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La celebración pandémica en Plaza Baquedano

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Agencia Uno
POR Fernanda Valiente |

A pesar del Covid-19, una multitud se reunió alrededor del monumento a Baquedano para festejar el Apruebo con banderas, música y, algunos, mascarillas.

Se cumplía un año exacto desde la marcha del millón de personas en Plaza Italia, repintada, revisitada y rebautizada desde el estallido social como “Plaza Dignidad” por quienes la intervinieron. El recuerdo de un océano de gente a lo largo de la Alameda en 2019 se transformaba durante el atardecer del día del Plebiscito en un mar; más pequeño por la pandemia en un comienzo y con los recuerdos de noches de violencia e incendios aún recientes, pero festivo durante buena parte de la tarde.

Era una especie de prueba de fuego para el orden público en la capital, considerando las escenas de caos y violencia -y tras capas de pintura en las estatuas- en Plaza Baquedano desde el último 18 de octubre y días posteriores. Durante la mayor parte de la jornada de votación el lugar estuvo tranquilo y con resguardo militar.

Fue pasadas las 17:30 horas que se vio el primer chorro del carro lanzaaguas, ante problemas con escasos manifestantes. Se suspendió también el tránsito en el lugar, mientras Carabineros por un rato estuvo dispersando a grupos de veinte o treinta personas; por el Parque Forestal aún se veían familias pasando la tarde domingo en calma, mientras que comenzaban a aparecer algunos jóvenes con piedras en las manos y una que otra barricada. El aire comenzó a cargar el aroma de las lacrimógenas, y los vendedores ambulantes esperaban que pasaran las rachas de desorden esporádicas para seguir ofreciendo desde aguas a banderas.

El repliegue policial

Pasadas las 6 de la tarde llegó una gran cantidad de gente, y fue entonces que las fuerzas policiales menguaron y se dio paso y espacio a la manifestación ciudadana. Por las siguientes horas, los Carabineros no se presentarían en Plaza Baquedano.

A las 18:30 ya había manifestantes ondeando banderas arriba del monumento al General Baquedano, el que nuevamente terminaría la tarde con una mano fresca de pintura. Aparecían entre las personas tremendos lienzos, uno de ellos celebrando lo de “Plaza Dignidad”, y las banderas chilenas y mapuches que se comenzaban a multiplicar.

A las 19:45 horas, cuando la espera por el cierre de las mesas llegaba a su fin, Metro anunció que la estación Baquedano quedaba ya cerrada, tanto por su entrada a Línea 1 como la combinación a Línea 5. Desde ya media hora antes que la intersección entre Providencia y Santiago estaba ya repleta, mientras cientos de personas se sumaban a la reunión, acercándose a pie por las avenidas.

“El pueblo unido” sonaba por parlantes, y le seguiría el soundtrack de las manifestaciones del último año, “El derecho de vivir en paz” o “Quieren dinero”, que se alternaba con gritos masivos de “¡Chile aprobó!”, coreografías y movimiento. Las mascarillas solo parecían llevarlas los más cautos en una emergencia sanitaria por Covid-19 que tiene al país en estado de excepción.

La extensión de los festejos

La celebración por el Apruebo comenzó por anticipado: recién se comenzaban a contar los votos en el país, tras 12 horas de mesas abiertas, y en Plaza Baquedano el ambiente era de euforia. Vendrían fuegos artificiales y juegos de luz láser. Caía la noche en Santiago y la reunión era completamente masiva; mientras que en la tarde la mayoría de los presentes eran jóvenes, cuando la noche ya se instalaba la celebración tomó un carácter más familiar, niños incluidos.

El desborde de gente se extendía por Parque Bustamante y por Parque Forestal, mientras las pocas barricadas que habían aparecido en la tarde, se transformaban en fogatas pacíficas. Con el 0,41% de mesas escrutadas, el triunfo se sintió asegurado en el ambiente.  Por el costado del edificio Telefónica, Delight Lab -otro colectivo cultural protagonista desde el estallido en el lugar- proyectó la palabra “Renace”.

Pasadas las nueve de la noche, el conteo y noticias de cómputos se iban comentando de boca en boca entre los presentes, mientras el ruido de bocinas se tomaba algunas calles de Santiago. Las escenas de celebración callejera se replicaban en la televisión en distintos puntos del país, de Punta Arenas a Valparaíso a Concepción, cuarentena o no.

Fueron escenas que recordaban a las de un año atrás, con protagonistas del estallido de vuelta en su feudo: la “Tía Pikachu” bailaba y saltaba al centro de un círculo de gente.

A las 10 de la noche, al cierre de esta edición, los políticos de distintos partidos se paraban frente a micrófonos para adjudicarse triunfos y designar derrotas, mientras que en Plaza Italia, con fiesta ya desatada, el ambiente recordaba al de festejos futboleros, como cuando Chile venció a España en 2014 por el Mundial. De la distancia física solo había un recuerdo: lo que más se veía en cada esquina, en cada cuadra, eran abrazos.