencia en La Moneda y, en paralelo, de conducción política para negociar a nivel parlamentario, ya que carece de una experiencia práctica a nivel de Congreso. Y si bien es militante de Evópoli, ese partido es el de menor representación parlamentaria del oficialismo.

La segunda interrogante es su capacidad de traccionar y empujar los actuales proyectos clave de la cartera -especialmente el de modernización tributaria-, incorporando las sensibilidades sociales que explotaron en los últimos días, pero sin afectar mayormente la capacidad de crecimiento. Para 2019, la última proyección de crecimiento hecha por Hacienda es de 2,6%, aunque el mercado prevé que la expansión pueda ser incluso inferior al 2,5%.

En la vereda laboral, la nueva ministra del Trabajo, María José Zaldívar, pareciera ser, a primera vista, una continuadora del programa del Gobierno. Pero su condición de exsubsecretaria de Previsión Social -y su apego al libreto oficial de la cartera- no debería nublar algunas de sus potencialidades. Posee un perfil más técnico y empático que el ahora exministro Nicolás Monckeberg, cuenta con habilidades comunicacionales que deberían endilgarle con menos errores no forzados, y tiene una capacidad de generar puentes con sectores moderados de la oposición, en parte por ser hija del fallecido exsenador Adolfo Zaldívar.

En la cartera de Economía, la figura de Lucas Palacios es una de las que genera mayores consensos, principalmente en el oficialismo. De perfil UDI moderado, su trabajo como subsecretario de Obras Públicas fue bien valorado, en especial por su presencia en terreno y su perfil transversal y afable. Además, fue una de las autoridades que lideró las negociaciones con las concesionarias de carreteras urbanas para reducir el porcentaje máximo de aumento anual, que hasta ahora llega a 3,5% sobre inflación. El nuevo guarismo, según han planteado las mismas autoridades del MOP, estría más cerca del 1,5% real anual.

En su nuevo ministerio, deberá impulsar la agenda microeconómica del Presidente Piñera. Dentro de ella, pareciera ser cada vez más ineludible la incorporación de mayores factores sociopolíticos en las fijaciones tarifarias de sectores regulados, así como el reforzamiento de un Sernac con mayores capacidades sancionadoras.

Recambio generacional y profesional

Cuando describió el perfil de los nuevos ministros, el Presidente Piñera enfatizó un aspecto en todos: su edad. De eso se trata parte del rediseño: relevar un cierto recambio generacional en el equipo del Mandatario, acaso como una muestra de conexión con los segmentos etarios predominantes entre los manifestantes.

De los ocho ministros que entran en sus cargos, el promedio de edad es de 42,5 años. Ahora, de todo el gabinete, ese promedio se aproxima a los 53 años, mientras que el gabinete saliente promediaba 56 años.

El menor del nuevo gabinete es Julio Isamit, recién llegado a Bienes Nacionales; el mayor, Hernán Larraín, ministro de Justicia y Derechos Humanos.

Por otra parte, se trata de un gabinete con preponderancia de abogados e ingenieros comerciales. Y en centros de formación superior, la Pontificia Universidad Católica de Chile sigue con el liderazgo.

Del equipo, destaca la salida de la única periodista (Pauline Kantor, Deportes) y de los dos únicos economistas (Felipe Larraín, Hacienda; Juan Andrés Fontaine, Economía).