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Cristóbal Rovira: “El Partido Republicano no es de extrema derecha; es derecha populista radical”

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POR Eduardo Olivares |

El reconocido investigador pone a la colectividad de José Antonio Kast en el mismo ámbito que su homónimo estadounidense. Al PC lo sitúa, eso sí, en la “extrema izquierda”.

Parte de las investigaciones que ha desarrollado Cristóbal Rovira Kaltwasser se han enfocado en sistemas de partidos políticos, populismo y las nuevas corrientes de la derecha. Este año ha sido prolífico en diversos tipos de publicaciones. Por ejemplo, junto a Tim Bale editaron el volumen Riding the populist wave (“Cabalgando la ola populista”, por Cambridge University Press); coescribió un paper incluido en la revista académica Party Politics; con Juan Pablo Luna presentó el documento “A la derecha de la derecha: ¿hay espacio para una fuerza populista radical de derecha?”, y con Ariel Becerra ha difundido un estudio sobre percepciones tras el estallido (“Simpatías partidarias en el Chile posestallido social”).

Rovira, politólogo doctorado por la Universidad de Humboldt (Berlín), es académico de la Universidad Diego Portales e investigador asociado del Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (COES). Sus textos sobre populismo, como Populism. A Very Short Introduction (en coautoría con Cass Mude), son material de estudio en la disciplina.

En medio del debate público en Chile sobre la polarización ideológica de las fuerzas que parecen liderar la carrera presidencial, con Gabriel Boric por un lado y José Antonio Kast por el otro, Rovira dilucida varios conceptos. ¿Es lo mismo ultraderecha que extrema derecha, o ultraizquierda y extrema izquierda? La respuesta corta es no, pero la respuesta larga incluye un subtipo muy estudiado en Europa: la derecha populista radical y, en menor medida, su espejo, la izquierda populista radical.

Se puede resumir que en Chile podría haber un enfrentamiento entre las opciones populistas radicales más que de los extremos. 

Cristóbal Rovira K.
Cristóbal Rovira. Créditos: UDP

-En distintos trabajos un grupo de investigadores ha ido dando formas a ciertas categorías de los sistemas de partidos políticos para diferenciar a los grupos convencionales de aquellos más alejados en el mismo espectro ideológico. A grandes rasgos, ¿cómo entienden ustedes el espectro ideológico desde el punto de vista espacial?

“El trabajo nuestro como académicos es tratar de entregar categorías que nos permiten ordenar cuáles son las distintas fuerzas políticas, generalmente en un eje que va desde la derecha a la izquierda, o de la izquierda a la derecha, como uno lo prefiera. Entonces el punto inicial de esto es definir primero qué es lo que es derecha y qué es lo que es izquierda, porque después nos podemos ir haciendo un zoom en cada una de estas categorías”.

“Los orígenes del eje derecha-izquierda vienen de la Revolución Francesa, cuando se sientan las bases para la construcción de un régimen democrático. En esa asamblea, se sientan a la derecha aquellos que defienden el antiguo régimen y se sientan a la izquierda aquellos que están a favor de la Revolución Francesa. Ese es el origen de que unos están a la derecha -los conservadores- y los que están a la izquierda son los que quieren reformas. En términos más analíticos, ¿qué es derecha e izquierda? Lo que generalmente se utiliza en ciencia política es un trabajo de un italiano que se llama Norberto Bobbio, quien dice que la derecha es una ideología política que piensa que las desigualdades en la sociedad por lo general son naturales y que, por lo tanto, no es necesario que el Estado o la sociedad intervenga en esas desigualdades. Visto desde el lado opuesto, alguien de izquierda va a pensar que las desigualdades son construidas socialmente y, por lo tanto, el Estado y la sociedad tienen que intervenir para erradicar esas desigualdades. Ese es el punto de pie inicial para definir qué es lo que es derecha e izquierda”. 

