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Entrevista inédita con Jovino Novoa: “Debemos hacer el esfuerzo de conexión con las bases”

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Agencia Uno
POR Eduardo Olivares |

El exsenador pensaba en 2013 que nadie legitimaría “una revuelta violenta”. En esta conversación revela el papel de los “coroneles” en la UDI, y da su visión sobre la pérdida de las doctrinas y cómo son los electores chilenos. Falleció el 1 de junio de 2021.

En la madrugada del martes 1 de junio, en Frutillar, falleció el exsenador Jovino Novoa Vásquez, un actor político clave de la derecha especialmente durante el período de la transición. Fundador de la UDI, el abogado participó en los inicios del gremialismo, el movimiento ideológico impulsado por Jaime Guzmán.

Novoa fue senador entre 1998 y 2014 por la circunscripción de Santiago Poniente. En su primera elección en la zona (1997) obtuvo el segundo lugar, con el 20,6% de los votos, tras el DC Andrés Zaldívar (27,8%). Superó, por ejemplo, a Camilo Escalona, del PS (16%), y a Gladys Marín, del PC (15,7%).

En los comicios senatoriales de 2013, Novoa obtuvo casi el mismo porcentaje de votación (20,8%), pero quedó tercero tras Guido Girardi, del PPD (35,3%) y Andrés Zaldívar (23%). Debido al efecto del sistema binominal y la cifra repartidora, fue reelegido él y no Zaldívar.

Precisamente el sistema electoral, el papel de partidos políticos, los recursos en las campañas y la propia democracia interna de la UDI fueron parte de esta conversación del autor con Jovino Novoa. Ocurrió el 26 de marzo de 2013, en la sede de esa tienda, en Providencia.

Es una entrevista académica, realizada con anterioridad a la salida de Novoa del Senado y de la sentencia judicial en su contra por financiamiento irregular de la política. Hasta ahora era inédita. El entonces parlamentario autorizó su posterior publicación.

El orden de los partidos

“Me toca estar prácticamente en todos los países de América Latina y puedo notar una debilidad muy fuerte en el sistema de partidos en América Latina, por distintas razones. Una es: los sistemas electorales. Hay sistema electorales que son perversos en ese sentido, que tienden a estimular la fragmentación, cosa que en Chile es bastante a la inversa. El sistema binominal tiende a ayudar a la formación de partidos grandes inicialmente y después, cuando se cambió la Constitución para permitir las alianzas, permitir bloques”.

“El otro factor que es distinto y que no dice relación con la estructura jurídica, sino que con la tradición política, es que en América Latina todavía hay mucho caudillismo y los partidos con mucha frecuencia se ponen al servicio de liderazgos individuales. Lo tercero es que en Chile tenemos una división ideológica un poco más fuerte que en el resto de los países de América Latina. En Chile ha habido, hubo primero izquierda y derecha, después tres tercios y ahora se ha vuelto a dos bloques. Pero yo creo que ha existido en Chile siempre una izquierda bastante fuerte ideológicamente, una derecha comprometida con la política, cosa que no es muy frecuente en el resto de América latina, y durante unos 30 o 40 años la influencia de la DC como un tercer referente que yo creo que eso ya se ha desdibujado bastante; hoy día podemos hablar de dos bloques”.

-¿Siente que el sistema chileno es tan maduro como el de las democracias más desarrolladas del mundo?

“Ya llevamos prácticamente 23 años desde el retorno a la democracia y el sistema de partidos casi comenzó un par de años antes, con el Plebiscito del Sí y del No. Así que tenemos casi un cuarto de siglo con un sistema que se ha ido consolidando y que da estabilidad y que se comporta de una manera similar cualquier sea el régimen electoral detrás. Nosotros en Chile tenemos un uninominal con segunda vuelta que es la presidencial, un uninominal sin segunda vuelta que son los alcaldes, ampliamente proporcional los concejales y binominal los parlamentarios. Y si uno ve el comportamiento de los bloques es muy similar. Incluso en el comportamiento de los partidos más pequeños, en que ellos podrían decir que no sacan votos porque el binominal los perjudica, resulta que en los concejales, que es ampliamente representativo, no compiten”.

