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Los nueve meses de Blumel

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POR Gladys Pierola |

Gonzalo Blumel integró la Fundación Avanza Chile y llegó a La Moneda como secretario general de la Presidencia. Su gestión en Interior, sin embargo, quedó herida de muerte tras el fracaso en la gestión con el Congreso.

Llegó como “bombero” en los días más duros del estallido social y se fue en medio de una profunda crisis al interior del oficialismo. Gonzalo Blumel (Evópoli) asumió el 28 de octubre de 2019 como ministro del Interior. Nueve meses después, el 28 de julio de 2020, abandona el puesto en medio de los cuestionamientos por el desorden de las filas internas.

Quizás, por eso, su reemplazante es uno de los parlamentarios históricos en la UDI. Con más de 25 años de carrera parlamentaria en el cuerpo, el hasta martes senador por el Biobío Víctor Pérez se convierte en el tercer jefe de gabinete del Presidente Sebastián Piñera tras Blumel y Andrés Chadwick (UDI).

El aterrizaje de Blumel en Interior tuvo de dulce y agraz. Siempre identificado con la cercanía al Mandatario y también al jefe del segundo piso, Cristián Larroulet, llegó de manera improvisada solo minutos después de que Piñera se arrepintiera de nombrar a Felipe Ward (UDI) esa mañana del 28 de octubre. Ese día dejó Segpres, adonde había aterrizado desde el día uno con el Jefe de Estado, para ponerse a la cabeza del Gabinete con un Gobierno golpeado y cifras de popularidad por el suelo en las encuestas; cuestionado por el actuar de Carabineros en las revueltas sociales, acusaciones por atropellos a derechos humanos y el acuerdo constitucional que se selló el 15 de noviembre.

De hecho, aquel acuerdo entre las principales fuerzas políticas del país es uno de los logros que se lleva Blumel para la casa.

Los partidos, los partidos

Blumel entró en el radar piñerista en el primer gobierno del Mandatario. Primero en el equipo político-comunicacional, y luego como jefe de asesores del Segundo Piso, siempre mantuvo una relación estrecha con Larroulet, quien en ese entonces era el ministro de la Segpres.

Luego, en los cuatro años de Presidencia de Michelle Bachelet, Blumel se integró como director ejecutivo de la Fundación Avanza Chile, que se perfiló como la entidad que preservó el “legado” de la primera administración de Piñera. Los vínculos entre Blumel y Piñera se fortalecieron y así fue como este ingeniero civil ambiental, amante de la música y hoy de 43 años, se instaló en La Moneda a cargo de la Segpres.

Los cambios provocados por el estallido social le impusieron una presión distinta. Desde el puesto más agitado en esta etapa, el de Interior, Blumel abrió canales que los parlamentarios de distintas bancadas llegaron a felicitar al principio, pero no consiguió los resultados esperados en los meses recientes.

Su relación con los partidos más grandes de la coalición comenzó a tensionarse especialmente con el manejo político de la crisis sanitaria. En privado, algunos legisladores en Chile Vamos irónicamente comentaban que estaban “trabajando para Evópoli”, en alusión a las negociaciones que llevaban tanto Blumel como el titular de Hacienda, Ignacio Briones. La dupla “B” tuvo su momento estelar cuando lograron un acuerdo marco de entendimiento económico con parte de la oposición por US$ 12 mil millones. Aunque a los pocos días, lo logrado quedó enrarecido por la discusión del retiro excepcional de los fondos previsionales.

A Blumel no el gustaba el estilo “sheriff” de su antecesor Andrés Chadwick (UDI) y apostaba por un estilo más dialogante con la oposición. Con ese mandato llegó en octubre y el principio funcionó. Aunque en algunos sectores más duros y en especial en la UDI, lo acusaron de ser más bien “blando” ante temas de seguridad.

¿Mano dura? “Nunca he entendido qué significa ser más mano dura”, decía el ahora exministro cada vez que lo cuestionaban. “¿Significa respaldar a Carabineros? Lo ha hecho mil veces. ¿Significa amenazar delincuentes?, tal vez… pero ponerse como sheriff, no contribuye mucho”, comentaba al interior de su equipo.

Una de sus tareas pendientes es precisamente la reforma a Carabineros. De hecho, era uno de los desafíos que Blumel quería avanzar, aunque sabía que no alcanzaría a ver el resultado completo, pues la restructuración de las policías era más larga que este Gobierno. 

La derrota final

Buena parte de la atención la tenía puesta en materias de seguridad, sobre todo pensando en octubre: el 18 de octubre se cumple un año del estallido social y para una semana después, el 25, está programado el Plebiscito.

Pero antes se cruzó la pandemia y la desafección del propio oficialismo. El Congreso instaló en la agenda una batería de iniciativas cuya admisibilidad por inconstitucionalidad fue puesta en duda en numerosas ocasiones. El Gobierno intentó responder con distintas propuestas de ayudas fiscales, incluidas aquellas surgidas del marco de acuerdo con los partidos del oficialismo y la oposición, pero el desborde se hizo incontrolable.

Así se llegó al 8 de julio, cuando una mayoría de 3/5 de la Cámara de Diputados aprobó la idea de legislar el retiro del 10% de los fondos previsionales. Quedó signado como el día en que La Moneda sufrió la primera derrota de una serie que terminó desangrando su control de la agenda política: la Cámara y el Senado, con los votos cruciales del oficialismo, demolieron la gestión del Ejecutivo en materias de seguridad social y del principio de las iniciativas exclusivas del Presidente.

Tras aquello se hizo cada vez más evidente que Blumel saldría del Comité Político, cuyo nombre fue sobre todo resistido por la UDI y por un sector de RN.

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