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Supremo Sergio Muñoz pide a abogados y ciudadanos denunciar conductas impropias de jueces

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Agencia Uno
POR Ana María |

En su discurso en el juramento de nuevos abogados, el presidente (s) de la Corte Suprema reflexionó sobre la ética pública tras el caso de los tres ministros suspendidos de la Corte de Rancagua.

En la mañana de este viernes 5 de abril, durante su discurso en el juramento de nuevos abogadas y abogados, el presidente (s) de la Corte Suprema, Sergio Muñoz, se refirió al caso que involucra a tres ministros de la Corte de Apelaciones de Rancagua, quienes se encuentran suspendidos por cuatro meses por posible tráfico de influencias, entre otras aristas, y llamó a observar y denunciar la conducta de los jueces.

Dirigiéndose a los abogados en juramento, les dijo: “Es labor de los abogados, de ustedes, al igual que de toda la ciudadanía, observar la conducta de los jueces y denunciarla si es necesario. De esta manera podremos seguir fortaleciendo nuestra institución para lograr la tan anhelada excelencia judicial, que no es nada más y nada menos que obrar conforme a los valores y principios que nos proporciona la ética”, dijo Muñoz. Y agregó que “se debe tener presente que los conceptos de ética, moral y derecho se relacionan porque están referidos a la conducta humana, a nosotros mismos, a nuestro actuar. Del mismo modo, todas ellas, estas tres conductas, la ética, moral y derecho, están llamadas a ser coincidentes en sus objetivos y, por lo mismo, nunca debieron ser contradictorias y menos desconocidas”.

En su discurso ante los nuevos abogados, Muñoz también dijo que un juez no sólo debe serlo, sino también parecerlo. “El ejercicio de la función jurisdiccional lleva por consiguiente la superación de la mirada tradicional concentrada solo en el conocimiento y habilidades jurídicas; se complementa con el respeto de elevados requerimientos morales del juzgador. Desde esa perspectiva, se comprende que el juez no solo debe preocuparse por serlo, según la dignidad propia del poder que se le ha conferido, sino también de parecerlo, dado que las normas éticas son inmanentes, que incluso no requieren declaración”.

Añadió que, desde el punto de vista de la ética, “las personas tienen plena claridad de lo que constituye un actuar correcto, en especial por el interés que guía su conducta, debido a lo cual se ha dicho, incluso, que no es necesario establecer reglamentos rígidos que contemplen tales principios. Todos sabemos lo que debemos hacer. La atención con que hoy se mira y razona sobre estos aspectos, como el genuino interés de la ciudadanía en torno al tema, dan cuenta de la importancia que reviste para la sociedad y en particular para el ámbito judicial”.

“La autoridad está para servir”

Una de sus frases tuvo un fuerte componente político o republicano: “La autoridad no está para ser reconocida, considerada o ensalzada, está para servir a la gente. Por ello no es la autoridad la importante, es el pueblo, la gente”.  Y, respecto de su conducta, recordó que “en el mundo de los medios de comunicación se ha dicho que a mayor autoridad, menos intimidad, porque puede ser inspeccionada también por la misma gente, sobre todo, a mayor autoridad, mayor consecuencia entre lo que se dice y se hace. La coherencia es lo fundamental, como también la claridad y la verdad en el mensaje que se entrega. No es posible tener un doble discurso, se debe decir solamente aquello que se está dispuesto a realizar”.

El supremo, quien integra la Tercera Sala del máximo tribunal, enfatizó en el que el Poder Judicial se ha empeñado por “bastantes años” en promover el respeto de la ética, la probidad y la legalidad y que “hechos como los investigados en la jurisdicción de Rancagua nos permite advertir que la tarea siempre está en construcción. Nunca es suficiente instar por el respeto de aquellos principios en la función jurisdiccional”.

Agregó que en un Estado democrático de Derecho, “al juez se le exige que se esfuerce por encontrar la solución justa y conforme a derecho para el caso jurídico que es materia de su competencia, labor que se la ha confiado por la demostración de ejercer una conducta honesta. Esta confianza no es graciosa, se debe mantener día a día; es uno de los aspectos que otorga legitimidad social a la labor de cada juez”.