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La (re)conquista del centro político: el nuevo desafío de Cristián Warnken

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Agencia Uno
POR Manuel Izquierdo |

El nuevo presidente de Amarillos por Chile asegura en entrevista con PAUTA que en el centro “hay un vacío gigantesco” al que la nueva colectividad quiere apelar. Afirma que se reconocen “herederos de un espíritu reformista, no revolucionario” y plantea que serán “una fuerza mediadora y de diálogo”.

Visiblemente nervioso y emocionado. Así estaba el filósofo, escritor y académico, Cristián Warnken, tras el evento del viernes 23 de septiembre en el ex Hotel Neruda, donde Amarillos por Chile consiguió las 100 firmas que le permitirán dar los primeros pasos ante el Servicio Electoral (Servel) en su conformación como partido político.

Está nervioso, dice, porque esta es su primera incursión “real” en la política. Sin embargo, eso no es del todo cierto: como él mismo reconoce, “me tocó pelear contra la dictadura, fui militante de izquierda activo en ese momento”. Tras el golpe militar, se vinculó con facciones del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y en el MAPU Obrero Campesino, el ala progresista del MAPU. “Fue la única vez, y después ya no me metí más en política. Hasta ahora”, comenta.

En entrevista con PAUTA, Warnken explica los lineamientos del nuevo partido –que presidirá en su etapa de “marcha blanca”-, y lanza sus críticas hacia la centroizquierda que, acusa, ha abandonado al centro y a sus electores y se ha acercado a la izquierda.

Un partido “movimentista”

¿Cuáles serán los ejes de Amarillos por Chile? ¿Cómo entender este nuevo bloque?

“Amarillos es un partido movimentista, uno que no quiere repetir los mismos errores que han cometido los partidos políticos en los últimos años, que es encerrarse hacia adentro y no tener mirada hacia afuera, hacia la sociedad civil. Se han convertido en administradores de pegas, de trabajos, de cargos, y han perdido el contacto con el Chile real y profundo. El 4 de septiembre se vio cómo una multitud de gente que no había votado y se había alejado de los partidos políticos y de la política manifestó su voluntad”.

“Entonces, nuestra tarea es cumplir la promesa que hicimos en la campaña. Nosotros no estuvimos ahí porque queríamos estar por el Rechazo solamente, sino que nuestro objetivo final es la nueva Constitución, que es importante hacerla, pero hay que hacerla bien. Nosotros queremos cooperar con eso, creemos que tenemos gente muy buena que puede participar en lo que va a ser el proceso nuevo […]. Nosotros queremos llevar personas que estén en ese proceso”.

Para Warnken, esta nueva instancia política quiere ser “una fuerza mediadora, de diálogo, un partido que haga puentes. Estamos dispuestos a hablar con el que sea, generar escucha. Chile necesita recuperar su amistad cívica, necesita escucharse, dialogar. El déficit fundamental de la Convención fue ese: el griterío y no escuchar al otro […]. Así no se puede hacer política y no se puede hacer un país”.

¿Cómo planea acercarse al “Chile profundo” cuando la mayoría de los militantes provienen de la élite académica, cultural o política?

“Te equivocas, porque dentro de los firmantes hay mucha gente de regiones. Tenemos una red territorial bien importante, desde Arica a Punta Arenas. Esa red no es solamente de políticos. Y eso se refleja en la nueva directiva, donde hay un dirigente joven que es de Punta Arenas, hay una dirigente vecinal de San Bernardo, una abogada joven. El único político político es Andrés Jouannet, que es nuestro diputado. Está también el dirigente de La Vega, Arturo Guerrero, y mucha gente anónima que entusiastamente se ha sumado a esta iniciativa, y que esperemos que firmen en el partido y sean parte activa”.

“Amarillos es un mix, de gente con experiencia y de caras nuevas. La experiencia es importante. Estos seis meses del nuevo Gobierno han demostrado que no basta ser nuevo para administrar y gobernar un país, y hacer política. La experiencia es fundamental, pero el tema es que eso no te frene ni te impida hacer cambios. Yo creo que el mix nuestro es interesante, porque tenemos gente distinta, nueva, que no ha hecho política antes, y gente que viene del mundo político. Ese es el mix que estamos tratando de construir en el partido”.

¿Qué pasa con Amarillos después de que se llegue a una posible nueva Constitución?

