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Rechazo: el comando que se vació buscando explicaciones

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Los parlamentarios revisando los primeros cómputos. Crédito: Chile Vamos por el Rechazo
POR Cecilia Andrea |

A las 20:30, los parlamentarios de Chile Vamos hablaban de una derrota irremontable. Los responsables: la división en el sector y una participación juvenil inesperada.

Cuando Plaza Italia empezaba a explotar y los principales dirigentes de la oposición se unían en un abrazo improvisado en el centro de Santiago, el último diputado de Chile Vamos por el Rechazo preguntaba en los restos de su propio comando: “¿Dónde es la fiesta?”.

Apenas eran las 22:00 horas y en la sede que los parlamentarios oficialistas escogieron para esperar los cómputos ya no quedaba casi nadie. Los carteles que invitaban a “Rechazar para reformar” ya habían sido despegados. Hasta la prensa se había retirado.

El ánimo empezó a decaer solo media hora después del cierre de las mesas. Cuando los primeros resultados mostraban a un Apruebo que había superado las expectativas que las encuestas habían instalado, en la sede de quienes no querían una nueva Constitución hablaban de un resultado “irremontable”.

Los culpables de la noche, según la lectura que los mismos personeros hicieron: la división en la centroderecha y la juventud. Pero la alarma la había encendido más temprano, sobre todo, la juventud.

Los primeros cálculos

A las 17:00 horas el escenario era otro. Por esa hora empezó una reunión de coordinación entre los diputados RN Camila Flores, Diego Schalper, Tomás Fuentes y Karin Luck. Revisaban datos, comparaban porcentajes de elecciones pasadas y seguían la transmisión que hacían los canales de TV. El ánimo se empezó a construir desde las 18:00 horas, mientras se sumaban otros diputados del sector, como Sebastián Torrealba (RN) o Juan Antonio Coloma (UDI), y hasta el senador Francisco Chahuán (RN). Entre la UDI, RN y un Evópoli llegaron a ser una veintena de parlamentarios juntos en los momentos más altos de la tarde.

Entonces las apuestas que ellos mismos hacían posicionaban al Rechazo entre un 28% y 32%.  “Sobre 30%, todo es bueno”, decía un diputado de RN. Según lo que afirmaba otro de la misma bancada, menos de un 30% significaría irse derrotados a sus casas.

El cálculo que hacían tenía que ver con la votación que había recibido Chile Vamos en las últimas elecciones parlamentarias: cerca de un 37%. Si lograban un porcentaje próximo al 35% significaba que habían retenido los votos de quienes los apoyaron en 2017. Pero eso no pasó.

Los primeros escrutinios marcaban una diferencia de uno a nueve y las caras comenzaban a alargarse. Pronto la diputada María José Hoffmann (UDI) comenzó a hacer un punteo de lo que diría dos horas más tarde, mientras seguía observando de reojo las votaciones en TV. El conteo se estabilizó en un Rechazo que apenas arañaba el 22% y ahí, entonces, la derrota era clara.

“Nos deja en un escenario complejo, porque nos deja en una minoría. Y creo que eso demuestra que, en definitiva, nuestro sector, Chile Vamos, que enfrentó este proceso constitucional de forma dividida, desilusionó a nuestro electorado y a los que siempre han votado por la centroderecha”, decía a PAUTA el diputado Fuentes, poco después de las 20:30. 

La división en la centroderecha

Aquella fue una de las claves de la derrota: que los principales dirigentes de los partidos no compartieran la misma postura; que Joaquín Lavín, la figura mejor posicionada de la UDI, se hubiera sumado al Apruebo temprano en el proceso; la aparición de Pablo Longueira o la fuerza de Mario Desbordes (RN).

“Somos parte de una nueva generación de dirigentes que tuvo la difícil responsabilidad de liderar una campaña en contradicción con los principales liderazgos nacionales del sector, y con todo obtuvimos la votación prácticamente que obtuvo la candidata presidencial Evelyn Matthei (UDI) en su minuto, la votación que obtuvimos de las municipales pasadas. Obviamente hubiéramos esperado mejor resultado, pero sentimos que hay un piso para trabajar”, comentó Schalper a este medio.

El mismo Schalper reconoció durante la noche que lo que ocurrió con este Plebiscito fue una “dura derrota”. No porque creyeran que ganarían, sino porque al menos esperaban alcanzar el porcentaje de votos que les permitiera hacerse del famoso tercio con capacidad de veto en la convención.

Una vez el Presidente Sebastián Piñera dio su discurso e hizo un llamado a la unidad, el comando de Chile Vamos por el Rechazo finalizó la noche con una vocería y se desintegró.

El factor juventud

“Hay sentimientos encontrados”, manifestaba un parlamentario. Por un lado, claro, la derrota. Pero por el otro, quienes eligieron a la derecha en 2016, habían vuelto a elegirla. El problema es que esta vez no alcanzó. Y no estaban seguros de por qué.

Un voluminoso conjunto de votantes desconocidos fue lo que descolocó a la derecha. Las filas reventadas de gente esperando sufragar bajo el sol prendieron una alarma en varios de los parlamentarios. ¿Era una mayor participación o era el efecto de las medidas sanitarias que los locales debían tomar? Se supo un poco más tarde, cuando la participación superó apenas el 50% del padrón.

Pero lo que más alertó a algunos era la ola de jóvenes que había acudido a votar, quienes, como apostaban en el comando, probablemente estarían en un 90% por una nueva Constitución. 

“Si ellos quieren un cambio, pero comparten nuestros principios, entonces tenemos que hacer urgente un diagnóstico correcto, una hoja de ruta con propuestas que los represente”, agregó Fuentes.

Alcanzar 1/3 sin tener 1/3

Una vez reconocida la derrota, Chile Vamos fijó otro rumbo. La discusión sobre cómo se plantarían frente a una elección de convencionales después de no haber logrado al menos un 30% de la votación en el Plebiscito de entrada la zanjaron con una clave: muchos personeros de la centroderecha apostaron también por el Apruebo. 

“No sé si es tan complicado. Mucha gente de derecha también votó por Apruebo y por la Convención Constituyente, entonces no es tan así. Si pensamos en la mayoría de los alcaldes, la mayoría decía que estaba por el Apruebo”, explicaba a este medio Karin Luck.

Según esa lógica, no sería tan complicado obtener los cupos suficientes en la Convención Constitucional, pues el Apruebo no era exclusivo de la izquierda y entre los proclives a una nueva Constitución hay quienes podrían representar las ideas del sector. En eso ha insistido el oficialismo, además: que hay unidad en los valores y creencias que defienden, a diferencia de lo que ocurre con los partidos de la oposición.

“Que nadie se equivoque. Perdimos el Plebiscito, pero las ideas de la libertad las vamos a defender ahora y en todo el proceso que viene hacia delante”, sumó Hoffmann al cierre.