-¿El sistema de los partidos de Chile ha mejorado, ha empeorado o no ha tenido grandes cambios con aquel que había en la primera etapa del retorno a la democracia?

“Yo creo que no ha habido grandes cambios en lo más estructural, en lo que es la composición de fuerzas, en su posicionamiento, en los posicionamientos institucionales. Cuando partió la democracia, en la Concertación eran como 18 partidos. La Alianza tenía a Renovación Nacional, que era el partido hegemónico en ese momento, que se llevaba la mitad de los cupos por definición; a la UDI le dieron como 30 cupos, o sea la mitad de los distritos y solo tres o cinco cupos senatoriales, y el resto se suponía que iba ir al partido de la Democracia Radical, al Partido Nacional, había tres o cuatro partidos más pequeños, o sea no era tan fragmentado como la Concertación. Al final los partidos pequeños se fueron por fuera. El Partido Nacional presentó candidato, la Democracia Radical presentó, Avanzada Nacional, que nunca estuvo metido acá. Y todo eso desapareció. Y en el caso de la Concertación, sucedió un poco lo mismo”

“Donde hay un problema general en Chile es que quizás ha habido poca renovación de gente, o sea el padrón electoral envejeció y yo creo que también de alguna forma los partidos se envejecieron. Nosotros en la UDI tenemos una experiencia distinta, porque hemos ido creciendo de 14 diputados a 40, hemos ido creciendo con gente joven. Pero en general ahí hay un tema que afecta un poco al sistema político nacional, no solo el tema de partidos”.

“Ahora, en qué también uno puede pensar que se ha mejorado, en que la volatilidad electoral de nuestro sistema es bastante moderada. De repente salen los jóvenes a protestar y dicen que ellos no tienen representación, pero en los países que hay alta precariedad, la inestabilidad tiende a ser preocupante. Y Chile no es un país para darse el lujo de estancarse; no hemos llegado al nivel de desarrollo de otros países que soportan tensiones mejor que nosotros”.

“También la gobernabilidad que han dado los bloques. Es una mejoría importante. Y esto se da tanto al interior de los bloques como en relación de los bloques entre sí; o sea, el juego oposición-gobierno es un juego bastante razonable. Y ahí, por ejemplo, basta ver cómo se forman las leyes en Chile, donde la gran mayoría de las leyes son aprobadas por un cuórum de mayorías muy amplias. Si hay una ley trascendental, se produce la división, pero en general no existe esa polarización”.

-¿No se ha polarizado la discusión ahora?

“Algo está cambiando ahora en el último Gobierno. Yo creo que la Concertación tiene una fuerza opositora o un estilo de oposición más confrontacional que el nuestro. Pero en general ha jugado bien este contrapeso gobierno-oposición. Y al interior de las alianzas, y esto fue bien notorio durante los gobiernos de la Concertación, también primó la idea de que los partidos políticos estaban al servicio de intereses más allá de sus cálculos electorales pequeños. Muchas veces en la Concertación había un lote más de izquierda que se oponía al manejo racional de la economía. Los ministros de Hacienda de la Concertación tuvieron problemas con sus propios partidarios, pero en definitiva la coalición, la Concertación como tal, fue institucional, respaldó al gobierno. Ahí, por ejemplo, el rol de Camilo Escalona en el gobierno de (Michelle) Bachelet fue muy importante: mantuvo al Partido Socialista y a los sectores más extremos alineados”.

-¿Quién ha cumplido ese rol de Camilo Escalona en la derecha?

“Yo creo que en el caso de la UDI claramente lo han cumplido las directivas. Juan Antonio (Coloma) como presidente. En la UDI somos bastante más institucionales en estas cosas, e incluso a pesar de que no somos del partido del Presidente (Sebastián Piñera), tenemos menos roces con el Gobierno que los que ha tenido Renovación Nacional”.

El Sí y el No

-Piense los años del régimen autoritario. ¿Hay características de ese período que hayan ayudado a moldear, para bien o para mal a su juicio, la forma en el que el sistema de partidos ha evolucionado hasta ahora?