-Eso en términos económicos y también sociales. En Chile hay una cierta tendencia a ver una sola parte no más, que es la económica…

“Te interrumpo ahí. Esa cuestión es superrelevante. Piensa que cuando hablamos de un orden natural, ese orden natural puede ser de tipo económico: existen ricos y pobres. Pero ese orden natural puede ser de tipo cultural: existen mujeres y hombres y es ‘natural’ de que las mujeres reciben menos salario que los hombres o es ‘natural’ que las mujeres se queden en la casa y los hombres no; porque el orden de la familia es de esa manera: estoy hablando como un conservador de derecha, por así decirlo. Alguien en la izquierda va a decir ‘no, eso está construido socialmente’ y ‘la sociedad ha llevado a establecer un patriarcado que hace que los hombres sean los que dominen’. Pero aquí la distinción es cultural antes que económica. Entonces, ojo, que se nos cruza la cuestión económica con cultural cuando hablamos de derecha e izquierda”.

La ultraderecha

-Vamos a estos polos. Partamos por algo que en inglés se denomina “far right”. En español se está traduciendo ese “far right” como ultraderecha. ¿Cuál es la principal diferencia entre la derecha convencional -que en inglés se habla de “mainstream right”- y la ultraderecha?

“¿Cómo distingo una derecha de la otra? Son fundamentalmente dos los criterios centrales. El primer criterio tiene que ver con cuán radicales son esas fuerzas políticas al momento de defender la ideología de derecha, y lo propio de una fuerza mainstream o convencional es que va a defender ideas de derecha, pero con relativa moderación. Van a estar a favor del libre mercado, pero de una manera relativamente moderada. Van a estar a favor de una familia tradicional, pero de una manera relativamente moderada. Angela Merkel en Alemania, el Partido Demócrata Cristiano en Alemania, es un ejemplo clásico de un partido convencional más bien a favor del libre mercado, más bien a favor de posturas conservadores para el contexto alemán. Eso obviamente lo transforma en una derecha convencional. En cambio, lo que pasa con la ultraderecha -que va a tomar posturas ideológicas mucho más radicales- es que va a estar a favor del libre mercado, pero va a querer que todo se privatice. O va a tener una mirada muy conservadora en torno a la familia”.

“Hay un segundo criterio que es tanto o quizás más relevante que esta cuestión de la disputa ideológica de cuán radical es o no, y es hasta qué punto esas fuerzas políticas están a favor del sistema democrático o no. Lo que nosotros sabemos es que los partidos de derecha convencional están a favor de las reglas del juego de la democracia liberal y esa es la gran diferencia que existe con la ultraderecha, que lo que va a decir lisa y llanamente es que está en contra del régimen democrático o que tiene una serie de problemas con el funcionamiento de la democracia liberal y la quiere modificar en ciertos elementos. Por lo tanto, el segundo criterio no es solo cuán radical son las políticas públicas que defienden, sino que hasta qué punto están realmente a favor de la democracia liberal o no. Y eso es lo que las posiciona hacia el lado ‘ultra’, porque generalmente atacan de manera directa o indirecta y terminan socavando el sistema democrático”. 

Lo que Rovira menciona como sistema democrático liberal es aquél en que se respetan los derechos políticos y ciudadanos tanto en elecciones como en el período entre elecciones. En ciencia política, una democracia iliberal es aquella que tiende a existir más bien en la etapa electoral y en menor medida entre elecciones.

-Dentro de la ultraderecha, usted y otros investigadores distinguen dos subgrupos: derecha populista radical y extrema derecha. ¿Cómo se define la derecha populista radical?

