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La hora de la verdad

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Agencia Uno
POR Andres Sepúlveda |

“Desde la próxima semana, será el momento del análisis más profundo y de sacar conclusiones”, dice Fernando A. Tapia: “Con o sin milagro, La Roja necesitará cambios”.

Escribo a 48 horas del penúltimo partido de la selección chilena por las clasificatorias al mundial de Catar ante Brasil en Río de Janeiro. En el Maracaná La Roja irá por una hazaña, como sería rescatar puntos ante un rival que no sólo está invicto en la presente competencia, sino que además exhibe un rendimiento perfecto de local. 

El “Scracht” ha ganado todos su partidos de local y hace rato aseguró sus pasajes a la próxima Copa del Mundo. Pase lo que pase ante los brasileños, la suerte de Chile se conocerá de manera definitiva en el último compromiso ante Uruguay en Santiago. 

Llegar con vida a la última fecha de por sí supone un objetivo logrado para el técnico Martín Lasarte, tal como lo reconoció el director deportivo nacional, Francis Cagigao, quien en diversas entrevistas tras los duelos del pasado enero, señaló que al entrenador uruguayo le marcaron como una de las metas arribar a la fecha 18 con opciones matemáticas de meterse al menos al repechaje.

Salvo los más fanáticos, y especialmente las generaciones más jóvenes que han convivido con el éxito gracias a la generación dorada, buena parte del medio especializado observa con pesimismo el final de esta historia. Y es que no hay elementos objetivos que ayuden a abrigar mayores esperanzas de que la suerte del equipo vaya a cambiar en los dos últimos partidos. 

Ni con Reinaldo Rueda, ni con Martín Lasarte el equipo pudo desarrollar un estilo de juego definido, y a pesar de que con el técnico charrúa algo se mejoró, lo cierto es que la escuadra nacional jamás pudo lograr un rendimiento sólido ni mucho menos un funcionamiento que le permitiera alcanzar un nivel competitivo acorde con la exigencia en la clasificatoria sudamericana, la más dura del planeta digamos de paso, aunque se molesten los europeos.

Algunos perdieron la Fe hace rato. Entre ellos los clubes del fútbol chileno, los mismos que establecieron entre sus estatutos priorizar siempre a la selección nacional, pero que en esta última pasada no estuvieron dispuestos a suspender la fecha del campeonato para que los seleccionados del medio local se pudieran incorporar con más tiempo y sin mayores riesgos de lesiones al trabajo en Juan Pinto Durán. 

El mensaje de los dirigentes, criticado por el propio Martín Lasarte en conferencia de prensa, no es otro de que ya no vale la pena seguir apostando por una empresa que se va a pique. De alguna manera los costos de una segunda eliminación consecutiva a un mundial ya ha sido incorporado por la industria. El producto selección, que ha estrujado a una generación fantástica de jugadores, ya se ha depreciado, como lo reflejó el último contrato por los derechos televisivos para el próximo proceso clasificatorio. De US$ 120 millones acordados en 2018, este año apenas se pudo lograr un trato por US$ 75 millones luego de un primer llamado a concurso que se declaró desierto. Sin duda que una hipotética clasificación al mundial podría ser considerada a esta altura como un milagro, es decir, tal como define la palabra, como “algo extraordinario y maravilloso” que a esta altura no tendría correlato en la lógica. Por eso lo único que sostiene a las escasas posibilidades de llegar a Catar son elementos subjetivos. La Fe y la esperanza de que el equipo va a aparecer ante dos rivales durísimos, que tienen jugadores de altísima jerarquía, y que además de ello, producto de la suerte, se darán aquéllas combinaciones de resultados que necesita La Roja para asistir a la Copa del Mundo. 

Es cierto que en este deporte también existen los milagros. De hecho, tal como lo expresa el muy buen periodista argentino Pablo Lotta, “la ausencia de lógica hace que el fútbol valga la pena”. Pero también es cierto que a la larga se termina imponiendo lo razonable. Muchos veremos los dos últimos partidos asumiendo que la suerte está echada, aunque también ocultando una última gota de ilusión que alimente la creencia en fuerzas divinas o sobrenaturales que puedan cambiar el curso de la historia. Es lo mínimo que merece este puñado de grandes futbolistas que, hasta hace poco, hicieron real lo imposible. 

No asistir al mundial de Catar sería algo doloroso y decepcionante. ¿Un Fracaso? Debatible. Quedar fuera de Rusia 2018 lo fue, porque eso no fue más que una farra monumental, dada la calidad del equipo y porque objetivamente fueron los errores propios, la indisciplina y la falta de autoridad del conductor lo que nos dejó al margen

Desde que se disputó el primer mundial en Uruguay en 1930, se han organizado 21 ediciones de la Copa del Mundo. Y Chile ha asistido a 9 citas, incluyendo en la que estuvo por derecho propio como sede en 1962. Es decir, hemos estado más fuera que dentro. Desde esta perspectiva, meramente estadística, simplemente podría ocurrir lo que en la mayoría de las ocasiones pasó. Pero ciertamente que centrar todo el análisis en lo numérico es simplemente no entender mucho de fútbol. 

Nunca sabremos si con otro entrenador, y una dirigencia menos errática que la actual, habríamos estado en un estado diferente, sin tener que recurrir a la Fe y a la calculadora. Aunque probablemente si, porque es cosa de observar al plantel de Perú, que con menos jerarquía individual en relación con Chile, está más cerca de abrochar una segunda clasificación a la cita planetaria. 

Se terminan las clasificatorias. Ha llegado la hora de la verdad. Pase lo que pase, desde la próxima semana, será el momento del análisis más profundo y de sacar conclusiones. Con o sin milagro, La Roja necesitará cambios.

Fernando A. Tapia participa en Pauta de Juego, de Radio PAUTA, de lunes a viernes a partir de las 12:30 horas. Escúchelo por la 100.5 en Santiago, 99.1 en Antofagasta, y por la 96.7 en Valparaíso, Viña del Mar y Temuco, y véalo por el streaming en PAUTA.cl.