“Partamos con el final del régimen. El Plebiscito que convocó a las personas en el Sí y en el No, al margen de todo sistema electoral, confirmó dos bloques y esos dos bloques han tenido la evolución de los cuales hemos hablado. Creo que está el concepto de que, en las grandes definiciones, el gran concepto de privilegiar la unidad por sobre las agendas de cada partido. Claramente en el caso del No, tuvieron que alinearse entre los que querían vía violenta y los que no querían eso, y eso yo creo que fue una un tema que impactó en la conformación y funcionamiento de la democracia actual. Me parece que a lo mejor no era buscado ni mucho menos, pero el diseño de tener un Plebiscito sirvió para que en la vuelta a la democracia y en la elección que hubo al año siguiente, tanto de Parlamento como la presidencial, se conformaran estos bloques. Entonces, yo creo que el gobierno militar en el proceso del Plebiscito, y al año siguiente en las elecciones, y en el diseño del sistema electoral, ayudó positivamente a la conformación del actual sistema de partidos”.

-¿Y cree que esa dicotomía entre el Sí y el No aún existe entre los votantes?

“No existe una dicotomía del Sí y No entre los votantes. Aunque políticamente se explota mucho, Chile es un país que tiene posiciones más doctrinarias que otros países. O sea, aquí tenemos la derecha o centroderecha: las fuerzas del orden, conceptos del orden, de familia, esfuerzo, emprendimiento. Eso versus otros de mayor seguridad social, o un Estado más fuerte, un Estado docente; estamos discutiendo eso y uno ve en el Senado, desfiles de estudiantes con esos planteamientos. Chile tiene eso y se refleja bastante bien en los bloques actuales. Puede ser que hoy día la política haya llevado a que los bloques sean menos ideológicos… No deja de ser un problema también cuando los partidos pierden toda conexión con una doctrina, con un planteamiento que los haga de alguna forma orientar”.

-¿Un votante de sectores más populares tiene también presente esa doctrina? ¿O se privilegian otro tipo de cosas?

“Creo que hay ciertos valores, estilos, que están más identificados con la derecha y otros que están más identificados con la izquierda. En los sectores populares eso se nota. Se nota en la manera de ser de la gente, se nota en cómo reacciona frente a la policía, cómo reaccionan frente a los temas de delincuencia, cómo reaccionan frente a las protestas. Hay una cosa cultural que yo creo que está en el promedio de cualquiera sea el sector […] Es común que la gente en Chile sea muy respetuosa, se acercan a uno más bien cuando es partidario, no se acercan a…”.

-Cuando ha ido a algún sector, ¿lo han tratado mal?

“No. Hay veces gente que grita no sé, pero en general la gente que se acerca, la gente que saluda es para para manifestar una cosa más bien en la línea de apoyo; si no, se quedan callados. Pero la gente a veces dice ‘yo he votado siempre por la derecha’, o ‘me gusta usted porque habla claro, dice las cosas de frente’. El votante chileno creo que tiene un nivel de información que yo no sé si esto cambia con la juventud, en que la juventud tenga menos interés en la participación y esté preocupada de otras cosas”.

Jovino Novoa en campañas políticas. Créditos: Agencia Uno
Jovino Novoa en campañas políticas. Créditos: Agencia Uno

-Algunos de mis entrevistados del Partido Comunista reconocen que la UDI ha sido la que se ha metido y ha sido más competitiva en el electorado popular. Algunos admiten que cuesta que las personas tengan “conciencia de clase”.

“Es curioso. Ellos piensan que la derecha tiene más conciencia de clase media y yo no lo veo así, pero efectivamente se lo he oído mucho a ellos”.

-Y la crítica de ellos apunta a que, al tener más recursos, ciertos partidos pueden proporcionar más bienes materiales que son para esas personas la necesidad del día a día más que pensar en el futuro.

