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La inserción china: quiénes están detrás de la ofensiva mediática de Beijing

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Embajador de China en Chile, Xu Bu. Créditos: Agencia Uno
POR Eduardo Olivares |

Por medio de publicaciones en periódicos, el Grupo de Medios de China aplica en Chile una estrategia para contar la “versión” del aparato estatal del que depende. ¿Cómo funciona?

El viernes 17 de abril, a una página completa en El Mercurio (A7), había una inserción con dos titulares. El primero decía “Medios estadounidenses: la Casa Blanca encontró una gran cantidad de ‘chivos expiatorios para transferir las críticas internas'”, y estaba seguido por siete párrafos en que se plantea cómo Donald Trump evade su responsabilidad en el manejo de Covid-19 en su país al culpar a otros, como los demócratas, la prensa norteamericana y también China.

En el segundo titular, más abajo, se lee: “Investigación en Estados Unidos: ¡Sorprendido! Una gran cantidad de fallecidos por la Covid-19 fueron enterrados silenciosamente”. El texto que se le sigue es un recuento sucinto de algunos artículos periodísticos de medios norteamericanos importantes, así como reflexiones propias.

Inserción de Grupo de Medios de China en El Mercurio, viernes 17 de abril de 2020.

Otro inserto similar se publicó el mismo día en la página A9.

Una “inserción”, en la industria de medios, corresponde a un anuncio pagado, y se le identifica de esa manera (inserción) especialmente cuando el aviso tiene apariencia informativa pero su autoría es ajena al periódico.

Abajo, como firmante de ambos insertos en las páginas A7 y A9 de El Mercurio, aparece el autor: Grupo de Medios de China.

Lo publicado en la página A7 corresponde a una pieza periodística de China Radio International (CRI) y difundida por China Global Television Network (CGTN) tanto en su web como en su popular sitio en Facebook, todos ellos en español.

En esa página de Facebook cuenta con casi 16,7 millones de seguidores.

“Solo basándome en esos titulares, pareciera que los contenidos que el Grupo de Medios de China está publicando es lo que los medios norteamericanos han publicado, no realmente fake news“, comenta a PAUTA la directora del 21st Century China Center e investigadora de la Escuela de Política Global y Estrategia (GPS) de la Universidad de California, San Diego, Susan Shirk

“Dentro de China, los medios se han vuelto ferozmente nacionalistas y patrióticos”, evalúa Tom Hollihan, director ejecutivo del Instituto EE.UU.-China de la Universidad del Sur de California y académico de la Escuela de Comunicación y Periodismo de esa universidad. “Fuera de China, los medios estatales chinos han buscado atacar a quienes China percibe como adversarios. Es ciertamente más agresivo tanto adentro […] como afuera China [que actúa] con una calculada campaña como la de Chile”, señala a PAUTA.

“China, que fue la primera afectada y que ahora ha tomado el control sobre la primera ola de la enfermedad, no solo está declarando su victoria y publicitando la superioridad de su sistema, sino que además desea destacar las fallas caóticas del manejo estadounidense de la epidemia”, complementa Shirk.

El contexto general de la apuesta china es “contar una buena historia china” (jiang yige hao Zhongguo gushi讲一个好z红果故事), como sostienen los expertos al hablar del interés del gobierno de ese país por promover su versión oficial.

No solo inserciones, sino también columnas y entrevistas

El 30 de enero de este año, Freedom House publicó el reporte especial de la investigadora Sarah Cook sobre la influencia estatal china en los medios globales: “El megáfono global de Beijing“. Allí, la autora distingue los tres elementos centrales de la estrategia china: propaganda, censura y expansión de plataformas propias.

La censura se traduce en la prohibición para difundir contenidos considerados inadecuados en China, o también para denostar a quienes, como el escritor Mario Vargas Llosa, han cuestionado la gestión política de Beijing. La expansión de las plataformas se vincula con la creación de medios pensados para el público externo y el uso de redes sociales.

La inclusión de inserciones en la prensa chilena responde, así, al elemento de la propaganda. Y no es nuevo: la misma táctica se repite en medios de otros países de América Latina, como Argentina y Perú; de Europa, como España y Reino Unido, o en Australia y África.

Hay más. Como subraya Sarah Cook, de Freedom House, otro “método exitoso ha sido el envío de artículos de opinión de diplomáticos top y funcionarios, o la concesión de entrevistas, a grandes medios foráneos”.

