Actualidad

El nuevo aire y los flancos comunicacionales que busca cerrar La Moneda

Imagen principal
Agencia Uno
POR Gladys Pierola |

En el Gobierno destacan el ánimo actual del Presidente. Y también su convencimiento del rol fundamental que tiene comunicar su gestión. Para eso, hizo ajustes importantes.

Este lunes 30 de marzo en La Moneda, el día comenzó con una paradoja. Por un lado, y en medio de la crisis por el Covid19, la buena noticia de que la aprobación del Presidente Sebastián Piñera subía por tercera semana consecutiva en la encuesta Cadem, alcanzando 21%, su mayor índice de aprobación desde el 18-O. Por otro, la molestia y la tensión del Ejecutivo con los alcaldes y también con el Congreso. 

En el palacio y en el oficialismo repiten que están enfrentando un escenario inédito. Y que eso también lleva a tener aciertos, errores y errores no forzados, en especial en el área comunicacional. Hay formas y formas, dicen en Chile Vamos, y los últimos episodios así lo demuestran: el round entre el ministro Jaime Mañalich y la alcaldesa de Maipú, Cathy Barriga, sumado a los dichos del Mandatario, quien el domingo dijo en una entrevista con CHV- CNN Chile, que el arriendo de Espacio Riesco cuesta menos que “un parlamentario al mes a nuestro país” se convirtieron en un cóctel difícil de digerir para el Gobierno en menos de 24 horas.

Los reproches llegaron desde todos los frentes. Y en especial desde el interno. En Chile Vamos no tardaron en mostrar su molestia en privado -a través de llamados y whatsapp a varios ministros-  y también en público. Si los dichos de Mañalich habían sido subidos de tono e “inapropiados”, entre otras cosas por tratar de mentirosa a la alcaldesa Barriga, las palabras del Presidente “dolieron” y fueron calificadas por varios como “innecesarias”. “Se dio un gustito”, ironizó un parlamentario oficialista. 

El rey de la crisis y sus ajustes 

Pese a la polémica puntual con los parlamentarios, desde hace algunos días es comentario obligado en La Moneda el “buen ánimo” del Mandatario en medio de la crisis sanitaria. Una de las razones, comentan, son los números que lentamente lo están acompañando. “El Presidente está mucho más activo y ocupado en este tema. Vuelve a ser un poco él”, señaló un alto personero de Gobierno. 

Cada mañana, Piñera encabeza el comité de emergencia con el ministro Mañalich, los titulares de Interior, Gonzalo Blumel; de Defensa, Alberto Espina; de la Secretaría General de Gobierno (Segegob), Karla Rubilar; de Ciencia, Andrés Couve, y los subsecretarios de Salud Pública, Paula Daza, y de Redes Asistenciales, Arturo Zúñiga. Es en esa instancia, con cifras y reportes en mano,  donde se toman las decisiones comunicacionales y operativas de la jornada. Aunque varias de ellas se van ajustando en las múltiples reuniones que suceden con el paso de las horas.

Luego, mantiene una agenda que cada día es más pública: teleconferencias varias -como la que lideró este lunes 30 de marzo con la mesa de coordinación público-privada, que lo reunió con los principales gremios empresariales del país– y promulgaciones de los proyectos “coronavirus”, como el bono Covid-19 y parte del plan económico de emergencia.

Un panorama muy distinto al que había a fines del año pasado, cuando a partir de las revueltas sociales, las pautas diarias y su publicidad se redujeron drásticamente. De hecho, en ese mismo momento, los funcionarios de La Moneda se dividían entre dos almas: una que recomendaba al Mandatario quedarse en segunda línea y otra que luchaba por darle un rol más de protagonista. Y la crisis sanitaria habría dado pie para retomar la segunda estrategia.

“Está muy encima de todo. Él es el rey de la crisis”, explicó otra importante fuente de La Moneda. 

De ahí la importancia, explican las mismas personas consultadas, de querer mostrar su capacidad ejecutiva -que algunos les hace recordar el trabajo posterremoto 2010-, un rol de estadista en sus discursos y también más cercano en redes sociales. 

