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Piñera apela a los 30 años de la recuperación de la democracia para demandar unidad

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POR Eduardo Olivares |

En su mensaje a la Nación, el Presidente utilizó un tono de llamado al diálogo y respeto a la Constitución.

Lo ha hecho otras veces: agradecer a los Jefes de Estado que lo han precedido a partir de 1990. Y sobre todo lo ha subrayado respecto del exmandatario Patricio Aylwin, a quien suele recordar y citar. A todos ellos mencionó el Presidente Sebastián Piñera en su Cuenta Pública 2020 en Valparaíso.

Fue, cómo no, un discurso al que hay que agregarle el adjetivo “inédito” dadas las condiciones excepcionales causadas por la crisis sanitaria. De un Salón de Honor en el Congreso que solía estar repleto en este tipo de eventos en ocasiones anteriores, ahora cabían unos 50 funcionarios entre un grupo de ministros del Gabinete, representantes de las entidades autónomas del Estado y algunos parlamentarios. Otra imagen para la colección de este año pandémico.

Hubo algo también inédito: la inserción de gráficas en el texto del discurso que fue leyendo el Presidente pasadas las 20 horas de este viernes 31 de julio. Fueron 12 láminas de un fondo de azul intenso y un diseño con llamativos contrastes de colores, la mayoría enfocadas en la gestión del combate al Covid-19 y otras sobre la reactivación económica.

Y hubo otras dos estratégicamente incluidas cuando iba en la mitad del mensaje, vinculadas con los logros de las últimas tres décadas.

Son 30 años

En medio de las protestas sociales de octubre de 2019, uno de los eslóganes más repetidos fue el de “no son 30 pesos, son 30 años”. Con este se intentaba reflejar que el problema desatado ese mes no fue el alza de $30 en el valor del Metro, sino la aplicación de la política económica actual. Numerosos políticos que participaron en los gobiernos de la Concertación y de la Nueva Mayoría se plegaron a esas demandas y no todos condenaron los hechos de violencia que zamarrearon al país.

“Durante estas últimas tres décadas juntos fuimos construyendo nuestro país. Todos los Gobiernos aportaron lo suyo: el presidente Aylwin, el presidente (Eduardo) Frei, el presidente (Ricardo) Lagos y la presidenta (Michelle) Bachelet entregaron lo mejor de sí mismos e hicieron su mejor esfuerzo para hacer de Chile un mejor país”, contrastó Piñera ahora.

Para que no quedaran dudas del énfasis de sus palabras, insistió: “Este año celebramos 30 años desde que recuperamos en forma ejemplar nuestra democracia. Pero no solo recuperamos nuestra democracia. También avanzamos a paso firme en el desarrollo económico, social y humano, en base a un amplio acuerdo por la democracia, por la economía social de mercado y por la justicia social”.

En ese lapso, agregó, se incrementó el ingreso por habitante en cinco veces y la pobreza se recortó en 60%, lo cual permitió “que surgiera una amplia y diversa clase media”. Así introdujo la primera de las dos láminas de este segmento, en la que refirió, además, al indicador Gini sobre desigualdad que también exhibe una disminución entre 1990 y 2017.

“También aumentamos significativamente la expectativa de vida, redujimos fuertemente la mortalidad infantil y aumentamos la cobertura, calidad y acceso a la educación en todos sus niveles, pasando de 230 mil a 1,2 millones de estudiantes en la Educación Superior”, añadiría el Presidente más tarde antes de mostrar la segunda lámina de este segmento.

En una línea discursiva similar a la adoptada tras los hechos de octubre, el Jefe de Estado remarcó que los datos son indicativos del liderazgo chileno en desarrollo económico y humano en América Latina. Y tras ello el “pero” que resulta evidente: “Ello no significa desconocer las carencias, desigualdades y dolores que siguen afectando a muchas familias chilenas, lo que expresaron con fuerza los chilenos con sus legítimas manifestaciones del año pasado. Este mensaje lo hemos escuchado con atención y nos exige reflexionar y enmendar rumbos respecto al país que queremos seguir construyendo hacia el futuro”.

En octubre de 2019 las protestas se intensificaron y en noviembre recrudecieron. Una fecha en particular quedó marcada en el calendario de cuando Sebastián Piñera, pudiendo optar por un estado de excepcionalidad de mayor dureza, eligió abrir la puerta a un diálogo político de emergencia.

