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Brasil cierra este domingo una campaña presidencial marcada por las ‘fake news’ en redes sociales

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POR Manuel Izquierdo |

Según estudios, el medio por el cual se ha difundido mayor cantidad de desinformación en la previa de la segunda vuelta electoral es WhatsApp, pero no es el único. Las autoridades judiciales han debido restringir la propaganda política en Internet hasta este sábado para evitar mayor virulencia.

Una marea de informaciones falsas y teorías conspirativas inunda las redes sociales de los brasileños en todas las elecciones desde hace más de un lustro. La avalancha de ‘fake news‘ ha vuelto de cara a las presidenciales de este domingo 30 de octubre con tal fuerza que ha provocado una dura respuesta de las autoridades judiciales.

Suponen una preocupación en Brasil, porque el recuento se prevé ajustado y cualquier voto podría contar de cara a la victoria en las urnas. El exmandatario izquierdista Lula da Silva lidera todas las encuestas, pero apenas con 4,6 puntos de ventaja media, en el acumulado de sondeos, con respecto al actual presidente, el derechista Jair Bolsonaro. Este último suele obtener finalmente más apoyo real que el otorgado por las pesquisas previas, motivo por el cual parte de los analistas cree que la victoria podría darse por ‘foto finish‘.

Por eso las fábricas de desinformación trabajan estos días a toda máquina con el objetivo de intentar cosechar el mayor número de votos posibles y quitárselos, al mismo tiempo, al oponente. Son dos las principales noticias falsas que circulan estos días en las redes sociales brasileñas.

Por un lado, desde el bolsonarismo se asegura que Lula va a cerrar las iglesias evangélicas. Eso es algo que el candidato izquierdista ha negado en innumerables ocasiones, alegando, además, que la libertad de culto que existe hoy en Brasil se expandió con las leyes aprobadas durante su Gobierno. La noticia, en cualquier caso, ha creado estupor en los círculos religiosos y son comunes los debates al respecto en la calle.

También circulan con especial virulencia los mensajes que denuncian que podría darse un fraude electoral en contra de Bolsonaro. Esto, porque según el entorno del actual presidente, el sistema de votación electrónico usado en Brasil no es fiable, aún cuando en 25 años nadie ha podido demostrar que el sistema haya funcionado de forma irregular.

El mismo líder derechista ha sembrado la duda sobre las máquinas de sufragio en decenas de ocasiones, llegando incluso a convocar, en 2021, una rueda de prensa para demostrar el fraude en la que, lejos de evidencias, presentó argumentos que bordeaban lo conspirativo.

Parte de sus seguidores están convencidos de que es imposible que Bolsonaro pierda, así que muchos analistas no descartan que pueda darse en Brasil algún escenario similar al acontecido en enero de 2021 en Washington, cuando el Capitolio de Estados Unidos fue asaltado por seguidores de Donald Trump que no creían que el magnate hubiese perdido las elecciones.

Las ‘fake news‘ y la desinformación ya explotaron en las presidenciales de 2018, en las que se impuso Bolsonaro, y la mayoría de analistas en Brasil relacionan, principalmente, esa información falsa con la campaña del mandatario.

Hace cuatro años destacó en las redes sociales la noticia sobre un supuesto ‘kit gay‘ que el entonces candidato izquierdista, Fernando Haddad, habría mandado distribuir en las escuelas cuando fue ministro de Educación. El pack incluía biberones en forma de pene para los niños, algo a todas luces falso, pero que miles creyeron sin pensarlo dos veces. La noticia se diseminó en canales de información bolsonarista no oficiales.

Una práctica de ambos candidatos

“Hasta mitad del año se podía afirmar con tranquilidad que, a pesar de que ninguna campaña está libre de mentiras, la de Bolsonaro hacía un uso sistemático y profesional de ellas”, comenta Marlos Apyus, periodista y analista de audiencias del diario ‘O Estado de Sao Paulo’.

De hecho, los hijos del líder derechista están siendo investigados por la Policía Federal por haber supuestamente creado un “gabinete del odio” mediante el cual se han diseminado noticias falsas.

“Sin embargo, con el diputado André Jabones, un ‘influencer‘ digital que hizo carrera con contenido sensacionalista en Facebook, aproximándose a la campaña de Lula, la distancia se redujo”, añade Apyus.

“En cualquier caso, se percibe que el material diseminado por el bolsonarismo provoca más daño”, puntualiza el analista de audiencias.

Apyus no cree que todas las ‘fake news’ sean iguales. “Técnicamente, las mentiras no siempre son completamente mentiras, sino desviaciones de la verdad, casi siempre trabajadas con una interpretación que busca conmover o causar indignación a la opinión pública, aunque el hecho reportado no presente riesgo real alguno”, comenta.

Sí hay, en cualquier caso, noticias falsas que llegan a ser prácticamente delirios. La campaña de Lula ha tenido que desmentir que el candidato sea satánico después de que aparecieran vídeos en redes sociales en los que el líder progresista participaba en ceremonias religiosas de afrodescendientes.

Bolsonaro, por su parte, también ha sido acusado de satánico tras filtrarse vídeos en los que aparecía en reuniones masónicas, e incluso ha tenido que defenderse de señalamientos de canibalismo.

Parte relevante de las ‘fake news‘ tienen que ver con la religión. Un cardenal católico tuvo incluso que desmentir públicamente ser comunista y explicar que viste de rojo porque es el color de ropa con la que visten los cardenales.

La avalancha es tal que la Justicia ha ido tomando cada vez más medidas para atajar el problema. Los jueces del Tribunal Supremo y el Tribunal Electoral establecieron hace unos días que la publicidad de cara a las elecciones termine este sábado y que las redes sociales deberán eliminar las ‘fake news‘ en menos de dos horas, bajo amenaza de fuertes multas.

Los magistrados del Supremo han exigido estos días al bolsonarismo que retirase las noticias que asocian a Lula con la represión a los religiosos en Nicaragua -a tenor de su cercanía ideológica pasada con el presidente Daniel Ortega- con el posible cierre de iglesias evangélicas y con el surgimiento del coronavirus.

Parte de esas acusaciones no se hace desde los medios oficiales de campaña sino a través de canales paralelos que funcionan ‘de facto‘ como vehículos de campaña.

El Supremo también ha exigido al entorno de Lula, por contra, retirar las noticias que vinculan a los hijos de Bolsonaro con un caso de corrupción y al presidente con el canibalismo.

“Así como las redes sociales permiten el activismo en países autoritarios, se han mostrado igualmente nocivas para atacar la democracia, dando vitrina a prejuicios, a ideas homófobas y racistas que sirven de sustento a las ‘fake news‘ y que, en el caso brasileño, tuvo fundamental importancia para elegir a Bolsonaro en 2018″, comenta Humberto Meza, politólogo de la Universidad Federal de Río de Janeiro.

Los canales donde se difunde la desinformación

WhatsApp es el principal vehículo de la desinformación en un país donde hay una gran penetración de Internet móvil en todos los estratos de la población. El 79% de los ciudadanos declara que obtiene noticias principalmente a través de esa aplicación, según un estudio reclamado por el poder legislativo hace tres años.

La red social perteneciente al grupo Meta, matriz también de Facebook e Instagram, introdujo tras las elecciones de 2018 medidas como límites de participantes en grupos o límites a la cantidad de veces que un mismo mensaje puede ser reenviado.

Parte de los seguidores de Bolsonaro, instigados por el mismo presidente, pasó entonces a utilizar Telegram, plataforma con controles mucho más laxos, cuyo servicio llegó a ser suspendido por el Supremo el pasado marzo, antes de que la empresa llegase a un acuerdo con la Justicia electoral para combatir la desinformación.