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¿Es cierto que la profesión circense se hereda?

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Agustín Lizana | PAUTA
POR Manuel Izquierdo |

Si bien la tradición se mantiene en algunas familias, hay otras que han optado porque sus hijos vayan a la universidad. Incluso algunos tienen una doble actividad, ya que la pasión del circo es difícil de borrar.

Septiembre es el mes del circo. Si bien esta expresión artística no es patrimonio solo de Chile, en nuestro país hay una tradición centenaria de este tipo de espectáculos de variedades que se mantiene viva y que, precisamente, florece en esta época.

Por eso, nuestro Perro de Caza, de Watchdog PAUTA, compró varias entradas a diversas funciones y fue a hablar con distintos actores del mundo circense nacional, para comprobar qué tan cierto sigue siendo en estos días uno de los mitos más tradicionales de este rubro: ¿Es verdad que el trabajo en circo se pasa de generación en generación?

Esta creencia está ampliamente arraigada en el inconsciente colectivo nacional. Una prueba de ello es la teleserie “El Circo de los Montini”, transmitida en 2002 por TVN, en el que varias de las protagonistas eran abuela, hija y nieta: Delfina Guzmán, como Olga Primera; Claudia Di Girolamo, como Olga Segunda; y Amparo Noguera, como Olguita Tercera.

Esta herencia de padres a hijos, y de estos a sus descendientes, tiene varios ejemplos más allá del mundo de la ficción. Abraham Lillo Machuca es un nombre que no dice mucho, pero sí su apodo circense: el Tony Caluga. Este payaso fundó distintos circos reconocidos en nuestro país, a través de los cuales sus hijos se fueron formando para continuar con el oficio que su padre les inculcó desde pequeños.

Abraham Lillo San Martín, conocido como Caluga Junior, comenta que su formación comenzó desde muy pequeño, recibiendo los consejos y rutinas de su papá. Cuenta que, de esa manera, siguió sus pasos y pudo conservar el legado y las tradiciones que se mantienen intactas hasta la fecha. “Todos saben quién fue Tony Caluga, todo lo que hacía él lo pude heredar y por lógica mis hijos también”, dice el payaso, quien es parte de una de las familias más tradicionales del espectáculo circense.

Es común que las familias circenses tradicionales se mantengan unidas en este trabajo, ya que la dinámica laboral y de la vida misma -nómade, viajando en caravanas y recorriendo distintas ciudades- es algo incompatible con otras actividades.

Asimismo, los padres actúan como inspiración de las generaciones más jóvenes en disciplinas que tienen mucho de románticas, lo que las hace también magnéticas: malabarismo, trapecismo y acrobacias.

Esta etapa formativa incluso se ha profesionalizado. Actualmente se imparte en el país el diplomado de Artes Circenses por la Universidad Academia de Humanismo Cristiano, en el cual se dan herramientas profesionales para desarrollar esta carrera y desenvolverse sosteniblemente en los escenarios. 

Esta mayor sofisticación de la actividad circense ha llevado al surgimiento de espectáculos más complejos y con una mayor potencialidad de internacionalización. Pero, como contrapartida, ha frenado el mantenimiento del circo como un negocio familiar. El caso más paradigmático es el Cirque du Soleil, fundado en 1984 en Canadá, y que es hoy una multinacional con ingresos cercanos a los US$ 900 millones previos a la pandemia. 

Lo interesante es que el surgimiento de este tipo de espectáculos más profesionalizados y globales no ha debilitado al circo más local y romántico. El académico y fundador del Circo del Mundo, Bartolomé Silva, sostiene que estos dos tipos de circos pueden coexistir. Y la principal explicación es que más allá de la evolución que tenga este tipo de espectáculo, su raíz siempre será la misma.

Sin embargo, también hay familias que deciden no mantener la tradición. Un ejemplo de ello es el circo New York, de la familia Farfán, en el que varios de sus integrantes decidieron dejar las funciones para darle estudios a sus hijos, con el fin de tomar rumbos totalmente opuestos.

Génesis Ghilardi explica que su abuela trabajó muchos años en el circo New York desde que era niña. No obstante, ella no quiso seguir en esto para buscar un horizonte laboral y económico que pudiera sostener los estudios de sus hijos. Actualmente Génesis cursa estudios universitarios, pero en su cuerpo no deja de correr sangre circense, ya que asegura que si la decisión de sus abuelos hubiera sido permanecer vigentes en el espectáculo, ella seguramente estaría cumpliendo alguna labor en la carpa.

Silva relata que hoy en día se ha abierto una posibilidad intermedia. “Ahora algunos hijos de los circenses tienen doble profesión, estudian otras carreras, pero también ejercen el oficio del circo porque lo han vivido de generación en generación”, comenta el creador del Circo del Mundo.

WatchDog PAUTA es un proyecto de fact-checking conjunto entre la Facultad de Comunicación de la Universidad de los Andes y PAUTA. Busca tomar temas en la agenda y rastrear su veracidad desde una perspectiva positiva, no inquisitoria. 

La sección Perro de Caza aborda mitos generalizados que se comentan de boca en boca.