“Eso no lo sabemos. Nosotros en eso hemos sido muy prudentes. Si hay algo que ha caracterizado nuestro trabajo ha sido la prudencia, ir paso a paso. Primero hicimos las alertas, después la alerta amarilla, la alerta roja, y después nos demoramos discutiendo qué opción tomar [para el Plebiscito de Salida]. Hoy, tomamos la decisión [de ser partido] con urgencia, porque nos dimos cuenta que los plazos estaban encima, por eso nos precipitamos, si no íbamos a quedar afuera”.

“La experiencia con los independientes fue tan mala en la Convención, y finalmente ellos quedan a merced de los partidos políticos. ¿Y quién nos va a invitar a nosotros? No vamos a ir a hacer listas con la derecha y, ¿tú crees que las listas de centroizquierda nos van a invitar a ser parte? Nos cuestionamos qué hacer si queremos aportar algo y nos comprometimos a hacer una nueva y buena Constitución, entonces, como no nos queda otra, tenemos que hacer un partido, y este es el primer paso”.

El líder de Amarillos por Chile apela enfáticamente al centro político: “A lo mejor, después de esto se forman otros partidos que confluyen. Hay que rearmar un centro político en Chile, pero eso ya es una tarea mucho más gigantesca y más amplia, que todavía no está en el centro de nuestra reflexión hoy”.  

Cristián Warnken niega la posibilidad de ser candidato al Parlamento. “Quiero contribuir como ciudadano […]. Estoy al servicio de esta causa, que implica un sacrificio personal inmenso, pero queremos hacer una política distinta”, dice.

La crisis de los partidos políticos y el vacío del centro

El presidente de la nueva colectividad es crítico con el devenir de los partidos políticos, especialmente los de la centroizquierda tradicional: “Cuando la gente buena abandona la política, pasa lo que pasó en la Convención”.

“Hacer un partido no es fácil, es un trabajo de hormiga […]. Lo que cuesta armar un partido es inmenso. Y lo rápido que los partidos se descomponen y se transforman en negocios particulares de caudillos. Eso es lo que hay que evitar. Es una pega grande por delante”, plantea.

En entrevista con Pauta Final, de Radio PAUTA, el expresidente de la Democracia Cristiana, Fuad Chahín, planteaba que “el centro político está necesitado de representación” porque partidos como la DC han ido dejando aquello que más los caracterizaba. ¿Qué pasa con el mundo que podría escindirse de la DC para formar nuevos referentes políticos? 

“A Ximena Rincón, Matías Walker y Fuad Chahín les deseo el mayor de los éxitos. Estuvimos muy coordinados en el momento de la campaña por el Rechazo con el referente de centroizquierda. Tengo especial aprecio por todos ellos, creo que fueron muy valientes y les deseo lo mejor. Estoy seguro que en algún momento vamos a converger en algún encuentro, alguna federación”.

“En ese sector hay un vacío gigantesco. Eso se vio en el Plebiscito. Tú no puedes explicar el 62% de votos diciendo que todo ese caudal es de la derecha, sería preocupante. Preocupante para los que somos de centroizquierda, porque significaría que este país es de derecha, profundamente de derecha, y no es así. Entonces, ¿quiénes son esos que votaron? Son esos ciudadanos que se vieron abandonados en las últimas décadas, se desilusionaron de la política y de los políticos. Los partidos perdieron su mística, perdieron su sentido, su espíritu”.

“La DC tenía tipos gigantes, como Bernardo Leighton, una figura memorable […], un Eduardo Frei Montalva, un Radomiro Tomić. Qué pena ver a la Democracia Cristiana en el estado en que está. ¿En qué se distingue hoy la DC del discurso del Frente Amplio? Yo creo que se cometió un error muy grande en los partidos de centroizquierda: sumarse a un Apruebo y ser el vagón de cola de un discurso de izquierda. Eso lo van a pagar caro electoralmente”.

Warnken asegura que, de todas formas, no está “haciendo cálculos. A mí lo único que me interesa es superar la fractura del país. El país está fracturado políticamente, polarizado, y un país así no avanza […]. Uno piensa en lo que viene y ve cómo los países pueden irse a la mugre cuando no hay unidad, pacto social, pacto político, diálogo político”. 

Los 30 años: Ni el paraíso ni el infierno

El filósofo lamenta que “no supimos transmitirle a las generaciones jóvenes la épica de lo significó la transición de la dictadura a la democracia y lo que fue la Concertación, que no fue el paraíso, pero tampoco fue el infierno, como se ha querido relatar en la historia”. 

¿Se sienten herederos de la tradición de la Concertación?