El embajador de China en Chile, Xu Bu, es un aventajado representante de ese estilo: ha publicado varias columnas en El Mercurio y se ha trenzado en debates abiertos con figuras públicas chilenas (como el diputado UDI Jaime Bellolio) y extranjeras (como Mike PompeoGuy Sorman). Además, otorga entrevistas, como la de este domingo 19 de abril en La Tercera, sin aceptar contrapreguntas y que además fue objeto de malentendidos.

Reunión del ministro Jaime Mañalich con el embajador Xi Bu. Créditos: Agencia Uno
Reunión del ministro Jaime Mañalich con el embajador Xi Bu. Créditos: Agencia Uno

La estrategia de “pedir prestados periódicos”

El interés por influir en los medios extranjeros incluso tiene un concepto oficial. El término que se utiliza es el de “pedir prestados periódicos extranjeros”, o jieyong haiwai baokan (借用海外报刊), apunta Anne-Marie Brady, de la Universidad de Canterbury (Nueva Zelandia), en el artículo “La máquina de la propaganda exterior de China“.

“En el pasado, ese término se refería a los esfuerzos propagandísticos oficiales para cultivar buenas relaciones con periodistas foráneos a quienes se les tenía por políticamente amigos de China”, afirma. A mediados de la década de los 2000, “esta práctica se expandió para incluir la inserción de los propios artículos noticiosos de China en periódicos extranjeros líderes”. Lo hace regularmente en The Washington Post, The New York Times y The Wall Street Journal, entre otros. “En la época de Mao [Zedong], esta estrategia también fue conocida como ‘pedir prestado el bote para salir al mar'”, explica Brady.

Es más, para los chinos la palabra “propaganda” (xuanchuan, 宣传) no tiene la connotación negativa que hay en Occidente. La entienden dentro del mismo continuo lógico de la persuasión diplomática y del manejo informativo, todos los cuales son prioridades gubernamentales para el partido.

En 2009, la inversión destinada a sus mayores medios pensados para el extranjero llegó a unos US$ 7.250 millones, en una campaña conocida como “la gran propaganda” (da waixuan, 大外宣). La agencia estatal de noticias, Xinhua, incrementó entonces sus oficinas internacionales desde 100 a 186. No hay cifras claras acerca de cuánto se invierte ahora en la “propaganda”. Según el economista David Shambaugh, de la Universidad George Washington, el esfuerzo en el poder blando chino cuesta unos US$ 10 mil millones

Beijing nutrió de recursos a sus señales de televisión y radio para instalarse en las programaciones satelitales globales. China Central Television (CCTV), su señal televisiva, inauguró su versión en español en 2004. La ambición era convertirse en el “CNN chino”, plantea Brady: aunque el gobierno le proveyó de “recursos sustanciales, fue menos generoso en otorgarle independencia editorial al canal, lo cual perjudicó su efectividad”.

Tanto la televisión (CCTV) como la radio nacional (CNR) se desplegaron en sus versiones internacionales como CGTN y CRI, respectivamente.

Sede de la CCTV en Beijing. Créditos: Bloomberg
Sede de la CCTV en Beijing. Créditos: Bloomberg

Esas cuatro estaciones componen el Grupo de Medios de China, autor de las inserciones en la prensa chilena.

Detrás del Grupo de Medios de China

Pues bien, el Grupo de Medios de China (GMCh) nació hace exactos dos años: 19 de abril de 2018. Y no tuvo nada de oculto. También conocido como “Voz de China”, la agencia oficial de noticias Xinhua resaltó su creación así: “China inaugura nuevo grupo de medios estatales”. En cinco párrafos, Xinhua resumió el qué y el para qué del GMCh:

“El Grupo de Medios de China es una nueva plataforma de difusión constituida por la Televisión Central de China, la Radio Nacional de China y la Radio Internacional de China.

Huang Kunming, miembro del Buró Político del Comité Central del Partido Comunista de China (PCCh) y director del Departamento de Publicidad del Comité Central del PCCh, asistió a la ceremonia de inauguración.

En un simposio sostenido hoy, Huang pidió esfuerzos para convertir al Grupo de Medios de China en un nuevo medio principal con fortaleza para guiar e influir al público.

