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Agustín Squella: “Apostaría que la significativa mayoría de los constituyentes creen en el diálogo”

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Agencia Uno
POR Cecilia Andrea |

El Premio Nacional de Humanidades aborda el clima de trabajo en el órgano constituyente. “De pronto aparece el feo rostro de la mala política. Pero aparece de una manera esporádica, no constante”, afirma.

La semana pasada, la Comisión de Reglamento dio una discusión curiosa: si estaría permitido o no abstenerse durante las votaciones de esa instancia. El Premio Nacional de Humanidades y constituyente Agustín Squella -uno de quienes más ha usado la abstención en las tres semanas de trabajo- estuvo en el grupo de defensores de esa herramienta, argumentando que es necesaria cuando no quiere aprobar por no estar de acuerdo ni tampoco rechazar, por su connotación “odiosa”. 

Su postura moderada en ciertos aspectos lo ha alejado de la mayoría de las propuestas que se han impuesto en la Convención. En Primera Pauta, de Radio PAUTA, reconoció a días de iniciado el trabajo constituyente que se sentía “solo”, pero ahora agrega que “nunca aislado, converso con todos”. De hecho, asegura que el momento de las pausas de la Convención Constitucional, entre los café y snacks, es el más propicio para el diálogo entre los convencionales.

Esa es la misma instancia que utiliza para esta conversación con este medio, en la que aborda sus percepciones sobre las tres primeras semanas de trabajo del órgano constituyente y una escena que protagonizó al finalizar una sesión de la Comisión de Reglamento en la que participa. “Nadie quiere escuchar opiniones distintas”, criticó cuando los constituyentes se estaban yendo, al finalizar un álgido debate sobre los conflictos de interés. 

Hace un par de días, en una sesión de la Comisión de Reglamento acusó que se quedó hablando solo y que “nadie quiere escuchar opiniones distintas”. ¿Persiste en esa lectura?

“No. Por supuesto que no persisto. Por lo demás, esa frase fue dicha al término de una reunión de la Comisión de Reglamento, que está funcionando muy bien, como una especie de desahogo, en el entendido de que la reunión había terminado. No refleja lo que pienso de la Comisión ni tampoco siquiera lo que pienso de los plenarios. Fue porque en ese momento que se levantó la reunión, estaba diciendo algo y lógicamente nadie me escuchaba. Hay que entenderlo en ese contexto, con esa motivación y no darle ninguna importancia, porque sería injusto sacarla de ese contexto para pensar que lo que quise decir es que aquí estoy perdiendo el tiempo. No. Si aquí nadie escucha a nadie, pues habría que estar en cualquier parte menos aquí, y yo quiero seguir aquí”.

– Usted ha destacado en diversas entrevistas la importancia del diálogo para el trabajo de la Convención. ¿Ha encontrado respaldo a esa postura entre otros constituyentes?

“Sí, en muchos, que lo expresan directamente; y muy probablemente en algunos que no llego a conocer. Apostaría que la significativa mayoría de los constituyentes creen en el diálogo, la conversación, el razonamiento, dar razones a favor de las posiciones propias y a la vez escuchar y ponderar razones que te puedan dar quienes piensan distinto. Es el único camino posible y plausible para llegar a concordar por dos tercios, ni más ni menos, en las disposiciones de una nueva Constitución. Doy por hecho que ese ánimo existe. Han ocurrido situaciones, intervenciones, que ponen en entredicho eso, pero no nos olvidemos de que la mayoría de los convencionales constituyentes no utilizan la palabra en los plenarios. Después, cuando uno se acerca a ellos en el momento del café, y los escucha, la significativa mayoría no puede estar sino en esa posición”.

– ¿Pero a qué atribuye que en algunas intervenciones haya críticas tan fuertes a algunos sectores, como a Chile Vamos? Recientemente un constituyente los acusó de “mentirosos” y “ladrones”. ¿Cómo se condice esa idea del diálogo con esas intervenciones?

“Siempre los buenos climas de un verano tienen momentos de mal clima. Sí, han ocurrido episodios lamentables donde se han dicho cosas como las que recuerda, pero junto con lamentarlas, porque siempre hay que lamentarlas y en el futuro ojalá evitarlas, son episódicas, son circunstanciales. No es posible seguir juzgando a la Convención Constitucional en esta fase de instalación, fijándose únicamente en ciertos momentos ásperos, o definitivamente inconvenientes o indebidos, que sí han ocurrido. La instalación oficial de la Convención Constitucional ocurrió el 4 de julio, pero en rigor es un proceso que partió ese día. Si ni siquiera tenemos reglas para la operativa interna de la Convención, no tenemos reglamento, apenas nos hemos dividido en comisiones para trabajar; no es raro que haya habido cierto desorden, cierto grado de improvisación por parte incluso de la Mesa; pero qué podíamos esperar si partimos casi sin reglas. Estamos en ese proceso y decirlo públicamente creo que puede ayudar a que la ciudadanía comprenda mejor lo que estamos haciendo, y no se precipite a dar juicios negativos sobre la Convención cuando, por favor, aún estamos en la instalación de la misma”.

– Un par de días antes de la instalación de la CC, usted proyectaba que a pesar de que la redacción de una nueva Constitución fuera una tarea política, no debía verse corroída por los “narcisismos, protagonismos, inmediatismos y egoísmos de la política común” . ¿Se han replicado esas características en el trabajo de la Convención?

“Si uno mira la política desde esta Convención como una manera de ponernos de acuerdo en el mejor tipo de sociedad para Chile, estamos excluyendo las malas prácticas de la política. Y esas malas prácticas, como comprobamos para el desaliento ciudadano, son los narcisismos exagerados, los protagonismos innecesarios. [En la Convención] Se producen de pronto, de pronto aparece el feo rostro de la mala política. Pero aparece de una manera esporádica, no constante, y cuando ha aparecido en sus expresiones más duras, por ejemplo, cuando uno de los convencionales celebró que actos de violencia se ejecutaran sobre otros convencionales, recibió la crítica de todos los demás constituyentes, o casi todos, y se retractó públicamente de sus palabras. Vaso parte llena, parte vacía, hay que mirar siempre las dos. Hay que hacer un esfuerzo en tal sentido para no caer en la autocomplacencia, el ‘todo es bueno’, pero tampoco caer en la autodestrucción que se puede producir a partir de que estás mirando solo lo negativo y no estás teniendo suficientemente en cuenta los logros”.