“No es así. Las campañas no se hacen sobre la base de regalar cosas. Lo que sí puede ser que haya es más capacidad para contratar equipos. Si uno quiere recorrer poblaciones, repartir propaganda, tener actividades en las ferias, tiene que tener gente. No es que se ganen la vida con eso ni que se hagan ricos ni mucho menos, pero son personas que pueden ganar $5 mil o $6 mil por día para la movilización, para esto, qué sé yo, que puede que ayude, pero nadie que esté trabajando deja su trabajo por una cosa así. Claro, en eso puede haber una diferencia, pero yo no he notado en las campañas una… No sé el caso del Partido Comunista, pero en la Concertación tiene unas campañas con el mismo despliegue y los recursos”.

Los liderazgos de la UDI

-¿Dónde estuvo la clave del crecimiento de la UDI?

Juan de Dios Vial Larraín, un filósofo de la Universidad de Chile, describió que la UDI tenía como siete características que explicaban su crecimiento. Alguna fue por ejemplo haber nacido bajo un gobierno: los movimientos que surgen contestatarios tienen ciertas características y los movimientos que surgen en acción política, haciendo cosas, tienen otras características. Haber tenido mártires: Simón Yévenes y Jaime. Haber nacido de las universidades. Eran siete características”.

“Yo las resumiría en tres. Una, que es un partido de ideas. Eso no es un problema de dogmatismo ni de confesionalismo, sino que es un partido que tenía claros sus planteamientos en materia económica, política y social, y era un partido predecible en el buen sentido de la palabra. Eso da solidez y confianza. Dos, que era un partido popular; o sea, la vocación popular de integrar este partido con gente de todos los sectores: empresarios, trabajadores, jóvenes. Y estaba la idea de que había valores que defender, en sectores populares, donde antes era testimonio de la izquierda o de los comunista: ahora estamos nosotros. Yo creo que esas dos cosas son más conceptuales, le dieron mucha fuerza y permitieron el crecimiento de la UDI. Y lo tercero: el estilo o la forma de relacionarse internamente. Lo que hace que una organización social sea lo que es, es la forma en cómo se relacionan sus miembros. Nosotros nos relacionamos en la UDI de una forma no competitiva, una forma más colaborativa, una forma generacional que hace que nuestro comportamiento como grupo sea, al interior, un comportamiento más productivo. Yo no creo que nosotros tengamos mucha diferencia, como personas, con los que forman parte de la Democracia Cristiana o Renovación Nacional. Pero comparándonos con Renovación Nacional, partió con un tercio del Senado, un tercio la Cámara Diputados; eran cinco veces más grande que nosotros. Pero la forma de relación entre ellos fue siempre una cosa distinta”.

“Y otra cosa que yo puedo decir, que no voy a hablar de mí, pero sí de Coloma, de (Andrés) Chadwick , de (Pablo) Longueira

-Los coroneles.

“Claro. Lo que pasa es que yo creo que ellos son una generación política, con Jaime (Guzmán) como su núcleo mayor. Yo era parte del núcleo, pero yo me dediqué a la política al 100% cuando mataron a Jaime, no antes. Entonces, yo creo que este es el grupo político más notable del último siglo en Chile. Jaime y estas personas que él formó, de muchos de ellos Jaime fue profesor en la universidad, es un estilo propio de la UDI que ojalá que no se pierda, porque con el tiempo esas cosas se van desdibujando, y es una generación muy buena”.

En el Senado conversan Jovino Novoa, Pablo Longueira y Juan Antonio Coloma. Créditos: Agencia Uno
En el Senado conversan Jovino Novoa, Pablo Longueira y Juan Antonio Coloma. Créditos: Agencia Uno

-Lo que usted ve como un valor, políticos de afuera lo plantean como un defecto. Hablan de elitistas, de que es un grupo de amigos…

“Cuando nos decían que éramos un grupo de amigos yo nunca lo encontré como un insulto. En primer lugar, ¿qué quieren de un partido, que sea un grupo de enemigos?”.

-Más bien apuntaban a que nadie podía entrar a ese grupo para plantear ideas renovadas. 