“El lema de este partido es ‘Reformas y democracia’. Nosotros somos herederos de un espíritu reformista, no revolucionario, reformistas. En Chile hay que hacer cambios y reformas, urgente: hay que modernizar el Estado, la salud. Pero hay que hacerlo bien, con inteligencia y con sabiduría política, no con atolondramiento ni improvisación, porque las cosas salen mal y la gente más perjudicada es la gente más vulnerable”.

“Creo que [la Concertación] fue un momento en que la izquierda había aprendido de la derrota. La derrota del golpe y el exilio había sido tan traumática […], y con su propia vida pagaron los errores de la intolerancia y del fanatismo. Y era una generación joven, como la del Frente Amplio. Pero ellos fueron más humildes, no pensaron que ellos estaban partiendo desde cero, no había esa soberbia que hay ahora. Yo no me compro la caricatura de que todos en la Concertación eran unos rufianes, unos ladrones. Hay gente muy decente, que fueron servidores públicos. Obviamente, también hubo excesos y errores, porque somos seres humanos”.

Dentro de los íconos de la Concertación que destaca está Ricardo Lagos: “Nos atrae mucho más que otros liderazgos que son mucho más grandilocuentes, muy gritones, muy enfáticos, muy llenos de eslóganes, pero que al final hacen sufrir más a la gente más modesta del país. Eso es lo que ha pasado en el resto de Latinoamérica”.

Cristián Warnken afirma que adscribe a una “centroizquierda socialdemócrata, que aspira a un Estado de bienestar. A lo mejor es más fome, es un discurso que vende menos [ríe]. Se vende mucho más cuando tú ves una multitud. Pero, mira lo que pasó en el Plebiscito, 500 mil personas en la Alameda… llegó el momento de la votación y la mayoría silenciosa dio su opinión. Hay una izquierda que está muy pegada en un romanticismo, y lo entiendo porque también fui parte de eso, fui joven, me compré todo y me encanta ese entusiasmo, pero uno después reflexiona y se da cuenta de que ese discurso tan radicalizado y maximalista ha hecho mucho daño”.

“Ojalá que la izquierda aprenda en esta pasada que ahora se requiere humildad, diálogo, gradualidad, escuchar a los otros. Espero que esto sea el resultado de este Plebiscito, espero que haya un giro”, agrega.

Partido en “marcha blanca”

El líder de Amarillos por Chile cuenta que, para constituir el partido ante el Servel, debieron elegir una “directiva de emergencia”, que será “transitoria y va a durar hasta que venga un mecanismo de elección democrática interna en el partido. Va a haber un consejo nacional, tienen que inscribirse los militantes, que son los que van a elegir a la verdadera directiva”.

La actual mesa del partido es paritaria e incluye a Warnken como su presidente; a Andrés Jouannet, Pilar Peña, Gonzalo Rojas-May, Lucía Morales, Paola Marín y Fernando Gipoulou como vicepresidentes; a Sergio Solis como secretario general; a Eduardo Jara como subsecretario regional; Gabriela Ruitort como tesorera y Bernardita Soto como prosecretaria.

Warnken confiesa que no quería ser presidente del partido, pero el comité estratégico y de campaña se lo pidió: “Me pidieron que en esta etapa estuviera en la primera línea, porque fui la figura que convocó a esto. Me lo pidió gente muy buena, no aduladora, en la que creo, confío. Y no solamente fueron ellos, sino también gente de las bases”.

“Tratamos de hacer una directiva muy representativa de lo que es el movimiento, vinculada con lo que fueron las ‘bases amarillas’ […]. Más adelante, debiera venir una elección en la que se me libere de este cargo [ríe], porque la verdad es que siento una mochila sobre mis hombros”, añade.

Según la normativa del Servel, Amarillos tiene hasta el miércoles 28 de septiembre para entregar al director del servicio, Andrés Tagle, “una copia autorizada” de la escritura pública que contiene las cien firmas, los estatutos, el nombre, el lema y el logo del nuevo partido.

Si la escritura no presenta reparos, el Servicio Electoral tendrá cinco días hábiles para publicar en su sitio web un extracto de los documentos presentados. “Desde la fecha de la publicación”, dice la ley, “se entenderá que el partido se encuentra en formación, pudiendo divulgar a través de los medios de comunicación social los postulados doctrinarios y programáticos de la entidad y llamar a los ciudadanos a afiliarse a ella, indicando la forma y plazo en que podrán hacerlo”. 

Luego, el nuevo partido tendrá 210 días corridos para conseguir 13 mil afiliados en cada región del país, lo que le permitirá tener alcance nacional. “Hay que hacer un trabajo territorial, hay que ir a las plazas, a todas partes. Todavía falta harto, falta harta pega”, concluye Cristián Warnken.