Un estilo que, para consolidarlo y proyectarlo, también, significó hacer ajustes en el corazón de su equipo de comunicaciones y, con ello, el retorno de una antigua colaboradora. 

A principio de enero, Piñera nombró al periodista y exeditor de Política y Reportajes de El Mercurio, Alfonso Peró, como director de comunicaciones de la Presidencia y, un mes después, tal como lo adelantó PAUTA, sumó a otro exeditor de Política del mismo diario, Waldo Díaz, quien asumió como jefe de comunicaciones. Todos estos cambios significaron ajustes internos importantes, pues el hasta entonces jefe de prensa Juan José Bruna, coincidentemente tomó vacaciones y no volvió al palacio.

Sin embargo, este lunes 30 se conocieron varios cambios drásticos. Peró salió de la dirección de comunicaciones, aunque se quedará en el segundo piso colaborando en materia de políticas públicas con el jefe de asesores, Cristián Larroulet. Díaz se trasladó hasta la Secretaría de Comunicaciones (Secom) -dependiente de la Segegob- y asumirá como subdirector, un cargo que en la teoría estaba vacante luego que el periodista Christian Rendic asumiera como mandamás de la unidad, tras la renuncia de Jorge Selume en enero pasado

El Mandatario, explican las mismas fuentes, no habría estado del todo conforme con la estrategia comunicacional y cortó por lo sano. Por eso, trajo de regreso a la periodista Carla Munizaga, quien en la primera administración de Piñera ejerció como su jefa de prensa y tiene amplias redes políticas en Renovación Nacional. Sin duda, alguien que conoce el quehacer del Gobierno y codifica muy bien el “ADN piñerista”, comentan en el palacio.  

Cada uno con su papel 

En el plan interno, cada uno tiene su papel. Si se hiciera un mapeo en La Moneda, detallan, sería algo así. Primero, el Presidente, quien está para los grandes anuncios, para explicar la problemática, los efectos de la pandemia y para hacer los llamados importantes de que “la ciudadanía debe cuidarse y tomar consciencia”. 

El ministro Blumel es la voz autorizada para comunicar los acuerdos y los resultados de la mesa social Covid-19; esto es, la relación con los alcaldes y con la academia, entre otros. 

Para los temas más duros y técnicos -más allá de las últimas polémicas- está el titular de Salud, quien es el vocero principal (turnándose con los subsecretarios de su área) para realizar los reportes del día y los “anuncios difíciles”, incluidos los confinamientos totales.

Luego, viene el rol de los ministros y subsecretarios sectoriales, quienes se despliegan dependiendo de si los anuncios son sociales y/o económicos. De hecho, la Secom diariamente les pide apoyo para compartir campañas de Gobierno -en especial en redes sociales- a las carteras que no están en la primera línea.

Y como no hay mucho tiempo para grandes entrenamientos comunicacionales, si además el ministro o subsecretario es “bueno para la televisión”, suele también ser más requerido y/o ofrecido para matinales, entrevistas en vivo y noticiarios. El mandato es copar la mayor cantidad de medios, para informar, responder polémicas y aclarar las dudas que quedan tras los anuncios.

De hecho, comentado fue el traspié de la semana pasada cuando se puso en cuarentena a siete comunas del sector oriente de la Región Metropolitana. Lo que para varios fue un “ensayo general” de lo que vendría en las próximas semanas en distintas comunas y regiones se transformó en una confusión con los permisos y con la clave única. “En estricto rigor, fue encerrar a 1 millón 300 mil personas. Fue muy duro. Debería, ahora, ser un poco más fácil”, comenta un importante personero de La Moneda. 

Esto obligó a la ministra Rubilar y la subsecretaria de Prevención del Delito, Katherine Martorell, a reforzar “la bajada comunicacional” y explicar todo lo que no se entendió. De hecho, 24 horas después del anuncio se corrigió la medida y hoy -cuando las comunas de Temuco, Padre Las Casas, Chillán y Osorno también se sumaron a las cuarentenas- los permisos especiales pueden sacarse con el RUT.