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La firma Trump-Kim que levanta esperanzas y sospechas

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POR Eduardo Olivares |

EE. UU. detendrá los ejercicios militares con Corea del Sur, Pyongyang destruirá sitios de pruebas de misiles. La desnuclearización “toma un largo tiempo”, dijo Trump. ¿Empieza, así, la manipulación?

La voz del treinteañero Kim Jong-Un emergió sin titubeos frente al Presidente más poderoso del planeta. “No ha sido fácil llegar a este punto. El pasado funcionó con grilletes, y los viejos prejuicios y prácticas actuaron como obstáculos para salir adelante. Pero los hemos superado todos, y aquí estamos hoy”, dijo ante las cámaras del mundo. Sentado a un costado, con su labios hacia adelante, Donald Trump sólo comentó: “Es cierto”.

Pocos minutos antes, por primera vez en los 70 años de historia de la República Popular Democrática de Corea, los líderes de ambos países se estrecharon las manos. Una reliquia de la Guerra Fría se terminaba en un gesto en el hotel Capella, en Singapur.

Tras cuatro horas de trabajo, que incluyó un almuerzo conjunto de las delegaciones y hasta un paseo a solas entre Kim y Trump por los jardines del hotel, ambos se sentaron a un escritorio fabricado en 1939 para firmar una declaración conjunta. En las diversas intervenciones ante la prensa durante la jornada, fue Trump quien elevó las expectativa al decir que “las cosas están funcionando muy bien”, que había “progresos fantásticos” o que se trataba de un acuerdo “integral”, “mejor de lo que nadie podría haber esperado” y que superaría las previsiones de los expertos. Dado a las hipérboles, el mandatario norteamericano se mostró siempre gentil con su contraparte norcoreana, a quien señalaba por dónde caminar, cuándo intervenir y hasta cuándo firmar. En las imágenes públicas, fue siempre Trump quien tomó la iniciativa de estrechar la mano a Kim en las numerosas veces en que ese gesto ocurrió.

“El mundo verá un gran cambio”, espetó, ahí entre medio, el Líder Supremo de Corea del Norte. No pareció que los reporteros le hicieran preguntas directas a Kim, o al menos no sobre asuntos delicados como la situación de los derechos humanos en su país. De hecho, el asunto de los derechos humanos no fue discutido en ninguna profundidad y quedó como tema pendiente para el futuro.

El documento es tan amplio como vago en sus metas concretas. De lo medular que dice en su introducción, destaca: “El Presidente Trump se ha comprometido a proporcionar garantías de seguridad a la RPDC, y el Máximo Dirigente Kim Jong-Un ha reafirmado su firme e inquebrantable compromiso de completar la desnuclearización de la península de Corea”.

De lo que Trump explicaría más tarde, en conferencia de prensa, hubo algunas iniciativas más claras: Estados Unidos detendrá sus ejercicios militares que cada año realiza en forma rutinaria con Corea del Sur. El Presidente norteamericano los llamó “juegos de guerra” que son “provocadores” y que le ahorrarán al fisco un “montón de dinero”. Y aunque aceptó que quisiera tener de vuelta a Estados Unidos a las tropas estacionadas en Corea del Sur calculadas en más de 30 mil uniformados, ello no ocurrirá pronto. Por el lado norcoreano, destacó no sólo que hayan detonado la zona de pruebas nucleares de Punggye-ri, sino que reveló que Kim Jong-Un destruirá otras zonas de pruebas de misiles.

A continuación presentamos los cuatro puntos del acuerdo entre los líderes y sugerimos cómo deben ser interpretados:

1. Estados Unidos y la RPDC se comprometen a establecer nuevas relaciones en conformidad con el deseo de paz y prosperidad de los pueblos de los dos países.
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Cómo interpretarlo

Este primer punto debería interpretarse como un proceso incremental de intercambios políticos entre ambos países. No parece plausible que esto se convierta en el corto plazo en formalidades tales como vínculos consulares y diplomáticos, pero sí diálogos de alto nivel que apunten a nuevos progresos. El propio Trump dijo que eso ocurrirá “pronto” si se dan las condiciones, lo que equivale a una mera declaración de buenas intenciones. Lo mismo aplica para las invitaciones recíprocas de los gobernantes de visitarse en Pyongyang y Washington. El secretario de Estado, Mike Pompeo, liderará por parte de ese país las subsecuentes conversaciones, y está por verse quién asumirá ese rol en Corea del Norte. 