“Hacemos un zoom a la ultraderecha y encontramos dos familias de partidos que son la derecha populista radical y la derecha extrema. La derecha populista radical se caracteriza por defender y articular tres ideologías de manera simultánea: la ideología populista, nativista y autoritaria. El populismo quiere decir que la sociedad está dividida en dos grupos, una élite corrupta y un pueblo puro, y que simultáneamente hay que defender la soberanía popular a como dé lugar. En segundo lugar, el autoritarismo no es la defensa de un régimen autoritario, sino la idea que viene de la sicología política, sobre todo de Adorno, de que necesitamos que exista un orden y jerarquía muy clara al interior de la sociedad. Por eso es una imagen autoritaria respecto a cómo funciona el orden, de que no es horizontal, sino que más bien vertical. En tercer lugar, está la idea del nativismo, que lo que plantea es más bien que solo la población nativa es la que debe habitar el Estado Nación y las personas e ideas no nativas, léase foráneos y extranjeros, de alguna manera pueden terminar corrompiendo la homogeneidad del Estado-Nación. Lo que hace esta derecha populista radical es articular estas tres ideologías y eso es lo que la diferencia de una derecha convencional, que por lo general no toca este tipo de temáticas o no al menos como lo hace la derecha populista radical”. 

-Tim Bale y usted publicaron un libro precisamente sobre la ultraderecha en Europa. ¿Es Vox de España un caso típico de derecha populista radical?

“Efectivamente. Es un ejemplo típico, porque lo que hace Vox es articular nativismo, populismo y autoritarismo. Si uno se va al Twitter de Vox y lee el programa de Vox, ¿qué es lo que uno se va encontrar? Ataque a los inmigrantes, lo que se relaciona con nativismo; una imagen muy tradicional de la familia y un ataque directo hacia el feminismo, por ejemplo, lo cual tiene que ver con el autoritarismo de Vox, esta idea de que existe el antiguo orden. Y vamos a encontrar populismo, porque lo que hace Vox es atacar a ‘esta élite corrupta’ que es fundamentalmente la casta de partidos políticos que han gobernado España”.

“En un segundo sentido, Vox es un ejemplo paradigmático de la derecha populista radical porque muchos de estos partidos, si uno quiere comprender sus orígenes, son escisiones de los partidos de derecha convencional. (Santiago) Abascal, líder principal de Vox, es un antiguo militante y líder del PP; y si uno analiza la plana mayor de Vox, la gran mayoría de esa plana mayor viene del PP. Si es que uno analiza Geert Wilders en Holanda, otro ejemplo de la derecha populista radical, era un antiguo líder de otro partido político, el Partido Libertario, que se sale y termina conformando su propio partido”.

-En el caso de la extrema derecha, ¿es Amanecer Dorado en Grecia el ejemplo paradigmático europeo?

“La derecha populista radical, al defender autoritarismo, populismo y nativismo, lo hace de una manera tal de que pone en tela de juicio algunos elementos de la democracia liberal, pero no se plantea o no se define a sí mismo en contra del sistema democrático. Si lees los manifiestos políticos de Vox, del Frente Nacional en Francia, del Partido por la Libertad en Austria, son partidos que se definen democráticos y que dicen que quieren que haya elecciones libres y limpias, pero lo que atacan son ciertos elementos o componentes de la democracia liberal”.

“Los partidos de extrema derecha dicen ‘lo que queremos desde el inicio es abolir el sistema democrático’. En Europa, los partidos que surgen después de la Segunda Guerra Mundial de extrema derecha son antidemocráticos y no son populistas por lo mismo. Es el caso de los nuevos partidos nazistas que surgen después de 1945 que, en el caso de Alemania, de hecho, están prohibidos por ley, el Tribunal Constitucional lo prohíbe. Amanecer Dorado es uno de los pocos partidos que quedan en Europa Occidental que obtiene algo de votos, a veces logra obtener el 3%, 4% o 5%; pero es de los pocos partidos que hay que logra obtener votos en el escenario europeo que puede ser categorizado como de ‘derecha extrema'”. 

El Partido Republicano chileno

-Siguiendo su definición, ¿qué partido en Chile usted calificaría como de “ultraderecha”?

