Actualidad

Por qué Llaitul acusa a Carabineros

Imagen principal
Agencia Uno/PAUTA
POR Eduardo Olivares |

El jefe de la CAM aprovecha el descrédito institucional, clave en el devenir reciente del país, porque él mismo ha sido víctima de un montaje policial.

El cinismo de Daniel Jadue en el debate presidencial con Gabriel Boric cuando afirma que “hasta el día de hoy no he escuchado de ningún globo ocular roto en Cuba” vuelve a evocar el papel de Carabineros en todo el proceso político que está viviendo el país. La intensa deslegitimación social de esta institución policial es la que permite, por ejemplo, que Héctor Llaitul, líder de la Coordinadora Arauco Malleco, afirme que “preliminarmente nosotros decimos que Pablo Marchant fue ejecutado”.

Llaitul no recibirá una querella por calumnias contra Carabineros, cosa que ocurriría en cualquier país con una institucionalidad seria. Al contrario, su afirmación tiene una enorme credibilidad ante la opinión pública porque el mismo Llaitul y varios de sus seguidores han sido objeto de montajes policiales que los mandaron a la cárcel con pruebas manipuladas como se demostró posteriormente. A dichos montajes se suma lo ocurrido con el homicidio de Camilo Catrillanca, donde los agentes de la ley además encubrieron lo sucedido siguiendo una línea jerárquica de mentiras.

La profundidad de la crisis de Carabineros, que ni el gobierno ni la derecha chilena han querido reconocer en toda su extensión, es una de las piedras angulares que dan forma a nuestra coyuntura. De hecho, si a alguien hay que agradecerle el inicio del proceso constituyente es a Carabineros de Chile. Desde el primer momento, sus enormes errores de previsión no hicieron más que amplificar el alcance del estallido social del 18-O. Su mala praxis policial ha dejado cientos de heridos que son un baldón para el Gobierno y que mantienen abierta la pesadilla de un Nuremberg para Piñera con el juez Garzón merodeando por el Tribunal Penal Internacional.

Ni hablar del papel de Carabineros en La Araucanía o de la corrupción interna, donde las responsabilidades de este gobierno se solapan con las del de Michelle Bachelet y su exjefe de seguridad presidencial, Bruno Villalobos, quien ocupó la dirección general de la institución desde agosto de 2015 hasta marzo de 2018, cuando Piñera lo destituyó. Villalobos no solo conocía los detalles de la ‘Operación Huracán’ (el montaje contra Llaitul y los hermanos Huenchullán de Temucuicui), sino que pretendía continuar en el puesto con Piñera.

Resulta muy difícil hacer reingeniería de verdad en una institución policial. Es como reparar la rueda de una bicicleta sin poder dejar de anda en ella. Hoy, el Gobierno asegura que se está llevando a cabo una importante reforma de Carabineros. Pero por lo visto se trata de una autorreforma, capitaneada por su propia dirección general y de la que tenemos referencia fragmentaria.

Este ejercicio de autonomía debería recordar que ni siquiera el general Pinochet se atrevió a intervenir Carabineros en aquel tormentoso invierno de 1985, cuando el juez José Cánovas Robles descubrió quiénes eran los responsables del “caso de los degollados” y el máximo jefe de la institución, el general César Mendoza, tuvo que ceder su puesto a Rodolfo Stange. Quizá sea ese concepto de autonomía, que a veces ha sido malentendido, el que ha contribuido a llevar a Carabineros a esta situación.

John Müller conduce Primera Pauta, de Radio PAUTA, de lunes a viernes a partir de las 07:00 horas. Escúchelo por la 100.5 en Santiago, 99.1 en Antofagasta, y por la 96.7 en Valparaíso, Viña del Mar y Temuco, y véalo por el streaming en www.PAUTA.cl.