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Sichel y Lavín: relato de un triunfo y una derrota inesperados

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Agencia Uno.
POR Francisca Vargas |

Los tambores y el reggaeton en el comando Sichel, en El Bosque 69, contrataron con el silencio y desazón que se vivía en Apoquindo 3001, la sede del candidato de la UDI.

“Se pudo. Y claro que se pudo”.

Siete palabras, pero solo una idea. Eso fue lo primero que dijo Sebastián Sichel (43) pasadas las 21:00 horas del domingo 18 de julio en su comando en El Bosque 69. El concepto aludía a “Se puede”, el primer eslogan de campaña que el candidato independiente de Chile Vamos lanzó en enero. También fue un eslogan usado antes por Sebastián Piñera, inspirado a su vez en la campaña inicial de Barack Obama.

Con esas ideas fuerza, Sichel se convirtió en el candidato de la centroderecha para las elecciones presidenciales de noviembre próximo tras ganar la primaria en que compitieron cuatro candidatos

Y lo logró en su primera postulación a La Moneda, contrastando con la larga experiencia en campañas presidenciales de su principal rival, el experimentado exalcalde de Las Condes Joaquín Lavín (UDI). 

Banderas, tambores y reggaeton

En lo que fue para muchos la gran sorpresa de la centroderecha, un sector en el que no se esperaban diferencias por más de siete u ocho puntos entre el primer y segundo lugar, el candidato independiente se impuso como el más votado del pacto. Consiguió 659.486 votos, equivalente al 49,08% del total de su primaria, con el 99,95% de las mesas escrutadas.

Pero antes de los números finales, la fiesta ya había comenzado en El Bosque 69. Allí flameaban las banderas amarillas de sus partidarios y la gente corría de un lado a otro en modo de celebración. “Para allá, todos afuera ahora. Hay que esperarlo afuera. Todos afuera ahora, con las banderas”, decía su jefe de campaña, el exdiputado Pedro Browne, mientras sus manos hacían gestos para movilizar a los partidarios de Sichel.

Hasta que llegó el candidato. Y si cuando en el fútbol al equipo que sale campeón se le hace un pasillo de honor en el partido siguiente, lo de Sichel fue parecido. Una caminata de no más de 20 metros, acompañada de gritos y tambores marcaron su entrada. Eso, sumado a los parlantes a volumen alto y el reggaeton que lo acompañó durante su campaña.

“¡Se siente, se siente, Sichel Presidente” gritaban en su comando. “Olé, olé, olé, olé, Sichel, Sichel”, se escuchó al final de sus palabras.

Al comando también llegaron los demás candidatos de Chile Vamos: Lavín, Mario Desbordes (RN) e Ignacio Briones (Evópoli). 

“Desde hoy todos todos los militantes de Renovación Nacional a partir de este minuto, comienzan a trabajar por el candidato de nuestra coalición Sebastián Sichel”, dijo el presidente de RN, Francisco Chahuán. Desbordes había conseguido solo el 9,8%; el mismo porcentaje que Briones.

Chahuán fue el primero en hacer un balance de las elecciones y aseguró que “lo que corresponde es que todos los militantes de Chile Vamos estemos tras el candidato Sichel”. Por lo mismo, realizó un llamado al electorado a la centroderecha “a entender que los desafíos que tiene Chile son enormes, que la república está en riesgo, que el Estado de Derecho está en riesgo y que acá se requiere demostrar unidad. Unidad, unidad, unidad”.

El silencio en el comando de Lavín

Pero la algarabía de El Bosque 69 contrastaba con el silencio que se vivía en Apoquindo 3001, el comando a Joaquín Lavín.

Eran cerca las 19:30 horas cuando el candidato de la UDI llegaba a su comando con casi una hora y media de atraso. Estaba todo preparado para su discurso de derrota. No había pantallas para ver los resultados de las elecciones y apenas había algo de luz. La prensa que estaba en el lugar debía apoyarse en lo poco que iluminaban las cámaras para reportear.

Nadie hablaba.

Allí lo esperaban sus más cercanos: Ernesto Silva, jefe de su círculo político; Cristián Varela, jefe programático de la campaña, y Rodolfo Carter, quien ofició de vocero. También estaba la alcaldesa de Las Condes, Daniela Peñaloza, quien lo sucedió en el cargo.

La comunicación entre ellos era no verbal, con muchas señales de que el ánimo estaba cercano a caer. Los resultados de los primeros cómputos se habían hecho evidentes en los rostros de quienes acompañaban al exalcalde. No mucho después, vino el discurso del candidato.

“Llamé a Sichel para felicitarlo por su victoria. Haremos todo lo posible para que sea el próximo Presidente de Chile”, señaló Lavín en el punto de prensa. El mismo en que, ya asumiendo que su nuevo intento por llegar a La Moneda no dio frutos, resumía el resultado en un tibio “así es la democracia, uno puede ganar o perder”.

Por la mañana, en cambio, Lavín partió su jornada con el ánimo en el alto, tomando desayuno junto a su familia y la prensa. Lo acompañaban sus nietas, su esposa, Estela León, y una cábala que resultó inefectiva: sus zapatos, al igual que en la elección de Daniela Peñaloza, llevaban cordones azules.

“No creo en las casualidades”, dijo poco antes de ir a su local de votación, el Colegio Técnico Profesional San Francisco del Alba. 

Años atrás, en 1999, su historia era otra. En su primer intento por llegar a La Moneda su lema fue “Viva el cambio” y Ricardo Lagos Escobar apenas lo derrotó por poco más de 185 mil votos.

Ahora, ni siquiera en su bastión natural, Las Condes, Lavín pudo superar al fenómeno Sichel. El independiente se impuso con el 40,6%; Lavín llegó al 38,8%. Menos suerte incluso tuvo en Lo Barnechea, donde el margen fue de 50,2% para Sichel y 30,6% para el exministro de Educación. Tampoco en Vitacura, donde los porcentajes indicaron 44,9% y 32%.

En la Región Metropolitana, Lavín cerró su mal día con casi 100 mil votos abajo de Sichel.