“Estamos hablando de la ultraderecha y tenemos dos categorías: la derecha extrema y la derecha populista radical. En Chile tenemos al día de hoy algún ejemplo de derecha populista radical, pero de extrema derecha me cuesta pensar. Lo más cercano [de extrema derecha] podría ser… pero es un partido que tengo entendido que no está registrado en el Servel, que es el Movimiento Social Patriota, que es un movimiento neofascista, por así decirlo, pero que no conquista votos porque no tiene la capacidad para instalarse en el Congreso ni competir. Sería el único ejemplo de una derecha extrema, pero es absolutamente marginal. Lo que sí tenemos en Chile es derecha populista radical y aquí estoy pensando en el Partido Republicano y en José Antonio Kast, que es un ejemplo lógico a mi juicio”.

El candidato presidencial del Partido Republicano, José Antonio Kast. Crédito: Agencia Uno.

-De hecho, Juan Pablo Luna y usted lo sitúan directamente allí y entregan una serie de argumentos para calificarlo como tal. ¿Por qué el Partido Republicano califica a su juicio en la categoría de derecha radical?

“Es un ejemplo de derecha populista radical justamente porque, en este ejercicio de taxonomía que nosotros estábamos haciendo, hay tres atributos para identificarlo: populismo, nativismo y autoritarismo. Si uno lee el programa del Partido Republicano, si uno observa los discursos de José Antonio Kast, de los líderes que están detrás del Partido Republicano, hay la combinatoria de estas tres ideologías. Hay claramente nativismo, lo cual se manifiesta en parte en una crítica a la inmigración, pero en parte también por no asumir que Chile es una sociedad multicultural (pensando en la cuestión mapuche). Se define más bien como la idea de que existe solo una nación y que no hay cabida para esa plurinacionalidad, lo cual nuevamente te da una interpretación muy chovinista de lo que es la nación”.

“En segundo lugar, claramente hay autoritarismo, no tanto en esta idea de un régimen autoritario, sino que más bien en la idea de que necesitamos orden al interior de la sociedad y de que necesitamos jerarquías; y eso también se vincula, por ejemplo, con la temática de género a la cual está muy opuesta el Partido Republicano. En tercer lugar, encontramos populismo. Hay un ataque muy claro a la ‘élite corrupta’, la cual es fundamentalmente todo el mundo progresista; no solo ellos, pero son fundamentalmente los que según la lectura desde ese partido ha llevado a que este país esté lo mal que supuestamente estamos; y [hay] esta reivindicación de la soberanía popular, que es la que tiene que ‘recuperar este sentido común perdido'”. 

-En esta categorización, con estas definiciones, ¿el Partido Republicano no es extrema derecha?

“No es de extrema derecha. Es un ejemplo de derecha populista radical, lo cual en términos de implicancia quiere decir que es un partido que, a mi juicio, al menos si es que yo observo su ideología, no atenta contra la democracia per se en el sentido de decir ‘queremos imponer un régimen autoritario’. Pero lo que sí ataca, como sí lo hacen los partidos de derecha populista radical, son ciertos elementos e instituciones de la democracia liberal. Eso yo creo que es uno de los daños más serios que hacen este tipo de partidos y actores”.

La ultraizquierda

-En inglés se habla de “far-left”, lo que en español se traduciría como “ultraizquierda”. ¿Cómo se define en este caso la ultraizquierda y en qué grupos también se divide?

“Tenemos que volver a hacer el mismo ejercicio, pero haciéndolo al espejo. Izquierda, ¿qué es lo que significa? Es una ideología política que va a plantear que las desigualdades están construidas socialmente y, por lo tanto, la sociedad y el Estado tienen que intervenir para erradicarlas. En ese mundo de la izquierda, hay dos grandes bloques: la izquierda convencional y la ultraizquierda. Si observo la izquierda convencional a grandes rasgos, existen dos grandes familias de partidos: los socialdemócratas, que es la familia tradicional y, por otro lado, existe una familia de partidos relativamente nueva que son los verdes. En la ultraizquierda, en cambio, posicionamos a dos familias de partidos: la izquierda populista radical, y por otro lado, la extrema izquierda, donde un ejemplo clásico serían los partidos comunistas; y por otra parte tenemos a los partidos populistas de […] izquierda donde el ejemplo paradigmático podría ser Podemos en España o Syriza en Grecia, pensando sobre todo más en el modelo europeo”. 