“No, no, eso no. Ese es un poco el mito. Efectivamente hay un liderazgo muy fuerte por la capacidad de las personas, por su dedicación, porque están todo el día trabajando acá, porque Pablo Longueira se iba a las poblaciones y organizaba los cuadros poblacionales, porque Andrés está permanentemente haciendo planteamientos, Coloma otras cosas. Claro que es un grupo muy fuerte, pero el debate interno de la UDI es grande y por eso las decisiones se podían tomar”.

-¿Cómo se hacía ese debate, en qué instancias?

“En la Comisión Política, con los dirigentes. Partimos el año 85, 86, con qué posición debía tener la UDI frente al divorcio, cuando no existía Ley de Divorcio, cuando no se discutía el tema. Y había la mitad de la Comisión Política que creía que había que aprobar una Ley de Divorcio en Chile y la otra mitad que no. Y resolvimos que no iba a haber una orden de partido. Pero la realidad es que la gran mayoría votó en contra del divorcio, pero nadie que estuviera presionado para hacerlo”.

La desconexión

-¿Qué obstáculo identifica usted que impiden a los electores ser más estables en sus preferencias en el tiempo?

“Creo que la preocupación que hay es la incertidumbre de las personas que no estaban inscritas o de los que no votan, pero es muy difícil medirlo. Así que yo creo que vamos a tener un fenómeno nuevo, se manifestó en las municipales [2012], pero yo creo que tenemos que ver una o dos elecciones más para saber qué es lo que va a pasar, si va a haber más volatilidad, si van a emerger fuerzas distintas, si cambia este cuadro que vemos ahora”.

-Las cuestiones étnicas, el regionalismo, o el personalismo, ¿son los puntos de preocupación para el correcto funcionamiento del sistema de partidos chilenos?

“Siempre son esos factores preocupantes para un sistema de partidos. En Chile no hay mucho personalismo; hay liderazgo, pero que están acotados dentro de su margen institucional. Los temas étnicos yo creo que están jugando mucho al margen de la ley, al margen de la institucionalidad; hay una mezcla ahí de un aprovechamiento de los temas étnicos para los grupos violentistas. El regionalismo es algo que es un poco más preocupante, porque hay una influencia muy fuerte de las regiones, que es muy legítimo, pero que muchas veces a los parlamentarios de regiones les cuesta anteponer el interés nacional por sobre el interés del bien común. El regionalismo es más fuerte que hace cinco, 10 o 20 años. Los partidos van a tener que tratar de canalizar eso de una forma de sacar lo positivo y no los aspectos negativos. Ese es el tema que por definición complica a los partidos: los partidos debieran tener una visión más nacional, más integradora”.

-¿Y esto es transversal para todos los partidos?

“Todos los partidos”.

-En su opinión, los líderes políticos y los ciudadanos comunes y corrientes, ¿legitiman las elecciones como el mecanismo para poder llegar al poder en Chile?

“Yo creo que sí. En el nivel discursivo, con los movimientos sociales del 2011 la gente decía que la voz estaba ahí en la calle y no en el Congreso, que los dirigentes políticos eran sobrepasados. Pero al final yo creo que eso no cala profundamente. No hay nadie que vaya a legitimar una revuelta violenta, una presión violenta de la calle ni de otros poderes fácticos. De hecho, si uno ve los dirigentes más connotados del movimiento estudiantil, están postulando ahora al Congreso”.

-Los ciudadanos no se sienten cercanos a los partidos políticos en Chile. ¿Usted está de acuerdo?

“Sí. Hay una crisis de instituciones. Si uno mira las instituciones que tiene mejor aprobación, son Bomberos, Carabineros. Pero los poderes institucionales, lo que es el Congreso, el Poder Ejecutivo, los tribunales, los partidos políticos, están bastante desprestigiados. Los partidos son los que tienen más desapego. Creo que hay varias cosas. En primer lugar, nunca la participación política ha sido mayoritaria. Digamos: en Chile el 5%, 8%, 10% está inscrito en partido político, siempre ha existido una visión del chileno más independiente, más fervoroso de su individualidad. Si bien es cierto con ideas claras en materias críticas, o sea no se pasan de la izquierda a la derecha, pero sí cuidan su individualidad. También hay un problema de conducta nuestra, de dirigentes políticos, de tratar de incorporar en nuestro debate y en nuestra opción los temas que no le interesan a la gente y no tanto debate político; discusiones entre nosotros sobre sistemas electorales o Estado docente o no Estado docente, al final la gente está lejana a esa discusión y le interesaría mucho más probablemente vernos a todos nosotros preocupados de cómo arreglamos el financiamiento a la educación superior. Lo hacemos, pero al final no se ve”.

