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Jorge Burgos a la oposición: “Tengan cuidado, porque a veces hay que comerse las palabras”

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Agencia Uno/http://gpgabogados.cl
POR Ana María |

El exministro del Interior dice que en Chile la Inteligencia es “bastante pobre”. En los hechos ve espontaneidad, “pero también articulación”.

El abogado Jorge Burgos, exministro del Interior y de Defensa de Michelle Bachelet, hoy está alejado de la política, aunque sigue militando en la DC. 

Desde su experiencia en altos cargos, en especial la cartera del Interior o, como dice él, habiendo estado “detrás del mostrador”, piensa que tras las violentas protestas ocurridas el viernes 18 y la madrugada del sábado 19 de octubre por el alza de pasajes en el Metro en Santiago, cualquier gobierno después de 1990 habría aplicado el estado de excepción constitucional. Y que, por eso, algunas las críticas hay que hacerlas con cautela: “A veces hay que comerse las palabras”, señala a PAUTA.

Las manifestaciones en Santiago no solo provocaron daños graves a 19 estaciones de Metro. El Gobierno invocó la Ley de Seguridad Interior de Estado y anunció querellas y decretó Estado de excepción constitucional.

Hubo también movimiento de autoridades judiciales. Por ejemplo, el presidente de la Corte Suprema, Haroldo Brito, por un acuerdo de un Pleno extraordinario realizado la noche del viernes 18, viajó a Santiago desde Punta Arenas, donde participaba de las jornadas de reflexión anuales de los minstros del máximo tribunal, para abordar la situación.

Mientras que el fiscal nacional, Jorge Abbott, convocó a los cuatro fiscales metropolitanos y al comandante de Justicia del Ejército, Francisco Rocha, a una cita de coordinación para la persecución penal por los desmanes: acordaron que cada Fiscalía nombrará un fiscal preferente que trabajará junto a la Brigada de Investigaciones Policiales Especiales (BIPE) de la PDI.

–¿Cuál es su análsis de las manifestaciones?

“Son hechos gravísimos por la profundidad de la violencia y la masividad. En la madrugada fueron cediendo y es probable que durante el fin de semana amainen, pero es un error creer que el lunes la ciudad va a volver a tener necesariamente grados de normalidad. Eso está por verse. Ojalá que sea así, pero sería complejo certificarlo a estas alturas. Esto lo digo como ciudadano, porque la gente cree que sigo siendo dirigente político y no tengo ningún cargo, particularmente en el partido en el que siempre he sido militante (la DC)”.

“Pero creo que cualquier gobierno, a partir de la llegada de la democracia en 1990 que haya vivido una situación como esta, habría aplicado un estado de excepción, como ocurrió. No estoy de acuerdo con declaraciones que he leído sobre la militarización de la sociedad. Esas son cosas que se dicen a veces irresponsablemente cuando se es oposición, pero cuando se es gobierno y todas las fuerzas políticas tienen una alta posibilidad de ser gobierno, porque va a ser bien dividido lo que venga, tengan cuidado, porque a veces hay que comerse las palabras”.

–Las manifestaciones se gatillan por el alza de los pasajes en el Metro, pero durante la jornada la gente empezó a sumar descontento y una acumulación de quejas en distintas áreas. Cuando se es gobierno, ¿es posible predecir que vendrán hechos como estos? ¿Hay señales de que pueden ocurrir?

“Pronosticar o prever absolutamente, no. Pero entre el no y la prevención absoluta, hay un marco importante para acercarse a la anticipación de ciertos hechos. Me parece que, en general en Chile, en particular en la hora actual, la capacidad que tienen de análisis de inteligencia las fuerzas policiales, la Agencia Nacional de Inteligencia o un análisis sociológico previo, fue más o menos pobre. En eso la estructura de Estado es poco moderna y hay poca capacidad de anticipación. Y eso paga consecuencias. Ahora, puede haber previsiones más inmediatas y, a mi juicio, ahí también hay fallas.

–Por ejemplo…

-Yo estoy hablando sobre la leche derramada y eso es mucho más fácil también. Porque estuve al otro lado del mostrador y sé que es más compleja la cosa. Pero uno podría decir o creer que cuando ya se iniciaron focos de incendio y manifestaciones relativamente articuladas de descontento y violencia, era previsible que edificios representativos o emblemáticos de servicios públicos en manos de privados, y que han tenido alzas complejas para la gente, podrían ser asaltados por manifestaciones violentas. El edificio de Enel era uno de esos y, problamente, el de Telefónica también. Ahora, la pregunta que uno se hace después es cuánta gente estaba citada ahí para preverlo. Porque, digamos las cosas por su nombre, la razón fundamental para haber convocado al estado de excpeción constitucional, en rigor es que las fuerzas policiales en el funcionamiento de una ciudad en días normales, fueron superadas. Y esa es una razón básica que se tiene presente cuando uno convoca un estado de excepción”.