2. Estados Unidos y la RPDC unirán sus esfuerzos para construir un régimen de paz duradero y estable en la península de Corea.
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Cómo interpretarlo

Con esta frase los países podrían estar sentando las bases para un futuro acuerdo de paz que termine de modo formal la Guerra de Corea (1950-1953). Ese conflicto terminó con un armisticio o cese al fuego, pero nunca se ha firmado la paz entre las partes beligerantes. Dos de esas partes son Estados Unidos y Corea del Norte, pero a un pacto de ese tipo también debería concurrir China y, al menos en forma auxiliar, Corea del Sur.
La Guerra de Corea se luchó entre Corea del Norte y China, por un lado, contra las tropas de Naciones Unidas dirigidas por Estados Unidos, por el otro. 
Un buen puntapié para ese eventual pacto será el fin de los ejercicios militares, sobre todo navales, que desde hace 40 años realizan Estados Unidos y Corea del Sur, y que Pyongyang considera provocadores.

3. Reafirmando la Declaración de Panmunjom del 27 de abril de 2018, la RPDC se compromete a trabajar hacia la desnuclearización completa de la península de Corea.
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Cómo interpretarlo
Las mayores expectativas estaban puestas en este punto, que aborda en forma vaga el mismo objetivo trazado por la Declaración de Panmunjom entre el Presidente de Corea del Sur, Moon Jae-In, y el propio Kim Jong-Un. Se dice con claridad que se trata de una desnuclearización, pese a que no se define qué se entiende por tal ni mucho menos describe plazos ni pasos asociados. Es esperable que tales aspectos, que no son en absoluto baladíes, se trabajen entre las delegaciones respectivas. Sin embargo, la falta de un cronograma concreto puede abrir la puerta a la incertidumbre sobre el verdadero grado de compromiso de Pyongyang de deshacerse de su armamento nuclear, si ése fuese el objetivo. De esta frase sí puede inferirse que cualquier tarea de desnuclearización no será inmediata y, por el contrario, tomará bastante tiempo.

4. Estados Unidos y la República Popular Democrática de Corea se comprometen a recuperar los restos de prisioneros de guerra y la repatriación inmediata de los ya identificados.
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Cómo interpretarlo

Este punto no estaba en una lista prioritaria, al menos revelada públicamente, de lo que se discutiría en esta reunión. Se trata de una demanda más bien simbólica que se entiende cuando, en una conferencia de prensa posterior, Donald Trump recordó a los “decenas de miles” de víctimas norteamericanas que lucharon en la Guerra de Corea. En ese momento también reveló que este punto se incorporó a último minuto y recordó cómo había recibido mensajes de muchos familiares que le solicitaron estas acciones.

El libreto de la manipulación

Fueron bastante notorias las ausencias de los otros países que tienen altos intereses involucrados en esta cumbre. Sin embargo, algunos estuvieron más presentes que otros, en la medida en que Donald Trump los sacó a colación.

El mandatario mencionó que en el menú de sus preocupaciones hizo suyas las peticiones de Shinzo Abe, Primer Ministro de Japón. Al Premier nipón le inquieta, en primer lugar, desnuclearizar la península, y en segundo lugar el denominado problema de las abducciones, que fueron secuestros selectivos realizados por el régimen norcoreano de ciudadanos japoneses hace décadas.

En el caso de China, Trump dijo que le conviene también la desnuclearización, pues asume que no puede resultarle positivo tener armas atómicas al otro lado de la frontera. 

En su resumen del trabajo con estos países también interesados en el futuro del acuerdo entre Estados Unidos y Corea del Norte, el Presidente Trump no pudo ser más explícito: “Estamos trabajando con Corea de Sur, Japón. Estamos trabajando con China… en menor medida, pero estamos trabajando con China”.

Y es en China donde los ojos deberían enfocarse mejor. Se trata de un país cuyo gobierno había dejado de apoyar al régimen de Kim Jong-Un al punto que terminó respaldando las sanciones económicas en su contra por sus testeos nucleares. Fue la decisión china de apretar a su protegido regional, sobre todo al cortar sus flujos comerciales, las que de verdad impactaron su situación económica, comentaron a PAUTA.cl los economistas Kim Byung-Yeong, de la Universidad Nacional de Seúl, y Justin Hastings, de la Universidad de Sidney. Ellos creen, en todo caso, que el siguiente paso para el régimen de Kim es avanzar hacia reformas que profundicen el papel de la economía de mercado, proceso que ambos expertos consideran “irreversible”.