-Para resumir: la ultraizquierda está compuesta por extrema izquierda y por izquierda populista radical. ¿Cuál sería la izquierda populista radical en este caso? 

“La izquierda populista radical plantea que existen desigualdades que hay que combatirlas y, al momento de articular esa ideología de izquierda, va a combinar de alguna manera la clásica ideología socialista, de que necesitamos reformas sociales profundas, sobre todo en términos del Estado, con una crítica populista al sistema, en el sentido de decir que hay una élite en el poder que es la que de alguna manera ha gozado de todos los privilegios, y que ha terminado por ‘excluir a nosotros el pueblo’. Y lo que tiene que hacer el partido o los líderes populistas de alguna manera es combatir esa élite y llevar a cabo reformas para que el pueblo se puede ver representado propiamente tal”.

“En cambio, la extrema izquierda va a plantear que tenemos que trascender el sistema capitalista y, muchas veces, tenemos que trascender el sistema democrático. O sea, los clásicos partidos comunistas leninistas que lo que quieren hacer de alguna manera es abolir la democracia. Pensemos en Cuba: hay elecciones, sí, pero las elecciones son inexistentes porque terminamos votando solo por un partido. Entonces, terminan por decirse democráticos, pero en la práctica sabemos que el tipo de instituciones y modelos que quieren levantar son antidemocráticos”. 

En este punto, Rovira plantea un aspecto que no siempre se considera, y que se refiere a que el comportamiento de los partidos políticos, tanto de derecha como de izquierda, pueda cambiar y llevarlos a pasar de un estadio a otro.

“Uno trata de pensar esto siempre como categorías fijas, pero a veces puede suceder en la historia que un partido que tiene sus orígenes acá, súper al extremo de la derecha, se puede mover en la otra dirección o viceversa. El Partido Republicano en Estados Unidos: si me preguntas en los años 1990 cómo lo categorizo: como un partido de derecha convencional. El Partido Republicano hoy en día es un partido de derecha populista radical. O sea, es el mismo partido, pero dependiendo del momento en el tiempo en el cual los analizo se me mueven una categoría o no se me mueven en otra. Creo que esto es importante, porque en los partidos comunistas Italia es el ejemplo emblemático: un partido comunista que se modera programáticamente, parte siendo un partido muy de extrema izquierda, y que se va moderando y cada vez se acerca más hacia lo que es una izquierda convencional o una izquierda mainstream“.

-En el caso de Chile, Apruebo Dignidad (AD), el bloque que reúne a distintos partidos en la izquierda, ¿es un ejemplo de un segmento que está en la ultraizquierda?

“Apruebo Dignidad, y yo creo que lo hemos visto en el último tiempo, se ha ido fragmentando también internamente, porque hay distintas fuerzas ahí que empujan en una dirección u otra. Pero a grandes rasgos, diría ‘claro, en esta nomenclatura de decir izquierda convencional versus ultraizquierda’, yo creo que AD claramente está en el polo más de ultraizquierda, sobre todo pensando dentro de la ultraizquierda más en el campo de lo populista, diría yo, y menos hacia el de extremismo, por así decirlo. Aunque dialogan ahí…”.

-El Frente Amplio (FA), entonces: ¿la subcategoría que hace más sentido tendría que ser, por lo tanto, en la izquierda populista radical?

“Sí y no. El FA es diverso internamente. Si tuviera que nuevamente hacer un ejercicio de taxonomía, creo que el FA tiene dos almas. Un alma que es de izquierda populista radical y un alma que es muy socialdemócrata, que es de izquierda convencional. Esto tiene que ver, yo creo, por la disputa –en mi interpretación– entre los liderazgos del FA más visibles. Estoy pensando en caras como Giorgio Jackson, Gabriel Boric, Beatriz Sánchez, que en general las veo mucho más cercanas a la tradición socialdemócrata y más alejada de la tradición populista”.