–A usted le tocó llamar a estado de excepción como ministro del Interior en los terremotos del 27-F y luego en el del norte por los saqueos.

“Más bien que hacerlo yo, me tocó manifestarle a la Presidenta de la República que era necesario convocar producto de hechos derivados de catástrofes pero que habían tenido repercusiones en la seguridad. Son fenónemos naturales, pero para ser bien franco, buena parte de la convocatoria estuvo relacionada con la seguridad ciudadana y el orden público. Entonces, no es muy distinto a lo de ahora”.

La política de los anuncios

–Cuando la autoridad anuncia el alza de pasajes es una decisión técnica ¿Pero políticamente se analizan las consecuencias que puede traer un hecho así?

“Bueno, esto fue cada vez más técnico, porque hubo un panel de expertos del cual el Gobierno no tiene tuición. Eso teóricamente es bueno. Lo mismo pasa con el nudo eléctrico. Esta es un alza no extraordinaria respecto de otras anteriores. Aquí no es que se haya disparado el alza, pero la reacción motivada de lo que vino después, estuvo vinculada a ella. Sin embargo, ahora estamos en una sociedad distinta, con fortalazas y complejidades distintas. Y eso se ha construido y la gente está mucho más empoderada y bienvenido eso, porque reclaman más y con razón. Conocen sus derechos y hay capacidad de comunicación mucho más férrea. No existe un líder político y social que convoque y junte a miles en una asamblea”.

–Como en el pasado.

“Ahora hay sistema de apps y eso está pasando en todas partes del mundo. En consecuencia, nadie puede pretender que nosotros somos una isla respecto de eso. y en eso, claro que hay una falta de previsión frente a hechos de esta naturaleza”.

El malestar social

–¿Cree que está desconectada la clase política de las demandas ciudadanas y de los movimientos sociales?

“Sí, probablemente hay una desconexión. Pero no es solo la clase política. También las élites intectuales, porque yo no vi ningún medio de comunicación adelantando lo que venía. Entonces seamos francos y no lo echemos solo la culpa a la política. Aquí hay una sociedad en las que élites gobernantes no solo políticamente hablando, sino que también de medios y de universidades, no han sabido leer bien. Entonces, habrá que leerlo entre todos, pero no digamos que solo es la política, que tampoco pasa por un buen momento. Yo creo que la calidad de nuestros dirigentes en general más bien se ha empobrecido”.

–En este tipo de acciones, como las manfiestaciones de la noche y madrugada contra las estaciones de Metro y la ciudad, ¿piensa que hay una coordinación detrás o fueron hechos espontáneos?

“Yo creo que hay de las dos cosas. Pienso que hay gente que espontáneamente dijo ‘sí, yo quiero protestar por el torniquete, no me gusta que destruyan pero los entiendo’, porque son cosas que uno ha ido escuchando. Y eso tiene que ver más bien con espontaneidad. Pero también hay articulación. No me cabe duda. A todos nos han llegado las apps y las comunicaciones que sindicaban dónde había que juntarse, los horarios, algún grado de organización”.

–No solo le pregunto por las aplicaciones (apps), sino de cabezas que están pensando en esto.

“Probablemente, pero que no asumen para sí liderazgos que pidan reconocimiento de tal. Pero esto ya pasó en Francia, Cataluña y en muchas partes”.

–El Gobierno decidió aplicar la Ley de Seguridad Interior del Estado y se querella. Se lo pregunto como abogado y exministro del Interior: ¿Qué posibilidades hay en una manifestación tan masiva de poder identificar a los responsables?

“Poca. Yo creo que hay algunas cosas que ocurrieron en las estaciones los primeros dias que probablemente las cámaras indentifiquen quién sacó el televisor de cuajo y lo tiró a la vía. La técnica no solo ayuda a la comunicación, sino también a la identificación de las personas. Y en eso hay que tener cuidado. Pero yo creo que no va a pasar mucho con la Ley de Seguridad Interior del Estado. Va a ser una reaccción muy cuidadosa de los tribunales de garantía y de los fiscales y será más bien tibia”.

–¿Y la posibilidad de buscar líderes responsables?

“Eso ya genera una segunda derivada y más compleja. No sé qué antecedentes habrá para eso. Porque si tú te articulas para llamar a una movilización social, me parece que no es delito. Pero si te articulas como ‘convoquémosnos para tal cosa y destruyamos mobiliario’, ahí puede ser delictual”.

-Tras estos hechos, ¿cómo leer a los organismos que hacen inteligencia en Chile?

“Hace tres años que no estoy [en un gobierno]. No sé si han mejorado o no, pero en general mi recuerdo de la prouducción de inteligencia es que es bastante pobre”.