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La “segunda línea” mantiene a flote a Desarrollo Social, el ministerio más intervenido

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POR Cecilia Andrea |

Ya son cuatro los ministros que han encabezado esta cartera estratégica en este Gobierno. Los subsecretarios no han cambiado.

Hay quienes dicen en La Moneda que, en algún minuto, el Ministerio de Desarrollo Social se entendió como una puerta de entrada al Comité Político. Pero justo cuando el estallido social y la pandemia exigían que la cartera y sus autoridades pasaran a primera plana durante el actual gobierno, los rostros de Desarrollo Social que sucedieron a Alfredo Moreno (2018-2019) fueron tres: Sebastián Sichel, Cristián Monckeberg y la recién llegada, Karla Rubilar.

El arribo de Monckeberg, segundo de esta serie reciente pero tercero en el conteo de esta administración, se entiende por una necesidad más bien estratégica y política del Presidente Sebastián Piñera, que poco tenía que ver con lo social, según explican en el Gobierno. Pero el ministerio tiene también un alma técnica y, por su naturaleza, un pie en la calle, lo que lo sitúa cerca de otras carteras sectoriales y exige que mantenga cierta continuidad.

Así, siempre en las reuniones, siempre en las sesiones del Congreso y siempre en las fotos junto a los ministros desde 2018, tres subsecretarios han dado soporte al trabajo de Desarrollo Social: Alejandra Candia, en Evaluación Social; Sebastián Villarreal, a cargo de Servicios Sociales; y Carol Bown, en la subsecretaría de la Niñez. 

“El Ministerio de Desarrollo Social y Familia tiene un norte claro más allá de quien lo encabece y ese norte es la construcción de una red de protección social que actúe en tiempos de normalidad, pero que sea capaz a su vez de responder frente a situaciones de emergencia, como la pandemia. La permanencia de los tres subsecretarios ha permitido que ese norte no se pierda”, explica a PAUTA la ministra Rubilar.

La dupla Candia y Villarreal

El uno, con Sichel. El dos, con Monckeberg. La ampliación, o también conocido como el número tres, con Rubilar. El Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) ya concretó su tercera versión y cada una de ellas fue aprobada con un ministro diferente. Pero en el trabajo de fondo, diseñando los mecanismos, ajustando la focalización y armando las minutas, el rol preponderante lo tuvo el equipo conformado por Alejandra Candia –economista UC y exdirectora del Programa Social de Libertad y Desarrollo- y Sebastián Villarreal –exconsultor del BID y abogado UC. 

De hecho, el diseño de la ampliación del IFE y el cambio en el mecanismo para acceder, ahora a través de declaración jurada, había sido trabajado por Candia y Villarreal en compañía de Monckeberg, pero terminó por promulgarse e implementarse con Rubilar. 

Los subsecretarios mantienen una relación más estrecha y que se extiende desde el inicio de esta segunda administración de Piñera. Candia se ha enfocado mayormente en el diseño de las políticas y Villarreal en la implementación, asociado al trabajo que lleva su área en cuanto al Registro Social de Hogares. Los dos, además, participaron de todas las reuniones por el Acuerdo Covid-19 de junio en el que se debatió en específico cómo aumentar las ayudas a las familias más vulnerables.

Por lo mismo, en las Comisiones de Hacienda del Congreso los conocen bien y los señalan como los responsables de la continuidad del trabajo ministerial. “Son muy competentes, muy proactivos, muy llanos a entregar la información que requerimos desde las comisiones”, comenta a este medio el senador DC, Jorge Pizarro.

“El ministerio funciona y tiene objetivos que son permanentes más allá del ministro de turno. Los ministros fijan en lineamiento político-estratégico o toman las decisiones de la coyuntura, pero para lo que es el trabajo y el rol permanente del ministerio, los equipos que se han ido conformando ahí, me parece que son competentes”, agrega Pizarro.

El problema es que, según explican en la misma sede de Gobierno, los equipos deben “aceitarse” para funcionar bien. Recién estaban en ese proceso de adaptación y de aprendizaje con Monckeberg cuando salió. Aquello, de acuerdo con otra lectura en privado, se podría haber evitado al ubicar al expresidente de RN en la vocería de Gobierno o en la Secretaría General de la Presidencia, y no en un ministerio que debería ser “social, social”. 

Bown y la lucha por el Servicio Nacional de la Niñez 

El 10 de julio, en plena gestión del ministro Monckeberg, el Ejecutivo envió un veto a la ley que crea el Servicio Nacional de Protección Especializada a la Niñez y Adolescencia y reemplaza al actual Sename. La razón: el nuevo organismo solo podría comenzar a funcionar una vez promulgada la ley de Garantías de la Niñez, un proyecto estancado en el Congreso desde el 2019.

Desde entonces y en medio del cambio de ministros y la convalecencia por Covid-19 que afectó tanto a Monckeberg como a Carol Bown y su equipo, el veto quedó paralizado. Lo mismo ocurrió con el otro proyecto, que ha cobrado fuerza mediática a través del caso de la menor asesinada en Villa Alemana Ámbar Cornejo, y la posibilidad de que una ley como esa precisamente evitara aquellas situaciones.

La subsecretaria Bown –exsubsecretaria de Carabineros y abogada UC-, además de llevar una serie de programas enfocados en los niños y adolescentes durante la pandemia, ha estado enfrascada en los últimos meses en aquellos dos proyectos, que, reconocen desde el Ministerio, intentarán hacer avanzar en simultáneo. Como el equipo lleva una semana de trabajo, aún las conversaciones para impulsarlos son incipientes.

Un ministerio técnico en el corazón de La Moneda

La urgencia y los traspiés abren la interrogante de si los cambios en el ministerio han efectivamente permitido la continuidad del trabajo. Uno de los puntos dentro de ese análisis es si acaso Desarrollo Social corresponde como cartera al núcleo del Comité Político o si debería permanecer más alejado y más conectado con la calle, como la entrante ministra Rubilar ha indicado que será a partir de ahora.

“La red de protección debe avanzar cada vez más hacia la clase media y valoramos tremendamente el trabajo de los subsecretarios en ese sentido, así como también de los ministros anteriores. Al mismo tiempo, el compromiso de mantener al ministerio en el Comité Político permite que lo social esté en el corazón de las decisiones del Gobierno”, agrega Rubilar.

“Si fuera un ministerio sectorial, como los otros, probablemente no habría tenido los cambios que han hecho y en eso los subsecretarios han sido los que le han dado la base de sustento de permanencia en el tiempo muy importante para cada ministro qué pasó”, comenta a este medio el diputado UDI, Patricio Melero.

Pero es indudable que el cambio constante de ministros ha deteriorado algunas agendas, como la indígena, por ejemplo, que reconocen desde el mismo Gobierno que había sido dejada de lado. Aquel será el próximo desafío de la cartera y que en algún minuto había sido trabajado también por el subsecretario Villarreal. Con el estallido social, la posterior pandemia y la falta de permanencia de la principal autoridad de la cartera, aquella línea se perdió.

“Donde quizás se notó más el cambio fue entre Alfredo Moreno y Sebastián Sichel, pero básicamente porque el ministro Moreno estaba muy comprometido con la Región de la Araucanía, particularmente con la agenda indígena. Moreno tuvo que dejar su cargo, entonces la agenda indígena pasó un plano bien menor en realidad”, comenta a PAUTA el senador RN, José García Ruminot.

Requeridos formalmente para entregar sus comentarios, los subsecretarios no respondieron las consultas de este medio.