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El Partido Socialista entra en crisis con sus representantes en la Convención

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Agencia Uno
POR Eduardo Olivares |

En el Colectivo Socialista existen visiones divididas sobre la labor de Ricardo Montero en el acuerdo de medianoche. Entre los senadores, en cambio, consideran su actuación como grave.

Los borradores con la propuesta de los socialistas en la Convención Constitucional pasaron de WhatsApp en WhatsApp. En todos ellos aceptaban terminar con el Senado, porque entendían que no había margen de acuerdo con el resto de las fuerzas de izquierda para conservarlo tal como está hoy. Pero para eso habían ya levantado la idea de crear una “Cámara Territorial” que permitiera corregir dos críticas concretas que recibían por todos lados: que la actual Cámara Alta no representa en forma suficiente los intereses de las regiones, y que era vista por grupos asiduos a las funas virtuales como un espacio de élite.

Pero el Colectivo Socialista, articulado en esa tarea por el convencional Ricardo Montero, cedió. No un poco, sino que cedió en prácticamente todo lo fundamental. Un conocedor de las tratativas lo describe como una “capitulación”.

El resultado se expresa hoy en una crisis interna en la tienda que preside Álvaro Elizalde, quien mientras estas tratativas ocurrían andaba de gira en Europa visitando a los políticos del Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Nadie le consultó sobre el arreglo concretado antes de la medianoche del lunes. Se enteró después, en medio de la molestia creciente de dirigentes y parlamentarios.

Elizalde y el resto de los presidentes del socialismo democrático (PPD-PR y PL) están en España en una cumbre encabezada desde el PSOE. A la comitiva también se sumaron algunos parlamentarios, entre ellos, José Miguel Insulza, jefe de bancada de senadores del PS. Algunas de sus reuniones han sido con el expresidente del gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero, quien en los últimos años ha apoyado al régimen de Nicolás Maduro en Venezuela.

La jugada del Frente Amplio y el poder del PC

Tempranamente en las conversaciones sobre el nuevo régimen político, el Frente Amplio -representado en esas materias por Jaime Bassa y Fernando Atria– anunciaron su inclinación por dos cambios sustanciales: un sistema parlamentario (Bassa) basado en una fórmula unicameral (Atria).

El ideal parlamentario, e incluso semipresidencial, pronto quedó en el camino, pero básicamente por el Partido Comunista nunca cedió en ese punto. Los convencionales Bárbara Sepúlveda y Marcos Barraza nunca soltaron la figura presidencial. Han terminado por llamarla “atenuada” solo para distanciarla de la idea instalada (no basada en la evidencia) de que el actual es un esquema hiperpresidencial, y en cambio terminaron fortaleciendo la institución con la propuesta de instalar una dupla Presidencia-Vicepresidencia (en acuerdo con constituyentes de derecha como Marcela Cubillos). En esas matemáticas, las preferencias socialistas o del resto de los colectivos de izquierda no fueron decisivas.

En cuanto al unicameralismo, el PC lo había marcado como un objetivo profundo. Daniel Núñez, diputado comunista y senador electo, lo mencionó abiertamente el año pasado cuando dijo que esperaba “el fin del Senado”. Marcos Barraza lo enfatizó en la Convención.

Pero había resistencia socialista. Eso se suponía. Entonces Atria llegó a decir que su preferencia unicameralista no tenía respaldo. Tanto él como otros convencionales, como Rosa Catrileo (Mapuche), hablaron de que debían “ceder” ante quienes pedían más bien un bicameralismo “asimétrico”, como el Colectivo Socialista. Pero el resultado del lunes señaló un triunfo insospechado para el Frente Amplio, el PC y varios de los colectivos de izquierda: independientemente de cómo quieran presentarla los convencionales socialistas: el denominado “acuerdo transversal” mantiene a los diputados, cuya entidad ahora crece y se llamaría Congreso Plurinacional, pero elimina de raíz al Senado.

La innovación es un “Consejo Territorial”. Se le despojó incluso el nombre de “Cámara”. Casi sin atribuciones, su único poder consiste en revisar el Presupuesto anual y eventuales leyes regionales. Pero incluso si tuvieran una diferencia insalvable con los diputados, el nuevo Congreso Plurinacional tiene la capacidad de insistencia que significa que su opinión prevalece.

El actual diputado PS y senador electo (por un supuesto período de ocho años) Juan Luis Castro lo resumió así en una entrevista con Radio PAUTA el martes: “Es un asesinato encubierto [del Senado], para decirlo en buen chileno. Es decir, no se ha visto en otra parte que esto sea un cambio de nombre. Esto, claramente al revisar el detalle, es la eliminación del Senado”. Consideró la decisión de sus compañeros como “grave”.

Quien lo dijo mejor incluso fue el convencional comunista Marcos Barraza, al calificar el resultado como un “unicameralismo corregido”.

La crisis

Ahora el Partido Socialista está en crisis. Álvaro Elizalde, cuyo período como senador termina en cuatro años (Atria ha hablado de que justo serían cuatro años los pensados para que entre en vigencia el nuevo Consejo Territorial), debió destinar buena parte de su tiempo en España a averiguar qué sucedió e identificar cómo corregir eventualmente el camino.

Rabindranath Quinteros, actual senador, dijo a La Tercera que “no conoce” al sindicado como principal responsable socialista del acuerdo, Ricardo Montero. El punto es relevante. En Radio PAUTA, Montero dijo que el acuerdo de medianoche representaba al Partido Socialista.

“El que cree que la postura del partido va a prevalecer en la Convención sobre el resto de las posturas está equivocado y no entiende esta Convención, esta es una diversa”, comentó el convencional socialista Tomás Laibe.

Y agregó: “Desde el primer día dijimos que estábamos por un presidencialismo atenuado, por un bicameralismo asimétrico y con mejoras al sistema político o que se hagan cargo de las desconfianza y legitimidad del sistema. Lo que hemos visto estos días es un liderazgo de nuestro coordinador, Ricardo Montero, que lo que ha logrado es precisamente avanzar las posiciones de todos los colectivos, que todos cedan y puedan confluir a una propuesta que estamos seguros va a alcanzar los dos tercios”.

Tanto Quinteros como Castro plantearon que no es cierto que Montero represente el PS en la Convención. Incluso Castro contó a este medio que en los siguientes días se notaría “la profunda molestia” por lo ocurrido.

“Son declaraciones apresuradas dado que el debate esta recién en desarrollo”, contestó el convencional socialista Max Hurtado a PAUTA. “Creo que deben comprender rápidamente que existe un diagnóstico compartido por todos, expuesto incluso por la presidenta del Senado en nuestra comisión, sobre la necesidad de agilizar el proceso legislativo y terminar con la tramitación espejo, eso claramente va a introducir cambios en el actual Congreso Nacional, y me parece que esos cambios llegaron para quedarse”, añadió.

Sin embargo, hay diferencias entre los constituyentes del sector.

“Yo no he venido a esta Convención con un ánimo refundacional”, dice a PAUTA el constituyente PS Pedro Muñoz. “El acuerdo político base al que se llegó en la centroizquierda para proponer un modelo de Congreso es un acuerdo base, que tiene que ser sometido a votación al interior de la Comisión de Sistema Político y en segundo lugar en el Pleno. Espero que esta reflexión y discusión se abra mucho más, a todos los sectores, porque en Sistema Político y en la construcción de instituciones en nuestro país tenemos que hacerlo como los suizos, construir relojes que funcionen de la mejor forma posible y yo he concurrido a este acuerdo. Todos hemos tenido que ceder. Insisto: es un acuerdo base que tiene que ser perfeccionado, mejorado y ajustado”.

Si en la Comisión de Sistema Político el acuerdo se concreta con la mayoría de los votos, como se espera, deberá pasar al Pleno para su votación general y eventualmente particular. Los cálculos indican que la desaparición del Senado sería aprobada en general, por lo que la gran misión de los dirigentes del PS sería frenar esa propuesta en la fase particular, incluso si eso conlleva la desautorización flagrante de Montero y otros. Solo si la norma se rechazara en particular debería volver a la comisión, para una nueva redacción.

Hasta ahora, dicen conocedores de la negociación entre los constituyentes, las mayores chances apuntan a la futura extinción del Senado.

Los costos inmediatos, sin embargo, los podría pagar la administración entrante de Gabriel Boric.

La mirada en Boric

Ahora los objetivos de los parlamentarios del PS están puestos en dos políticos: el Presidente electo Gabriel Boric y el futuro ministro secretario General de Presidencia, Giorgio Jackson.

En la mañana de este miércoles 23 de febrero, desde el gobierno entrante reconocían que no habían hablado con los senadores de izquierda y de la centroizquierda y que a partir de la próxima semana se coordinarán citas con los distintos comités. Explican las mismas fuentes que era esperable que la propuesta de un bicameralismo “distinto” -así lo llaman para tranquilizar las aguas- y más territorial molestará a los miembros de la Cámara Alta.

Por su parte, desde la cúpula el PS manifestaron en privado su preocupación por el debate y por cómo esta tensión puede afectar las relaciones futuras entre La Moneda, los nuevos partidos de gobierno y su repercusión en el Senado.

“Los parlamentarios están indignados”, dicen en las filas socialistas, porque leen la situación como un problema político. De hecho, una de las reflexiones más duras que se hacen en el PS y también en algunos de sus partidos vecinos del llamado “socialismo democrático” es que Apruebo Dignidad tiene cinco senadores de 50 y que quieren por la vía de la nueva Constitución “cambiar la correlación de fuerzas del Parlamento”.

Las mismas fuenten advierten, además, que si desde el gobierno entrante no se da una señal o una hoja de ruta en esta materia, la molestia no solo será de un sector de la centroizquierda, también se sumará sin duda la derecha, haciendo más difícil la aprobación de la agenda legislativa de la administración de Gabriel Boric. “Los van a responsabilizar por no haber movido un dedo y haberle dado otro aire a la Convención”, comenta otro dirigente del socialismo democrático.

También lo advirtió el propio Juan Luis Castro: “Esto termina rebotándole, en un sistema como el nuestro, al propio Gobierno y por eso yo me atrevo a decir de que aquí este es un llamado de alerta amarilla roja para que el Gobierno, el Comité Político, el ministro [Giorgio] Jackson, [CamilaVallejo, [IzkiaSiches, tomen de una vez por todas cartas en el asunto porque el Gobierno es de izquierda, nosotros lo apoyamos como socialistas, tiene amplia representación en la Constituyente, pero no se ha involucrado en nada. A mi modo de ver, no para interferir, pero sí para tener un nivel de influencia razonable en lo que va a ser el pavimento, el camino soberano de Gobierno, porque sino el programa de Gobierno va a ser inviable si todo se enreda en la fase de salida“.

De todas maneras, desde la centroizquierda aseguran que no han hablado como bloque con algún ministro entrante más allá de los reclamos puntuales de algunos dirigentes, porque “esos temas se tienen que hablar a la cara” y no por teléfono. Además, los timoneles del PS, PPD, PR y PL que están en España recién llegan el martes de la próxima semana a Chile.