Actualidad

Karübag: la empresa que se hace cargo de todos los residuos

Imagen principal
Canva / Fernanda Monasterio Blanco
POR Fernanda Monasterio |

Desde el pasto que se cortó o la fruta que se peló, hasta el plumavit o las colillas de cigarro: todo se puede reciclar dependiendo de a dónde acudamos.

En promedio, los chilenos generamos casi cinco millones de toneladas de residuos orgánicos al año. Y actualmente, se recicla menos del 10%. El problema más grande de los residuos orgánicos es que si estos terminan en vertederos o rellenos sanitarios liberan gas metano debido a la falta de oxígeno en estos ambientes. El metano es un gas contaminante de efecto invernadero 25 veces más potente que el dióxido de carbono (CO2).

¿La solución? Hacernos cargo de estos residuos y evitar que vayan a parar a estos lugares.

Los orígenes de Karübag

“Viví mucho tiempo en Estados Unidos y me hice amigo de un canadiense. Todos los veranos nos íbamos a su casa en Toronto a trabajar limpiando piscinas. Fue allá donde aprendí que ellos tienen un sistema de recolección diferenciado […] donde básicamente se entregaban bolsas para cada tipo de residuos”, cuenta Matías Bravo, fundador y gerente general de Karübag, en la sección Pauta Sustentable, del programa Plaza Pauta, en Radio PAUTA.

“Lo que más me llamó la atención fue que entregaban unos sacos de papel para los restos de jardín: las podas, hojas secas, etc. Eso lo llevaban a un sistema de compostaje para crear compost y abono”, agrega.

Fue ahí donde surgió la idea. Traer bolsas para compostar y vendérselas a municipalidades para que todos los restos de podas de plazas pudieran ser depositados en estas bolsas e iniciar así un proceso de compostaje.

Fue al siguiente año, en marzo de 2018, cuando decidió ampliar el rubro y comenzar a hacerse cargo también de los residuos orgánicos de cocina (cascaras, restos de alimentos, lácteos) de casas, escuelas y empresas.

“Ese primer mes reciclamos alrededor de 500 kilos. Actualmente estamos reciclando más de 60 toneladas mensuales. Hasta el momento llevamos más de 1.200 toneladas orgánicas. Si esos residuos hubieran terminado en un vertedero, hubieran emitido más de 1.500 toneladas de CO2. Gracias al reciclaje, esas 1.500 toneladas equivalen a un mes con 1.500 autos menos en las calles, o 800 mil árboles consumiendo CO2”, comenta Bravo.

¿Qué hacer con los restos orgánicos?

Lo ideal con estos residuos es compostarlos o vermicompostarlos (proceso similar, pero que utiliza lombrices) para así convertirlos en abono natural. Pero en muchas casas, por motivos de tamaño, falta de espacio, de una terraza o incluso motivación, las personas deciden saltarse este paso y desechar sus residuos orgánicos en la basura. Es ahí donde entra Karübag.

“El primer paso, en caso de un hogar a menor escala, es que le llevamos al cliente un tachito o un balde que le llamamos karubaquet, con una bolsa compostable. La persona tiene que depositar los residuos orgánicos todas las semanas y nosotros una vez a la semana vamos a la casa de la persona, retiramos la bolsita con residuos orgánicos y le entregamos una bolsita nueva. Estos residuos orgánicos los llevamos a procesos de compostaje y vermicompostaje, y cada tres meses le entregamos ese abono que se hizo con los residuos orgánicos compostados a cada uno de nuestros clientes”, explica.

En cuanto a los productos que se pueden compostar, si uno tiene un compost en su domicilio no se recomienda agregar restos de carne o productos lácteos, ya que la pila de compost no alcanzará temperaturas muy altas para la descomposición y podrían aparecer malos olores o moscas.

Esto no ocurre cuando el compostaje se realiza a escala industrial o semiindustrial. “No hay problemas con los lácteos, carnes o cítricos. Todo se puede compostar ya que en las pilas de compostaje que hacemos llegamos a temperaturas por sobre los 70 grados Celsius, entonces se va descomponiendo todo, es un proceso más largo, pero se puede descomponer sin ningún problema”, señala Bravo.

¿Y los desechos no orgánicos?

En Karübag también trabajan con una serie de residuos no orgánicos, entre ellos el plástico, papel, cartón, latas, hojalata, vidrio, aceite usado de cocina, plumavit, tetrapack e incluso colillas de cigarro.

Bravo cuenta que a cada cliente se le entregan tres sacos de entre 45 y 50 litros, uno para plásticos, otro para papel y cartón y otro para vidrios y metales. “Los traemos a la planta de reciclaje y acá los separamos manualmente. Luego cada tipo de residuo se lleva a un valorizador (una empresa que se encarga de reciclarlo) distinto y pasa por procesos diferentes”, explica.

Es por esto que se pueden reciclar desechos que en otros espacios no reciben, porque la empresa funciona como un gestor de estos residuos y los entrega a otras empresas que se harán cargo de darle una nueva vida a lo que nosotros llamamos basura.

Revisa a continuación la entrevista completa con Matías Bravo en Plaza Pauta