La mente más oscura
¿Qué hace que un multimillonario se vista de murciélago y salga a la calle a golpear criminales? ¿Cuál es la condición psiquiátrica de alguien que cree que eso es normal? Acá intentamos descifrarlo. [Artículo actualizado por PAUTA].
Con más de 60 años, alcohólico, solitario y amargado, Bruce Wayne trata de vivir sin ser Batman. El mundo se ha olvidado de él, incluso los jóvenes creen que es un mito. Mientras el crimen arrecia en Ciudad Gótica, el soltero millonario se entretiene con carreras de autos y noches repletas de whiskey. Pero nada es suficiente. Bruce no puede ser Bruce, necesita vestirse de hombre muerciélago y salir a perseguir criminales.
Ese es, muy resumidamente, el argumento de uno de los comics más aplaudidos de Batman, The Dark Knight Returns, de Frank Miller, y uno de los que mejor engloba la psicología del personaje. Según el psiquiatra J.A. Ramos, en el estudio “Batman visto por un Psiquiatra”, Bruce Wayne posee una inteligencia brilante y tiene los “rasgos de personalidad propios del tipo melancólico (…) Sujetos muy apreciados en sus círculos próximos por su meticulosidad, apego al trabajo y sentido de la obligación (…) Pero, los sentimientos de culpa que tiene Bruce no sólo surgen por las tareas supuestamente mal realizadas (esta es el motor que lo mantiene adherido a ese círculo sin fin), o por el supuesto incumplimiento de la promesa que hizo en el funeral de sus padres, también la siente por ser el único superviviente del homicidio; por no haber previsto los hechos para que nunca hubieran acaecido.”
El héroe melancólico
Al asumir el manto de Batman, Bruce lucha día a día por “solucionar” la muerte de sus padres y así purgar su sentimiento del culpa. ” Batman no es libre, sino todo lo contrario. Bruce Wayne es esclavo de sí mismo. De su forma de ser (todos lo somos) y de una promesa irrealizable que formuló a una edad en la que carecía de recursos para medir el verdadero alcance de las cosas. El Bruce adulto permanece encadenado al niño que fue y no consiguió crecer. Su personalidad melancólica le hace permanecer adherido a esa forma de comportamiento por pura rutina. Porque la rutina es tranquilizadora para ellos”, concluye Ramos, dejando claro que el playboy multimillonario jamás podrá dejar de ser el hombre murciélago.
Esta obsesión con su cruzada contra el crimen queda de manifiesto en varias historietas, como el ya mecionado The Dark Knight Returns, Batman Año Uno de Frank Miller, o incluso en las películas. En The Dark Knight Rises, la tercera entrega y final de la saga de Christopher Nolan, Bruce Wayne vuelve a ser Batman luego de un largo retiro e incluso se sobrepone a una fractura de columna para volver a enfrentarse a Bane, uno de sus enemigos más poderosos. Esta línea argumental fue sacada del comic Knightfall, cuando Batman es derrotado.
Pero no importa lo que pase, Bruce Wayne siempre volverá a su calvario, que es al mismo tiempo su escape.
Estrés postraumático
Aparte de su estructura de personalidad, presenciar en vivo el asesinato de sus padres produjo en Bruce Wayne un trastorno de estrés postraumático. Según el doctor Ramos, este diagnóstico se confirma porque el personaje cumple con dos de los requisitos de esta condición: “vivir un acontecimiento estresante con respuesta de horror intenso. También sueños recurrentes sobre el acontecimiento, en los que vive de nuevo el asesinato de sus padres como si este ocurriera allí mismo.”
Este hecho traumático, más su inteligencia brillante y una personalidad melancólica, configuraron “cierto embotamiento afectivo que fue lo que le permitió ahogar sus sentimientos e hipertrofiar lo único con lo que contaba por sí solo: su inteligencia. Ello facilitó que no elaborara el normal duelo por la muerte de sus padres.” Eso determinó la vida del personaje y lo llevó a crear a Batman, una máscara para esconder sus dificultades. Además, según el paper de Ramos, Bruce Wayne “sufre una adicción al trauma. Cuadro que tiene una explicación biológica. El sujeto se reexpone a situaciones que le recuerden los traumas originales con el fin de obtener una descarga de opiáceos endógenos que le hagan sentirse bien. Pasados los efectos de esa andanada opiácea, surge un síndrome de abstinencia que lo empuja a reexponerse al trauma para recibir otra dosis de endorfinas.”