“Creo que hay segmentos de base que están mucho más cerca de la izquierda populista radical de lo que pueden estar sus propios líderes. Por lo mismo es que muchas veces vemos esta tensión entre el líder y el partido. Recordemos lo que le pasó a Gabriel Boric de que él tiene que firmar el acuerdo [del 15-N], pero el partido no firma después. ‘¡Entonces cómo!, ¡es que tú transaste!’. Bueno, el transar tiene que ver con esto, porque desde el punto de vista de la izquierda populista radical, del populismo, hay que defender la soberanía popular a como dé lugar; por lo tanto, no puedes pactar. Gabriel Boric pacta, se pasa de bando y los otros lo tachan. Entonces, creo que el FA tiene estas dos almas: un alma de izquierda populista radical, pero tiene un alma muy socialdemócrata que lo hace de izquierda convencional”. 

Candidato presidencial Gabriel Boric.
El candidato presidencial del pacto Apruebo Dignidad, Gabriel Boric. Créditos: Agencia Uno

-En el caso del Partido Comunista, ¿dónde lo posicionaría?

“Si uno lo piensa históricamente, el PC chileno es un partido muy clásico, por así decirlo, como de ‘izquierda dura comunista’. El ejemplo más emblemático que uno puede ver es que cuando es el cumpleaños del presidente en Corea del Norte, le mandan una cartita saludándolo. Te muestra la ortodoxia de ese partido, lo cual claramente me haría posicionarlo como un partido que es de extrema izquierda en ese sentido. Ahora bien, yo creo que hay ciertos bemoles aquí. Número uno, dada la caída del Muro de Berlín, la ideología comunista como tal terminó estando muy desacreditada”.

“En términos de taxonomía yo diría que sí: es un ejemplo de extrema izquierda, pero que también, con el tiempo, en el caso chileno, se ha ido moderando. El mejor ejemplo es la participación en el gobierno con Michelle Bachelet (2014-2018), donde termina formando una coalición con la izquierda convencional y donde digamos no tuvieron grandes problemas ni en los ministerios que tuvieron, ni en los puestos de poder que accedieron, más allá de ciertas disputas puntuales […]. Entonces, en esta idea de que estas cajas son móviles, en teoría el PC debería ser extrema izquierda, si uno lo piensa en su ideología, pero creo que hay tensiones internas que lo hacen de que muchas veces se jale un poquito más en la otra dirección”.

-Para que se vaya convirtiendo más hacia el área de lo ustedes denominan “izquierda populista radical”, pero no izquierda convencional aún…

“Exacto”.

-Ahora, para qué hablar de estos partidos como UPA de Eduardo Artés y otros… no hay ninguna duda de que están en un extremo de la izquierda.

“El ejemplo de Eduardo Artés es muy bueno en ese sentido: eso es extrema izquierda de tomo y lomo. De hecho, si tú lees el programa de Eduardo Artés, es mucho más radical de lo que estaba articulando el PC”.

¿Un cordón sanitario?

-¿Deben los partidos convencionales establecer un cordón sanitario, como es tan de uso en Europa, que los separe de cualquier partido “ultra”? ¿O debiera solamente utilizarse para aquellos casos en que está en la categoría de “extrema derecha” o “extrema izquierda”? 

“Es una pregunta difícil porque tiene varias capas. ¿Qué es lo que debería hacer un partido? Depende con quién estás hablando, qué te va a decir. Tratando de hacerlo desde el ejercicio académico y tratar de ser lo más aséptico que uno pueda, si al menos yo lo pienso desde el régimen democrático, ¿qué es lo mejor para un régimen democrático? Como tú bien dices, las fuerzas extremas hay que aislarlas. Porque si uno está dispuesto a pactar con fuerzas que están dispuestas a corroer el sistema desde el principio, estamos transándolo todo, por así decirlo. Si yo quiero ganar un par de votos, pero yo sé que esa persona lo que me dice es ‘bueno, tenemos que destruir el sistema democrático’, estoy poniendo demasiado en riesgo”.

