Economía

Sebastián Claro: “La regla fiscal, desafortunadamente, ya no funciona”

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El economista y ex vicepresidente del Banco Central, Sebastián Claro. Crédito: Agencia Uno
POR Marcela Gómez |

El economista plantea que el acuerdo que busca el Gobierno con la oposición debe apuntar a frenar el alza de la deuda pública y eliminar programas mal evaluados.

Aunque se ha especializado en economía internacional, el profesor del Instituto de Economía de la Universidad Católica Sebastián Claro tiene una mirada amplia y no elude opinar e involucrarse en la contingencia local. Ejemplo de esto último fue su participación liderando el consejo independiente encargado de asesorar al INE, tras la denuncia de manipulación del IPC en mayo de 2019.

En esta entrevista aborda un tema sobre el que no podía pronunciarse durante la década que ejerció como consejero del Banco Central: el desafiante escenario fiscal actual.

Junto con criticar el sostenido crecimiento del gasto público mientras el crecimiento económico ha ido a la baja, ve que no es creíble la apuesta de gastar más hoy y que el próximo gobierno se encargue de reducirlo. “Varios parlamentarios argumentan que esta discusión es el ‘desde’ y no el ‘hasta'”, advierte.

-¿Cómo evalúa la situación fiscal hoy? ¿Es la más preocupante que hemos enfrentado desde el retorno a la democracia?

“La situación fiscal en Chile se ha deteriorado sustantivamente en los últimos seis años. La regla fiscal perdió su rol, ya que cuando exigió un menor crecimiento del gasto, este no se produjo. La deuda bruta del Gobierno Central bordea el 30% del PIB, similar al de comienzos de los años 90, aunque en términos netos la posición es bastante mejor que entonces porque se han acumulado activos externos”.

“Esa es la foto. La película, sin embargo, es lo más preocupante”.

-¿A qué se refiere?

“La tendencia al aumento del gasto ha sido muy fuerte, independiente de las condiciones de crecimiento. Más bien, podríamos decir que la presión de gasto fiscal se ha acrecentado a medida que el crecimiento en Chile ha decaído. La mantención de déficits sin un ancla fiscal consolidada va a llevar a un fuerte aumento de deuda en los próximos años”.

“Este problema se estaba enfrentando antes de octubre, pero la presión a fines del año pasado produjo un giro en la discusión. Y con la pandemia la situación se ha puesto más crítica”. 

-Para hacer frente a la crisis se ha planteado usar el fondo soberano (FEES) y que Chile se endeude, aprovechando las bajas tasas actuales. ¿Le parece conveniente?

“El FEES fue concebido para acumular recursos en tiempo de bonanza y luego financiar, con sus retornos, los gastos en tiempos de menos ingresos. Esa era la lógica de la regla fiscal, por lo que no es correcto decir que fue concebido como un fondo para gastar por una sola vez. Pero la discusión actual se produce en un contexto donde la regla no existe. Por ello, la mención al FEES en ese sentido no tiene una justificación técnica, sino más bien la entiendo referencial”.

“Respecto de las tasas, efectivamente hoy son muy bajas, lo que entrega un alivio en la carga financiera de la deuda pública. Ahora, al mismo tiempo que las tasas han caído, el crecimiento de tendencia también ha caído. Sumando y restando, las perspectivas de gasto, déficit, crecimiento y deuda muestran que la situación en pocos años se hará muy preocupante”.  

-¿Cómo se conjugan las presiones por mayor gasto hoy y la imposibilidad de reducirlo en 2021?

“Ese argumento lo hemos oído desde hace varios años. Ciertamente, un presupuesto que reduce el gasto fiscal el próximo año del orden de 7% es complejo. ¿Pero eso va a cambiar en 2022? El debate actual pospone esa discusión, no la enfrenta. El mismo argumento que justifica que no puede caer el gasto en 2021 se aplica a 2022”.

“Por ello, la idea de prometer sin ningún compromiso ese ajuste durante el próximo gobierno no es creíble. Varios parlamentarios argumentan que esta discusión es el ‘desde’ y no el ‘hasta’ “.

-Gobierno y oposición están negociando un pacto fiscal con ese objetivo. ¿Qué componentes estima necesario que se incluyan?

“Es importante no confundir los planos. Una es la discusión sobre las tremendas necesidades de las familias y las empresas, otra es sobre el espacio de mayor déficit que existe”.

“En mi opinión, un acuerdo fiscal creíble debe comprometer dos cosas. Por una parte, un objetivo de estabilización de deuda fiscal bruta, descontados los fondos soberanos, a un cierto plazo; digamos cinco años. Niveles por sobre el 40% del PIB son complejos y restringen el espacio fiscal para futuros problemas. Este número no es mágico, sino una referencia”.

“En segundo lugar, este es el momento de concordar una evaluación mayor de muchos programas de gasto, eliminando los que no sirven o están duplicados. La pandemia ha mostrado que puede haber maneras mucho más directas y baratas de llegar a la gente que lo necesita, con menos burocracia”.

-¿Es momento también de sincerar que la regla fiscal ha perdido utilidad?

“La regla fiscal, desafortunadamente, ya no funciona. El problema no necesariamente ha sido la regla, sino que ha sido sobrepasada cuando ha exigido un menor crecimiento del gasto. Cualquier otra ancla fiscal sufrirá el mismo problema si no se restringe el apetito por gasto público”.

“Reconociendo las necesidades que existen, especialmente en las circunstancias actuales, el punto de fondo es que una recaudación que pueda soportar ese mayor gasto requiere de tres ingredientes. Estos son mayor crecimiento, modificaciones en impuestos específicos y excepciones, y más impuestos a todas las personas, que es la gran diferencia entre Chile y los países de mayor carga fiscal. Ninguna de esas opciones hoy parece estar disponible”.

“Hemos abierto la puerta al mayor gasto, pero no la abrimos a aumentar la recaudación de manera eficiente, sino con proyectos que golpean al crecimiento y otros que no funcionan, como el del impuesto a la riqueza“.

-El Consejo Fiscal Autónomo (CFA) está evaluando la opción de un techo de deuda, como tienen algunas naciones desarrolladas. ¿Cómo ve esa opción?

“El CFA puede contribuir mucho en esta discusión, proponiendo opciones y haciendo ver los límites a la política fiscal. Su rol no es reemplazar el debate y el acuerdo político, pero puede aportar realizando estudios independientes sobre las implicancias de diferentes escenarios fiscales y macroeconómicos”.