Por eso no importa el peligro, las heridas o el riego de muerte. Batman siempre sigue adelante con su cruzada contra el crimen. Por eso se rodea de quienes lo ayudan, como Robin o el comisionado Gordon, y tiene una relación conflictiva con quienes lo contradicen, como su fiel mayordomo Alfred.
Luz contra oscuridad
En la película Batman vs Superman, el Origen de la Justicia, el vigilante de Ciudad Gótica se enfrenta al alienígena de Kripton en una pelea basada en, otra vez, The Dark Knight Returns. En este cómic el gobierno de Estados Unidos decide detener al hombre murciélago, un vigilante fuera de la ley que delinque cada noche. Para frenarlo envían a Superman, quien con sus poderes se transformó en el arma predilecta de la Casa Blanca para imponer los intereses del país en el mundo.
Bruce Wayne sabía que eso ocurriría y se prepara para el enfrentamiento. En una pelea épica, muy superior a la película de Zack Znyder, Batman triunfa, mientras le dice a su examigo: “para que nunca olvides al único hombre que te ha vencido”.
La lucha entre ambos personajes es una comprobación del diagnóstico clínico de Wayne: su adicción al trauma y la necesidad de seguir siendo Batman sin importar los costos. Esta conducta recurrente le ha valido ser calificado de fascista , ya que no tiene reparos en transgredir los derechos de los ciudadanos, dañar la propiedad privada, violar la privacidad de las personas, o ser excesivamente violento.
En The Dark Knight, la segunda película de Nolan, uno de los momentos más memorables es el diálogo entre Batman y el Joker en el Departamento de Policía. El justiciero pierde el control ante las evasivas de su enemigo y lo golpea con fuerza. “No tienes nada con qué amenazarme (…) con toda tu fuerza (…) ¡Mírate! Cómo lo disfrutas”, dice el Guasón tras cada puñetazo.
Esta escena también tiene su origen en la obra maestra de Frank Miller. En ella Batman, que vuelve de su retiro, se enfrenta al Joker en un fatídico duelo final. Luego de décadas cumpliendo su regla de no matar, Batman se descontrola y termina con la vida de su enemigo.
Esta es la única vez que Batman cede a la idea que siempre le rondó la cabeza: terminar definitivamente con las muertes y el sufrimiento que provoca el Joker. En muchas historietas y en el cine, Batman siempre decide no matar a su enemigo, incluso después que el Guasón asesinó a Robin (Jason Todd, el segundo Niño Maravilla). Por ejemplo, en el aclamado videojuego Arkham City, Batman carga el cuerpo del Joker, quien murió producto de una enfermedad.
El estricto apego a esta regla es otra de las muestras de la personalidad obsesiva de Bruce Wayne. Rasgos que han configurado la psicología que ha mantenido a Batman como uno de los personajes más influyentes y atractivos del cine, los comics, la televisión y los videojuegos.
Tonos más light
Batman no siempre ha dido representado como un antihéroe oscuro y atormentado. También han habido versiones más luminosas o incluso humorísticas. Imposible no recordar la serie Batman, protagonizada por Adam West y Burt Ward.
En este programa de televisión de los años 60 era posible ver a Batman riendo junto a Robin o incluso bailando en discotecas.
Otro ejemplo, más contemporáneo, es Batman Lego. Esta versión animada, que incluso ha llegado al cine, es una de las representaciones más refrescantes el personaje, con humor para todas las edades y altas dosis de parodia.
Otra de las versiones más light y con muy buena recepción por parte de la crítica fue Batman: la serie animada. IGN la calificó como la mejor adaptación del Hombre Muerciélago fuera de los cómics, el mejor programa de televisión de historietas de todos los tiempos y la segunda mejor serie animada de la historia, después de Los Simpsons.