“Por lo mismo, los cordones sanitarios, a mi juicio, hacen absoluto sentido desde un punto de vista democrático con las fuerzas que son extremas. La cuestión se pone un poco más difícil cuando estamos hablando de las izquierdas populistas radicales o las derechas populistas radicales, porque si recuerdas, estos son partidos políticos que no están contra la democracia per se sino contra el elemento liberal de la democracia. Eso yo creo que es difícil, porque la conjunción entre liberalismo y democracia siempre tiene sus bemoles, nunca funciona de manera perfecta. Entonces, hay una cierta validez en esa crítica que articula a los partidos populistas y a liderazgos populistas, tanto de derecha e izquierda”.

“Yo no creo que aquí hay una receta mágica, y que yo creo que va a depender de los casos y del contexto, si es que necesariamente hay que establecer en esos ejemplos -de derecha populista radical e izquierda populista radical- un cordón sanitario. Lo que me atrevería a decir que sería lo mejor para un sistema democrático es que, más allá de la existencia de un cordón sanitario o no, lo que habría que establecer es un cierto decálogo de principios […] Si ambos partidos están de acuerdo en eso, pueden tener una serie de divergencias, pero están de acuerdo en ciertos principios básicos. ¿Existen derechos humanos? Sí. ¿Existen tribunales institucionales que tienen derecho a juzgar, por ejemplo, en causa de derechos humanos? Sí. Existen TLC que limitan… Si estamos de acuerdo, OK, sentémonos a negociar”.

En Europa las condiciones son distintas, complementa Rovira. En Chile, en cambio, subraya que hay que considerar que existe una izquierda extrema a la que poner atención. La coalición entre el FA y el PC, por lo mismo, cree que debe verse de una manera distinta: “El PC es un partido que no tiene credenciales democráticas perfectas, pensemos en Venezuela, en Cuba; pero es un partido que en su trayectoria desde los años 90 en adelante se ha ido pegando a las reglas del juego democrático. Por lo menos en su práctica, uno no ve atisbos de autoritarismo en ese sentido. Tenemos un FA que está escindido en dos almas: un alma más populista y un alma que es muy socialdemócrata. Si uno ve esa coalición entre FA y PC, claramente es una coalición que está a la centroizquierda, pero que a mi juicio en los polos de moderación son bastante importantes. ¿Vale la pena cuestionarla? Yo creo que sí. Pero hasta qué punto van a poner en riesgo el sistema democrático per se, me cuesta pensarlo […]. En una segunda vuelta electoral si Gabriel Boric quiere ganar, se va a tener que acercar al mundo del Partido Socialista al menos, con lo cual se amplía más ese eje socialdemócrata”. 

-Simplemente por espejo, ¿pasaría lo mismo con la derecha? Si llega a pasar Kast tendría que aliarse con la derecha convencional para moderar también su discurso. 

“Aquí viene lo complicado. Lo que muestra la experiencia comparada es que los partidos de derecha populista radical, por lo general, no se están moderando, sino que se están radicalizando. ¿Qué es lo que hace Donald Trump para tratar de ganar? No es moderar su discurso, sino que lo radicalizó aún más y le fue bastante bien en la elección […]. Me cuesta mucho pensar en una segunda vuelta electoral que José Antonio Kast va a decir ‘en realidad, lo pensé dos veces y el tema de la zanja fue un error y estoy dispuesto a transar eso’; ‘ah, no, en realidad yo creo que es un error esto de disminuir la cantidad de ministerios que hay que tener y los vamos a mantener’. Yo no veo espacio para que el proyecto de Kast se modere. Por lo tanto, eso implica que si la derecha convencional en Chile termina pactando con José Antonio Kast y él no se modera, quien va a perder es la derecha convencional, porque la agenda se la lleva él; no se la lleva la moderación, sino que se la lleva la radicalización”.

Revise la entrevista completa con Cristóbal Rovira