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Viaje al centro de la Tercera Sala, el tribunal más polémico de la Suprema

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POR Ana María |

Presidida por el influyente juez Sergio Muñoz, sus fallos han traído dolores de cabeza al gobierno, bancos, isapres y empresarios. Ahora sumó al Tribunal Constitucional.

Si hay una sala de la Corte Suprema que ha traído jaquecas al gobierno, los empresarios, las isapres, los bancos y ahora al Tribunal Constitucional, es la Tercera Sala que preside el influyente ministro Sergio Muñoz e integran también Ángela Vivanco, María Eugenia Sandoval y Carlos Aránguiz. La razón: es el tribunal que tiene en sus manos decisiones clave para la ciudadanía, como el derecho a la salud, medioambiente, libertades públicas y, entre otras, determinaciones sobre libre competencia.

Se trata de la sala -que ve materias constitucionales- cuya mayoría de ministros comenzó a correr la barrera de los derechos a la salud. Ha fallado contra Fonasa. Y, en especial, ha estado contra decisiones de isapres al menos en tres ejemplos: por el alza de planes en forma unilateral, por no incorporar afiliados debido a una preexistencia, y por no costear millonarios medicamentos saltándose la Ley Ricarte Soto.

Además, ha responsabilizado a los bancos por los fraudes informáticos y en mayo pasado bloqueó el acuerdo de Latam con American Airlines e IAG. A fines de ese mismo mes, dio un duro golpe en un tema medioambiental: en votación unánime, acogió 10 de los 12 recursos de protección presentados por los habitantes de Quintero y Puchuncaví por la crisis provocada por los episodios de contaminación.

También es un tribunal al que, por ahora, le falta un integrante luego de que el ministro Arturo Prado se cambiara en abril a la Primera Sala Civil.

El nuevo miembro podría ser Leopoldo Llanos, a quien el Gobierno eligió como su candidato la semana pasada y cuyo nombre ha estado consensuando con la Comisión de Constitución y Justicia del Senado para lograr su ascenso. Si es confirmado -necesita 29 votos de los senadores-, se sumaría un ministro que tiene un perfil -de acuerdo con sus fallos- que empatiza bastante con quienes podrían ser sus futuros compañeros: como punto en común ya tiene resoluciones contra las isapres por financiar tratamientos o medicamentos de alto costo.

Magistrados alineados

Pero los magistrados de esta sala no solo tienen sintonía en sus resoluciones, sino que también han actuado en bloque en otras materias. Un ejemplo de ello fue lo que ocurrió poco después de que estalló el caso de los ministros de la Corte de Rancagua por hechos de corrrupción: antes de que se terminara la indagatoria administrativa interna, toda la Tercera Sala Constitucional se alineó para expulsarlos y llevó el caso al Pleno.

Y esta semana, tal como como en muchas ocasiones, esta sala volvió a ser protagonista de la agenda pública tras el fallo que emitió el pasado lunes 7 de octubre, en el que en dos de sus párrafos, que fueron redactados por Muñoz -y a los que no suscribió la ministra María Eugenia Sandoval– señaló que las resoluciones del TC pueden ser revisadas por la Suprema vía recursos de protección.

Ese par de párrafos fueron los que generaron una airada reacción del TC, cuyo Pleno presidido por María Luisa Brahm emitió una declaración pública -leída erguidamente por ella- para marcar territorio: señalaron que “nos sorprenden los argumentos de la mayoría de dicha sala que pretenden rediseñar el esquema de competencias constitucionales” y que “no procede recurso alguno en contra de las resoluciones emanadas del Tribunal Constitucional”.

Inusualmente, dos días después de la comunicación del TC, la mañana del 10 de octubre la Tercera Sala emitió su propia declaración respaldando su fallo. Pero también en ella consignó una velada crítica a los dichos del presidente de la Suprema, Haroldo Brito, quien había bajado la temperatura a la pugna por las competencias entre ambas instituciones. El magistrado había señalado el miércoles 9 que “el problema consiste en una resolución de una de las salas de esta Corte y eso es todo lo que hay. No significa que la Corte como tribunal, comprometiéndose completamente en el tema, haya tomado una decisión que afecte al Tribunal Constitucional”.

Pero el tribunal que preside Muñoz remarcó otra cosa:  “(…) la Corte Suprema se encuentra dividida en Salas y cada una de ellas representa a toda la Corte”.

En un sentido parecido opinó el vocero de la Corte Suprema, Lamberto Cisternas, en PAUTA“Esta es una sentencia de la Corte Suprema”, pero si la Sala fuera integrada por otros ministros, como cuando hay reemplazos, “pudiéramos tener una respuesta diferente”.

Muñoz y los 15 años que le quedan en la Suprema

El juez que tiene mayor ascendencia en esta sala es Sergio Muñoz, quien fue presidente del máximo tribunal entre 2013 y 2015 y podría volver a serlo debido a su edad: le quedan por delante 13 años en la Suprema antes de jubilar a los 75 años.

Desde que integra esta sala, Muñoz ha ido congregando apoyos, entre ellos el de la ministra Ángela Vivanco, quien llegó a la Suprema nominada por el Presidente Sebastián Piñera. Por su perfil conservador en materia valórica -estuvo en contra del proyecto aborto en tres causales-, en el oficialismo se consideraba que en la Tercera Sala la ministra actuaría de la misma manera y haría contrapeso a Muñoz.

Sin embargo, en los 15 meses que lleva como jueza -es parte de los abogados externos que entran al Poder Judicial- ha tenido sintonía con el sector más progresista de la Corte, justamente el que lidera el juez. En una entrevista con PAUTA cuando cumplió un año en la Suprema, en julio pasado, la ministra dijo que “si una persona es provida, no significa que sea de derecha y ultra conservadora“.

Muñoz es reconocido por tener liderazgo, un carácter controversial y también porque es parte de los jueces que consideran que la ley ya no se aplica en forma literal. Lo explicó así en una entrevista que dio en 2015 en la revista Qué Pasa cuando terminaba la presidencia de la Suprema: “Hoy el juez tiene mayores antecedentes para determinar cuál es el sentido y alcance de la norma. Y de esa manera, yo he jurado respetar la Constitución y la ley viva, no el texto escueto de sus disposiciones, sino lo que la inspiró. Sus garantías, sus principios, en todos los aspectos. Entonces, si hay algunas personas a las que no les parece, es lamentable”.

Luego profundizó: “Es que esto es igual que la pintura. Antes era rupestre, luego en doble plano. Después se fue creando la perspectiva. Posteriormente nacieron otras formas, como el realismo, el cubismo. Después pasa que usted es la concepción de la figura y no necesariamente de una forma. Esto es igual. Es una interpretación. Porque interpretar el derecho es un arte, no es una ciencia”.

El ministro ha integrado en dos periodos la Tercera Sala, con una interrupción durante su presidencia en la Suprema. En ese etapa también dictó polémicas resoluciones: fue el primero en fallar contra una isapre por el alza de sus planes y, además, paralizó la Central Castilla luego de cuestionar la evaluación previa que la autoridad ambiental había realizado del proyecto.

Cuando llegó a la Suprema en 2005, se convirtió en su ministro más joven: tenía 49 años. Venía de la Corte de Apelaciones de Santiago, donde tuvo en sus manos casos emblemáticos: consiguó la confesión del ex CNI Carlos Herrera Jiménez, asesino de Tucapel Jiménez y del carpintero Juan Alegría Mundaca durante el régimen militar. También investigó el caso Spiniak y sus aristas políticas y la causa por el caso Riggs en contra de Augusto Pinochet.