Jovino Novoa fue senador entre 1998 y 2014. Créditos: Agencia Uno
Jovino Novoa fue senador entre 1998 y 2014. Créditos: Agencia Uno

-Cuando ocurrieron los movimientos sociales, hay un diseño tal que hizo que los partidos no es que no hayan respondido a esas demandas: no las previeron. Fueron sorprendidos. ¿Les ocurrió eso en la UDI?

“Yo creo que nosotros no tuvimos clara conciencia del tema. Yo me acuerdo que un estudio hecho unos años antes, por lo menos internamente, te diría que la demanda educacional era un problema. Alguien hizo un estudio y lo planteó un año antes, un año antes: ‘Esto va a explotar acá porque hay mucha gente que está ahogada por las matrículas, por las cosas’. Eso lo debimos haber previsto. Y hubo un poco de dejación, porque al final del gobierno de Bachelet hubo un gran acuerdo en materia de educación, el de ‘las manos alzadas’, precisamente para hacerse cargo de este asunto, y por alguna razón se fue entrampando en el Congreso. Hay una falla nuestra. Creo que ahora estamos un poquito más alertas a cómo viene la cosa”.

-¿Cómo se enteran de eso? ¿Tienen contacto con sus bases? ¿Cómo esas demandas de la ciudadanía llegan a la directiva de un partido?

“Básicamente es el trabajo que tienen que hacer ahí los concejales y que muchas veces no se transmite, o no se transmite con suficiente fuerza. Hace años hacíamos salidas a terreno a zonas agrícolas. Salíamos todos los dirigentes a ver lo que estaba pasando con los campesinos. Movilizamos a 300, 400, 500 personas en la zona agrícola, con métodos, cuál es el problema, qué está pasando. A las 6 de la mañana nos juntábamos e íbamos a 10 consultorios, cinco hospitales y hacíamos un recorrido completo con cierto método. Eso fue a veces más eficiente, pero requiere una cosa proactiva”.

-¿Los ayudó?

“Claro, nos ayudó mucho, porque nos puso en el centro de los temas más populares. Por ejemplo, la UDI nunca había tenido llegada al mundo agrícola, que era de la derecha más tradicional, pero nosotros sí llegamos al mundo rural: ahí los problemas de la gente eran el agua potable, las dificultades para mandar a los hijos a la escuela. Era otra cosa, no es el precio del trigo, el precio del dólar, sino el problema de la mujer temporera, por ejemplo: si uno no se mete en el packing, no lo sabe. Ahí hay mucho que hacer. Claro, la estabilidad, la consolidación del sistema tienen una cantidad de ventajas, pero también adormecen”.

-¿Qué tipo de organización prevalece en Chile, y en su partido en particular?

“Debemos hacer el esfuerzo de conexión con las bases. Ahí nosotros estamos en deuda. Internamente en la UDI, por ejemplo, pensamos ir a la estructura comunal, pero hemos terminado en una estructura más bien distrital; estamos funcionando en torno a los parlamentarios más que en torno a las bases”.

-¿Y eso desconecta?

“Eso desconecta. Lo que hay que hacer ahora es saltarse la etapa, o sea no volver atrás al tema comunal, sino que empezar a establecer mecanismos de redes y aprovechar un poco la forma de comunicación actual, digamos. O sea, manteniendo la cosa comunal y todo lo demás, pero tenemos que pensar en las sedes, en la directiva comunal como también identificar a la masa social”.

Nota: esta es una entrevista académica efectuada por el autor en 2013 como parte del trabajo de campo de su tesis doctoral en ciencia política.