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Lo que el Presidente no ve

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Agencia Uno
POR Andres Sepúlveda |

El que realmente ha cuestionado los consensos de los últimos 30 años y que la generación del Presidente ha ridiculizado por insuficientes ha sido Putin.

“El mundo nos está mirando”, dijo el Presidente Gabriel Boric en su primer discurso. Como ocurre con muchos pasajes del mismo, la frase no es original. A los chilenos siempre nos está mirando alguien. Cuando el país se viene abajo en un terremoto, el mundo nos mira. Cuando hay una revuelta popular, también. Pero el Presidente sabe algo que los demás no sabíamos: él está seguro de que afuera “ven con complicidad lo que está pasando en Chile”.

Esta presunción de Boric es errónea. Algunos nos verán con complicidad, otros con vergüenza ajena, otros con indiferencia y otros estarán atentos a cómo sacar tajada de lo que haga o deje de hacer su Gobierno. Presuponer esta complicidad es como pensar que de los grifos de Chile siempre brotará agua a placer, especialmente caliente o tibia. Y este es un rasgo de la generación ‘millenial’ a la que pertenece Boric, a la que la evolución ha marcado con la idea de que las necesidades materiales fueron resueltas para siempre por las generaciones anteriores y ya no merecen atención. Es natural, si alguien nace en una casa con TV es muy probable que crea de niño que siempre existieron esos aparatos.

El problema es que, coincidiendo con la llegada del Presidente ‘millenial’ al poder, Vladimir Putin ha tenido la pésima idea de resucitar el pasado ante nuestros ojos invadiendo Ucrania y replicando las estrategias expansionistas de Adolfo Hitler o de Sadam Husein. Precisamente cuando la generación postmaterialista y globalista empieza a hacerse cargo de las instituciones, el realismo político con sus tanques, soldados y estados-naciones vuelve a llamar a la puerta.

No es casualidad que esto esté ocurriendo en el continente europeo, el más postmaterialista de la Tierra, el que creía hasta ayer, con Alemania a la cabeza, en el poder civilizador del comercio y la mutualización de los riesgos, el que pensaba que el poder blando era la mejor fórmula para ordenar el mundo, el que cree que la democracia liberal es la mejor manera de gobernar las sociedades.

La generación del Presidente tiene una clara conciencia de que llega al poder armada con nuevos conocimientos y habilidades, pero también con sesgos y heridas. Y presume de que va a enmendar la plana no sólo a la historia de Chile, sino a la historia mundial, de los últimos 30 años.

Noam Titelman, economista y fundador del Frente Amplio, analizaba en una entrevista con La Tercera en octubre de 2020 lo que quedaba del partido que él creó tras el estallido social. Y decía: “Queda, quizás, lo más interesante: el cuestionamiento a los consensos que nacieron después de la caída del Muro. El estallido simboliza el colapso del ‘colapso del Muro’, de ese relato político que también se llamó ‘el fin de la historia’.”

El que realmente ha cuestionado esos consensos de verdad ha sido Putin invadiendo Ucrania. Con una intensidad y en una dirección que nadie esperaba. Así que de lo que tiene que cuidarse la nueva generación que ha llegado al poder en Chile no es tanto de sus presunciones o de sus sesgos, sino de sus puntos ciegos. El agua de los grifos de Chile no siempre salió caliente. Si no te preocupas de ello, llega un momento en que ni sale agua ni hay grifo.

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