Ahora que Estados Unidos adelantó más sus apuestas, China podría recalibrar sus propias medidas. Kim ya ha visitado en dos ocasiones al Presidente Xi Jinping en las últimas semanas, y equipos de ambos han trabajado en materias que por cierto no han trascendido. Mientras Trump aseguró que no se levantarán las sanciones económicas mientras no se observen progresos, China bien podría tomar acciones en esa área para retomar el protagonismo. 

De ocurrir que China dé pasos adicionales en favor de Corea del Norte, demostraría en forma clara hasta qué punto la diplomacia norcoreana ha sido exitosa. Ha conseguido, una vez más y como lo hacía en forma expedita en los tiempos de la Guerra Fría, manipular a las grandes potencias.

“Durante 25 años, Pyongyang ha tratado de atraer a Estados Unidos para que le ayude a resolver la terrible vulnerabilidad y aislamiento en el que quedó después de la caída de la Unión Soviética”, dijo a este medio Bruce Cumings, profesor de la Universidad de Chicago y uno de los especialistas sobre Corea más influyentes del mundo. “Su principal objetivo es conseguir que Washington y Beijing se enfrenten, tal como lo hicieron con Moscú y Beijing durante la Guerra Fría. De cierta forma ya triunfaron”.

Parte del juego de la manipulación norcoreana consiste en sentarse a la mesa de negociaciones cuando así lo resuelve, manejando las condiciones y atrayendo a los adversarios a una cancha propicia. El objetivo es obtener concesiones, ayuda económica y asistencia. Que hasta hace poco hubiese bravatas y amenazas es parte de una estrategia de relojería antigua.

Es lo que Andrei Lankov describe como la táctica favorita norcoreana en su libro The Real North Korea, publicado no ahora, sino en 2015. “Cuando los estrategas norcoreanos no están felices con la situación y consideran que nuevas ayudas y concesiones pueden (y por lo tanto deben) ser extraídas desde el mundo exterior, siguen este patrón”, comenta Lankov. “Primero, fabrican una crisis y llevan las tensiones tan alto como pueden. Lo consiguen lanzando misiles, testeando un dispositivo nuclear, despachando comandos, y/o dejando caer una variedad de mensajes amenazantes. Cuando las tensiones están lo suficientemente altas, con los titulares alrededor del mundo diciéndoles a los lectores que la ‘península coreana está al borde de la guerra’ y con los diplomáticos extranjeros sintiéndose un poco incómodos, el gobierno norcoreano ofrece negociar. Por supuesto que esa oferta es aceptada con un gran alivio, dándoles a los diplomáticos norcoreanos la oportunidad para exprimir las máximas concesiones posibles de sus contrapartes en las negociaciones como recompensa por la voluntad de Pyongyang de restaurar el statu quo precrisis. Tal rutina ha sido muy exitosa”, plantea Lankov antes de enumerar una serie de ejemplos.

Ante estas suspicacias, Donald Trump dijo que él observó a un Kim comprometido con esta negociación y con avanzar en los cambios necesarios. Aseguró que esta vez sí será diferente, pues ahora están él y su equipo en la Casa Blanca. Aunque luego, consultado varias veces por los periodistas, aceptó que no puede asegurar que los resultados lleguen y, si ese momento de fracaso arriba, ya se le “ocurrirá” una respuesta que parezca satisfactoria.

Mientras Trump se sometía a este escrutinio de los medios de distintos países en una conferencia de prensa muy extensa, Kim viajaba de vuelta a Pyongyang, sin responderle a nadie, con una carpeta con la firma suya y de Trump bajo el brazo. Y es probable que además viajara con una agenda nueva de reuniones de otros líderes globales dispuestos a acercarse a la nueva estrella global de treinta y tantos años que usa el mismo libreto diplomático clásico del régimen fundado por su abuelo.

    El encuentro histórico en movimiento

    En este tuit se observa la primera vez que ambos líderes se estrechan las manos (lo harán decenas de veces en pocas horas):

    Sus primeras impresiones:

    En la primera reunión de trabajo. Como ocurrirá en varias ocasiones, es Trump quien dirige la conversación, de acuerdo con las imágenes difundidas:

    La firma: