Deportes

Fútbol de alcantarilla

Imagen principal
Agencia Uno / PAUTA
POR Andres Sepúlveda |

“La última semana sirve quizás para graficar el actual estado del fútbol chileno: oscuro, maloliente, nauseabundo”, dice Fernando A. Tapia: “El fútbol chileno huele fétido y pestilente”.

La última semana sirve quizás para graficar el actual estado del fútbol chileno: oscuro, maloliente, nauseabundo. La crisis del arbitraje, que desembocó en la salida de Javier Castrilli de la comisión, tiene aún capítulos por escribirse.

Los audios filtrados del juez Francisco Gilabert, que dirigió el polémico partido de la promoción entre Huachipato y Copiapó, lejos de aclarar los hechos han terminado por confundir aún más el panorama, toda vez que sus dichos registrados en la grabación no son para nada consistentes con los que quedaron grabados en la secuencia del VAR y mucho menos con su actitud en la cancha. Los involucrados han entregado versiones contradictorias en diversos medios, y no son pocos los que a esta altura piensan lo que aquí hubo pudo ser un montaje que buscó precisamente desencadenar la salida del exjuez argentino del máximo cargo en el comité arbitral. Lo anterior sería altamente grave, y es urgente que de una vez por todas sea un organismo externo, derechamente la justicia, la que permita esclarecer la verdad.

Hoy ninguna instancia en la ANFP cuenta con la credibilidad suficiente que garantice una investigación imparcial. Hoy la oficina de cumplimiento, que hipotéticamente actúa como policía interna en el fútbol chileno, también supuestamente de manera independiente, lleva adelante una investigación para determinar si hubo o no presiones en el cobro del famoso penal a favor de Huachipato. La entidad, que dirige el abogado Miguel Ángel Valdés, acarrea un par de bochornos que alimentan las dudas, como la carta amenazante a periodistas de La Red ante denuncias de arreglos de partidos -cuestión que hoy investiga la justicia- y el informe que entregó al directorio de la ANFP en el que aseguraba que las acusaciones por pagos en negro en el club Melipilla no tenían respaldo suficientes, aunque al final el club terminó siendo sancionado, y su reclamo rechazado en el TAS.

La gestión de Castrilli fue a todas luces un desastre. Vino con la promesa de mejorar el arbitraje, y luego de seis meses, todo es peor. A su equipo no sólo incorporó a miembros del club del póker, otra vergüenza histórica del fútbol chileno, sino que además nombró como su mano derecha a Osvaldo Talamilla, un ex árbitro que además de generar anticuerpos en muchos jueces, acumulaba deudas personales por más de 300 millones de pesos. Esto lo hacía altamente vulnerable a tentaciones, tal como se le sugirió en instancias internas al propio Castrilli, con documentación en mano. Lo mismo se le advirtió al directorio y al presidente de la ANFP, Pablo Milad. Pero todos hicieron oídos sordos, generando un clima enrarecido desde el comienzo de la gestión. El “Sheriff” siguió adelante, desoyendo los consejos y actuando con el aval de la máxima autoridad del fútbol.

En el camino fue ganando enemigos, y en esa dinámica rápidamente se encontró con una muy dura y masiva resistencia de una gran mayoría de los árbitros. El capítulo final fue la intervención del juez de hierro en la impugnación de la directiva del sindicato, la que a su vez estaba siendo fuertemente cuestionada por los afiliados por su excesiva y extraña cercanía con la comisión de arbitrajes, y especialmente por la falta de transparencia con los balances económicos, y las dudas con el destino dado a los dineros llegados a través de un auspicio exhibido en el canal dueño de los derechos televisivos.

Surgió la amenaza de paro y coincidentemente la divulgación del audio del juez Gilabert, en donde se sugiere una conspiración entre Castrilli y el presidente de Huachipato, Victoriano Cerda. Si hubo o no interferencia externa en el cobro de un penal, ya está dicho, debiese ser aclarado por la justicia. Lo que no se puede obviar es que el famoso audio de WhatsApp del árbitro Gilabert fue filtrado precisamente desde una de las partes en conflicto. Y la consecuencia fue justamente la salida de Castrilli y sus colaboradores directos, además la reincorporación de los árbitros despedidos por el argentino -varios de ellos, también hay que decirlo, exonerados como revancha ante la posibilidad de una paralización, lo que restó credibilidad a los supuestos criterios técnicos con lo que se justificó la medida-.

Si no es la justicia, será el tiempo el que traerá la verdad de los hechos. Esta semana se inició también con la confesión del ex seleccionador Martín Lasarte, que en entrevista con ESPN, reconoció que en la pasada Copa América de Brasil, efectivamente hubo un acto de indisciplina que entonces, oficialmente, se hizo pasar por el imprudente ingreso de un peluquero en la concentración del equipo en el hotel. Una mentira útil que sirvió para no desencadenar la crisis en medio del torneo, y de paso volver a encubrir una falta grave de miembros del plantel, con la complicidad del propio técnico, y por cierto de la dirigencia, con la triste dupla del presidente Pablo Milad y el director deportivo de la Federación, Francis Cagigao. El fútbol chileno huele fétido y pestilente. Urgentemente hay que sacarlo de la alcantarilla.

Fernando A. Tapia participa en Pauta de Juego, de Radio PAUTA, de lunes a viernes a partir de las 12:30 horas. Escúchelo por la 100.5 en Santiago, 99.1 en Antofagasta, y por la 96.7 en Valparaíso, Viña del Mar y Temuco, y véalo por el streaming en PAUTA.cl.