“La noche del martes 12 de noviembre del año pasado marcó un punto de inflexión”, recordó. “Tras una jornada de intensa violencia, y ante la disyuntiva de restablecer el estado de emergencia o darle una nueva oportunidad al diálogo, a los acuerdos y a la paz, optamos por este último camino. Propusimos un Acuerdo por la Paz, la Justicia Social y un camino para cambiar o perfeccionar nuestra Constitución”, añadió citando los tres componentes de sus palabras de esa noche (“paz”, “justicia” y “nueva Constitución”).

Unos días después, los representantes de la mayoría de los partidos políticos aceptaron esa propuesta y alcanzaron un acuerdo con esos mismos conceptos y que abrió la llave al proceso constituyente.

La solución constitucional

Pero esa apertura constituyente no calmó la violencia y por ello dedicó pasajes a la condena respectiva. 

“Hemos visto en los últimos tiempos cómo la violencia y la intolerancia están afectando el debate democrático y debilitando la paz social. La violencia callejera, las funas, el vandalismo o el amedrentamiento son incompatibles con una sociedad democrática, que debe fundarse siempre en el respeto y tolerancia con las diferencias, y en el diálogo y la solución pacífica de las controversias. Debemos condenar siempre la violencia, con voluntad, coraje y sin ninguna duda, venga de donde venga, tanto física, como a través de redes sociales u otros medios”, dijo.

De ese modo, apeló a la urgencia de la defensa de la democracia. Y también del Estado de Derecho, para lo cual vertió un velo que proteja a determinadas entidades: “Esta tarea fundamental recae en las instituciones que la Constitución y nuestro orden jurídico consagran, y que corresponden al Gobierno, las policías, el Ministerio Público, los Tribunales de Justicia y Gendarmería. Estas instituciones son fundamentales para la República y siempre deben ser respetadas”.

Por lo mismo, exigió el respeto a la Constitución y las leyes. “La separación y autonomía de los poderes del Estado y el estricto respeto de las atribuciones que la Constitución y las leyes les otorgan a cada uno de ellos, es otro pilar esencial” de la democracia, alegó en medio de los visibles conflictos entre el Ejecutivo y el Legislativo galvanizados en la reciente disputa por la Ley del Retiro del 10%.

“En los últimos tiempos estos pilares se han debilitado, lo que constituye una grave amenaza para el futuro de nuestra República, nuestra democracia, la paz y la sana convivencia entre los chilenos”, advirtió. “Todos tenemos derecho a proponer cambios a nuestra Constitución y leyes, por los caminos que ellas establecen. Pero todos debemos respetarlas, y muy especialmente las autoridades que juramos o prometimos hacerlo siempre”.

La casa dividida

Siguiendo aquella fibra institucional, proporcionó las siguientes palabras a la comunidad civil y política: “Podemos tener diferencias, ¡viva la diferencia!, pero es mucho más lo que nos une que lo que nos separa. Nos unen nuestro héroes y símbolos patrios, nuestra cultura e historia, nuestras tradiciones y costumbres, nuestra geografía y paisajes; nuestra tierra y nuestra gente, y por sobre todo un futuro a construir juntos”.

Por ello, continuó: “No podemos dejarnos atrapar por rencillas destructivas y conflictos permanentes”. 

“Una casa dividida no puede prevalecer. Un país dividido no puede avanzar. El rol del Gobierno y la oposición no es enfrentarnos o intentar destruirnos mutuamente”, afirmó. “La historia de Chile nos ha enseñado que cada vez que nuestro país no aprovecha sus oportunidades, se estanca, descuida el crecimiento y pierde el sentido de misión compartida”.

Treinta años después de recuperada la democracia, cerró su discurso así: “La historia nos ha enseñado una y mil veces que cada vez que nos hemos dividido y enfrentado como enemigos, hemos cosechado amargas derrotas y muy enormes dolores, y hemos dañado a los más vulnerables. En cambio, cada vez que nos hemos unido detrás de una causa noble hemos conquistado hermosas victorias. Así conquistamos nuestra libertad e independencia. Así recuperamos nuestra democracia”.