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Desbordes, candidato a la intemperie

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Agencia Uno
POR Eduardo Olivares |

En su columna política de esta semana, John Müller analiza cómo el ahora exministro de Defensa puede perfilarse como candidato presidencial. Por ejemplo, controla el aparato de su partido y cuenta con un currículum interesante.

“Lo importante no es solo cuándo se sale, también hacia dónde se sale”, comentaba a comienzos de la semana pasada un colaborador de Mario Desbordes ante los rumores que hablaban de su inminente salida del Gobierno. Si evaluamos lo ocurrido con el ya exministro a partir de esta afirmación, hay que admitir que Desbordes no consiguió controlar ni el momento -que al final fue definido por el Presidente Sebastián Piñera-, ni el lugar que esperaba ocupar que era el de precandidato presidencial de Renovación Nacional (RN).

Es cierto que ambos objetivos dependían de muchos factores. Las fechas se fueron echando encima por culpa de las numerosas filtraciones a la prensa sobre las aspiraciones de Desbordes. Inicialmente, se hablaba de que se iría del Gobierno la primera quincena de enero. Después se habló de diciembre. El jueves pasado se decía que sería el lunes o martes de esta semana. Finalmente, el Presidente de la República zanjó que fuera el viernes 18 y eso arrastró a Sebastián Sichel, presidente del BancoEstado, que no pensaba moverse hasta enero.

Piñera estaba crecientemente inquieto porque uno de sus ministros iba mutando en candidato en el seno del Gabinete. Además, las Fuerzas Armadas empezaron a incomodarse porque su ministro estuviera dedicado a la política partidista.

El segundo objetivo de Desbordes, la declaración como precandidato en el consejo general que RN debía haber celebrado el sábado 19 de diciembre, todavía era más complicado. La operación falló porque el presidente transitorio de RN, Rafael Prohens, aplazó hasta el 5 de enero la celebración del consejo general del partido. Durante la semana hubo indicios de fuerte agitación dentro de RN. Se combinaron una dura carta de Carlos Larraín marcando el terreno a la actual directiva y una operación que directamente buscaba la renuncia voluntaria de Prohens y su sustitución por el ministro Cristián Monckeberg. Prohens se negó a irse.

El viernes, el equipo de Desbordes ya había asumido la nueva situación, reorganizado sus calendarios y había decidido hacer de la necesidad, virtud. El candidato ha quedado a la intemperie durante tres o cuatro semanas más de lo que esperaban -de hecho, Desbordes se ha preocupado de remarcar este fin de semana que al candidato lo designará el consejo general de RN-, pero ese tiempo lo aprovecharán centrando los mensajes en la elección de convencionales constituyentes.

También esperan que Desbordes remonte en las encuestas, una vez liberado del peso que supone la baja popularidad del Presidente y del Gobierno en general. Pero el elemento clave que está detrás de su ambición presidencial no es su posición en las encuestas, sino su convicción de que controla el aparato de RN, del que ha sido secretario general y presidente. Se estima que un 40% de los miembros del consejo general serían leales a él.

El equipo asesor de Desbordes cree que este reúne las condiciones para pelear con éxito la primaria de la derecha y la elección presidencial. Cuenta con una biografía interesante y meritocrática: un joven nacido en provincias y criado en La Cisterna, que se hizo carabinero y estudió derecho, y que llegó a diputado y a ministro de la República. Su condición de masón, poco conocida, redondearía su currículum y le otorgaría cierto poso intelectual.

En el número de este mes de diciembre de la Revista Occidente de la Gran Logia de Chile se publica, con gran despliegue gráfico, una entrevista con Desbordes donde se le pregunta por las ideas socialdemócratas, como las que Joaquín Lavín dice tener hoy: “Mi partido, Renovación Nacional, representa distintas sensibilidades políticas y una de esas es el pensamiento socialcristiano, el cual no dista mucho de los valores que representan partidos como la CDU alemana o lo que hoy busca instalar el Partido Popular en España. Creo que lentamente los clivajes ya no son entre izquierdas y derechas, sino entre los sectores sensatos, razonables y los populismos de ultraizquierda o ultraderecha. A esos sectores tenemos que combatir si queremos cuidar nuestra democracia. Es por esto que pienso que no importa mucho el nombre que se le ponga, sino la actitud de combate hacia ideas que poco ayudan al entendimiento de las personas y tienden a llevar sus discursos hacia los extremos”.