‘La reestructuración es significativa en el seguimiento del principio del Partido de ejercer el liderazgo sobre los medios’, declaró Huang.

Huang también dijo que el Grupo de Medios de China debe seguir la dirección política correcta y guiar al público con valores correctos”.

Xinhua, 19 de abril de 2018

Se trata, entonces, de un grupo de radio y televisión con alcance global y que transmite en numerosos idiomas. La paradoja: está presente en redes sociales como Facebook, Instagram y Twitter, pese a que tales plataformas están bloqueadas en China.

El GMCh, como refleja el artículo de Xinhua, debe ir en línea con el discurso del partido. Según cuenta Susan Shirk, la estrategia de propaganda externa está siempre manejada por el Departamento de Propaganda del Comité Central del PCCh.

En su versión moderna, ese departamento existe desde 1974. No tiene su propia página web, pero la Oficina para la Propaganda Externa, más conocida como Oficina de Información del Consejo de Estado de la República Popular China (SCIO), sí la tiene. Sus integrantes son todos cuadros senior y líderes de los medios orientados al exterior, sostiene Anne-Marie Brady.

La SCIO está además “a cargo de ‘clarificar y refutar’ cualquier historia que esté prohibida de ser cubierta en China, pero que ha sido difundida en un medio extranjero. La Quinta Oficina de la SCIO (más conocida como la Oficina de Información de Internet del Consejo de Estado) está encargada de patrullar la Internet china”, escribe Brady.

Trump versus Xi versus la credibilidad

El campo de enfrentamientos entre China y Estados Unidos lleva décadas, pero la Guerra Comercial y ahora la gestión ante la pandemia llevaron esa disputa a un nuevo nivel.

Se trata en este caso de un choque de relatos. “El mundo se entiende mejor como un lugar donde narrativas (comprensiones construidas del pasado, presente y las posibilidades del futuro) rivales compiten por la aceptación”, articula Hollihan, editor del libro The Dispute over the Diaoyu/Senkaku Islands: How Media Narratives Shape Public Opinions and Challenge the Global Order (2014), disponible en Amazon.

China, postula este académico, busca que su impresionante ascenso económico tenga su propia adecuación para generar influencia política y cultural. “El virus del Covid-19, sin embargo, ha minado mucho de lo que ha ganado. Los medios y los gobiernos alrededor del mundo culpan a China por desatar esta pandemia devastadora que está arrebatando vidas y destruyendo la economía global. Beijing está desesperado por ofrecer una contranarrativa convincente en la medida en que otros países están llamando a una compensación china por sus sufrimientos y están buscando cadenas de suministro y comercio con rivales de China”, plantea.

“El secretario general del PCCh, Xi Jinping, al igual que el presidente [Donald] Trump, se sienten domésticamente vulnerables por las equivocaciones que tuvieron, en especial en las etapas más tempranas de la epidemia del coronavirus. Ambos están buscando desviar la crítica pública y de las élites culpando al otro país”, analiza Susan Shirk.

Hay entre los dos presidentes una diferencia evidente, eso sí: Trump vive en una democracia, mientras su par chino dirige la mayor dictadura del planeta. “Asimismo”, agrega Shirk, “los políticos estadounidenses y nuestros medios de comunicación libres (ciertamente no controlados por el gobierno de la manera en que lo son los medios chinos) están difundiendo teorías conspirativas sobre cómo la enfermedad comenzó en China y su ocultamiento en los primeros meses del contagio”.

Esa diferencia de sistemas políticos le pasa la cuenta a China, pese a todos sus esfuerzos. Su propaganda es claramente vista como publicidad, no como noticias creíbles. “Los ciudadanos fuera de China tienen acceso a muchas fuentes de medios. Dentro de China ese acceso es limitado”, describe Shirk, quien editó el libro Changing Media, Changing China (2010).

“Donde sea que estén los lectores, donde sea que estén los espectadores, ahí es donde los reportes de la propaganda deben extender sus tentáculos”, expuso Xi Jinping con suficiente franqueza en el Diario del Pueblo hace unos años.

Esa era, al menos, su intención.

Pero distintas investigaciones minimizan la efectividad de los medios globales y del poder blando de Beijing en las audiencias. O como apunta Hollihan: “La mayoría desconfía de las fuentes de noticias chinas y creen que cualquier país dispuesto a mentirles a sus ciudadanos también les mentirá a ellos”.